Acabo de perder unos segundos de mi vida leyendo el dato curioso que una revista me ha ofrecido: si gritaras durante ocho años, siete meses y seis días, producirías bastante energía como para calentar una taza de café. Nótese la precisión del dato, ni un día más ni un día menos... aunque no indican los decibeles o tonos del grito...
Varias revistas suelen ofrecer este tipo de datos: cuántos litros de semen eyacula un hombre en su vida, cuál ha sido el período más largo que alguien ha detenido la respiración, el porcentaje de nuestra vida que empleamos en dormir, comer o ir al baño; sin olvidar las referencias a costumbres de otros países que, por ser ajenas, resultan extrañas (en este tipo de datos, al menos en varias revistas mexicanas, siempre hay un dejo de desaprobación, de juicio negativo hacía otras culturas).
¿Cuál es la importancia de estos "datos curiosos"? No tengo idea. Supongo que alguna deben tener, dado que no me es lógico imaginar que una persona dedique, ya no digo años, al menos unos minutos de su tiempo a proyectar o investigar cuántas flatulencias produce el ser humano cada mes.
Sé que la curiosidad, después de la necesidad, es algo que ha provocado avances en el conocimiento. Al pensar en los antiguos no puedo evitar sonreir con algo de asombro. Alguna vez dije: qué pinches ganas o necedad de comerse una puta berenjena, para averiguar que la sal le quita lo amargo, al igual que ocurre con el pepino al frotar sus extremos. No puedo imaginar cuál fue el proceso mental que llevó a un ser humano a descubrir tales cosas, las cuales, sin embargo, son prácticas. Y creo que ahí radica la diferencia entre la curiosidad inteligente y la curiosidad simple: una produce un saber práctico... la otra no sé.
Espero algún día conocer la importancia que tiene saber que si grito ocho años, siete meses y seis días (no más), produciría bastante energía como para calentar mi café matutino... eso en el supuesto de no haberme muerto o suicidado antes. En fin, perdí unos segundos de mi vida leyendo ese "dato curioso", y otros tantos en escribir al respecto. ¡Joder!
Varias revistas suelen ofrecer este tipo de datos: cuántos litros de semen eyacula un hombre en su vida, cuál ha sido el período más largo que alguien ha detenido la respiración, el porcentaje de nuestra vida que empleamos en dormir, comer o ir al baño; sin olvidar las referencias a costumbres de otros países que, por ser ajenas, resultan extrañas (en este tipo de datos, al menos en varias revistas mexicanas, siempre hay un dejo de desaprobación, de juicio negativo hacía otras culturas).
¿Cuál es la importancia de estos "datos curiosos"? No tengo idea. Supongo que alguna deben tener, dado que no me es lógico imaginar que una persona dedique, ya no digo años, al menos unos minutos de su tiempo a proyectar o investigar cuántas flatulencias produce el ser humano cada mes.
Sé que la curiosidad, después de la necesidad, es algo que ha provocado avances en el conocimiento. Al pensar en los antiguos no puedo evitar sonreir con algo de asombro. Alguna vez dije: qué pinches ganas o necedad de comerse una puta berenjena, para averiguar que la sal le quita lo amargo, al igual que ocurre con el pepino al frotar sus extremos. No puedo imaginar cuál fue el proceso mental que llevó a un ser humano a descubrir tales cosas, las cuales, sin embargo, son prácticas. Y creo que ahí radica la diferencia entre la curiosidad inteligente y la curiosidad simple: una produce un saber práctico... la otra no sé.
Espero algún día conocer la importancia que tiene saber que si grito ocho años, siete meses y seis días (no más), produciría bastante energía como para calentar mi café matutino... eso en el supuesto de no haberme muerto o suicidado antes. En fin, perdí unos segundos de mi vida leyendo ese "dato curioso", y otros tantos en escribir al respecto. ¡Joder!
2 comentarios:
acabo de perder unos de la mía leyendote jajaja
así es, así es...
Publicar un comentario