Estos días, y creo que lo que va del año, la gran polémica en este país ha sido la "reforma energética": que si es un bien para el país, que si es un mal, que si todos la quieren, que si hay quien se opone, que si nos van a robar, que si nos van a timar como siempre. Y AMLO se moviliza, y hay quien lo odia, hay quien lo defiende... alguien tiene que hacer algo, dije de forma tímida a Mariana en el inico de una discución que sana y sabiamente decidimos dejar para nunca después.
Y a todo esto, me pregunto si algo tiene importancia de verdad. Si la reforma energética afecta el futuro inmediato y no tan inmediato del país, y por ende de todos los que en él habitamos, no tiene mucha trascendencia. A final de cuentas todas las decisiones que tomamos o dejamos que tomen por nosostros afectan nuestro futuro. En este país las cosas son claras: si salgo a la calle y pregunto a las personas el nombre del diputado que nos corresponde, seguramente nadie lo sabría y hasta me verían raro. Sí, las cosas son claras aquí: cuando camino por el centro sigo incrédulo al pasar cerca de la Cámara de senadores y encontrarme vallas y policías. ¿Pero que no entienden que los senadores son servidores públicos? ¿que yo tendría todo el derecho de pasar y hablar con alguno de ellos? Aún recuerdo años atrás cuando se podía circular por esa calle, recuerdo la sonrisa de Roque Villanueva saliendo del recinto; sólo una clase de persona tiene ese tipo de sonrisa en un país como este (no es una crítica, sólo una observación). En fin...
Si la reforma energética es buena o mala es algo que no me interesa demasiado. Más bien sonrío con un tanto de malicia, mezclada con ironía, ingenuidad, quizás hasta ignorancia. A final de cuentas sólo hay dos verdades. La primera es que a la mayoría del pueblo siempre se lo chingan y los dueños del país siguen siendo los mismos, y quizás seguiran por largo tiempo. Soy pacifista, pero me parecería no ingenuo sino estúpido seguir creyendo que aquí es posible un cambio por otra vía distinta a la lucha armada, así fue antes, así es ahora y quizás siempre.
La segunda verdad es que el ser humano es por lo general estúpido. Todavía no se ha entendido que lo mejor sería el socialismo (no el que llamaron real, ese fue comunismo y es distinto) o, mejor aún, la anarquía. Pero las utopías han muerto, o al menos la fe en ellas. Y ahora nos refugiamos en las evasiones de mundos distintos, como aquellos que nos brinda la ciencia ficción (no es casualidad mi cada vez mayor afición a ella y el cada vez mayor resurgimiento del género y de la fantasía en cine, tv y hasta música -Tokio Police Club son muy buenos, y ni hablar de varias cosas formidables que ha escrito David Byrne-). En fin, el ser humano es estúpido, tanto que pelea por un recurso no renovable, por algo que a final de cuantas se va a acabar, en lugar de buscar algo que lo reemplace. Es por ello que recuerdo en estos días una canción de Talking Heads que ya he puesto aquí y que será la primera en repetirse. Creo que las frases: From the age of the dinosaurs cars were run on gasoline. Where, where have they gone?, tienen una implicación más allá del sentido literal y una visión histórica más profunda e irónica de lo que podría parecer. En fin, dejo la letra y el video de nuevo, sobretodo porque tiene mucho que ver con lo que trato de decir. Es una cancion que, como dije la vez anterior, me pone extrañamente feliz, y además tiene muchas de mis frases favoritas...
Y a todo esto, me pregunto si algo tiene importancia de verdad. Si la reforma energética afecta el futuro inmediato y no tan inmediato del país, y por ende de todos los que en él habitamos, no tiene mucha trascendencia. A final de cuentas todas las decisiones que tomamos o dejamos que tomen por nosostros afectan nuestro futuro. En este país las cosas son claras: si salgo a la calle y pregunto a las personas el nombre del diputado que nos corresponde, seguramente nadie lo sabría y hasta me verían raro. Sí, las cosas son claras aquí: cuando camino por el centro sigo incrédulo al pasar cerca de la Cámara de senadores y encontrarme vallas y policías. ¿Pero que no entienden que los senadores son servidores públicos? ¿que yo tendría todo el derecho de pasar y hablar con alguno de ellos? Aún recuerdo años atrás cuando se podía circular por esa calle, recuerdo la sonrisa de Roque Villanueva saliendo del recinto; sólo una clase de persona tiene ese tipo de sonrisa en un país como este (no es una crítica, sólo una observación). En fin...
Si la reforma energética es buena o mala es algo que no me interesa demasiado. Más bien sonrío con un tanto de malicia, mezclada con ironía, ingenuidad, quizás hasta ignorancia. A final de cuentas sólo hay dos verdades. La primera es que a la mayoría del pueblo siempre se lo chingan y los dueños del país siguen siendo los mismos, y quizás seguiran por largo tiempo. Soy pacifista, pero me parecería no ingenuo sino estúpido seguir creyendo que aquí es posible un cambio por otra vía distinta a la lucha armada, así fue antes, así es ahora y quizás siempre.
La segunda verdad es que el ser humano es por lo general estúpido. Todavía no se ha entendido que lo mejor sería el socialismo (no el que llamaron real, ese fue comunismo y es distinto) o, mejor aún, la anarquía. Pero las utopías han muerto, o al menos la fe en ellas. Y ahora nos refugiamos en las evasiones de mundos distintos, como aquellos que nos brinda la ciencia ficción (no es casualidad mi cada vez mayor afición a ella y el cada vez mayor resurgimiento del género y de la fantasía en cine, tv y hasta música -Tokio Police Club son muy buenos, y ni hablar de varias cosas formidables que ha escrito David Byrne-). En fin, el ser humano es estúpido, tanto que pelea por un recurso no renovable, por algo que a final de cuantas se va a acabar, en lugar de buscar algo que lo reemplace. Es por ello que recuerdo en estos días una canción de Talking Heads que ya he puesto aquí y que será la primera en repetirse. Creo que las frases: From the age of the dinosaurs cars were run on gasoline. Where, where have they gone?, tienen una implicación más allá del sentido literal y una visión histórica más profunda e irónica de lo que podría parecer. En fin, dejo la letra y el video de nuevo, sobretodo porque tiene mucho que ver con lo que trato de decir. Es una cancion que, como dije la vez anterior, me pone extrañamente feliz, y además tiene muchas de mis frases favoritas...