Hay cierto tipo de recuerdos que no se activan sólo en la mente, sino en todo lo que nos constituye. A veces, de manera repentina, una atmósfera cubre el lugar donde me encuentre. Es una atmósfera que me ha visitado antes, en esos instantes precisos en que se forjaban los que hoy son recuerdos. No sé si le pase a los demás, nuevamente supongo que sí: esas ocasiones en que vives algo y justo cuando lo vives puedes sentir su fugacidad, y sabes que después recordarás ese momento, y recordarás haber sentido la transformación del presente en pasado, en recuerdos... Me sucede muy seguido, tanto saber que recordaré algo como la inmersión en esa atmósfera tiempo después. La canción que comparto abajo es especialmente significativa, pues desde que la escuché supe que sería recurrente en cierto tipo de días, justo en estos en que se activa la memoria y robo un trozo a lo eterno. Por alguna razón, desde hace muchos años, he pensado que el tiempo no pasa y lo que hacemos simplemente se transporta a otro espacio fuera de nuestra consciencia. De esos espacios a veces puede regresar a nosotros. De ahí la suspensión del paso del tiempo. De ahí la eternidad, un tiempo pretérito.
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