Estos días me ha dado por pensar en mí; en mí con respecto a mí, en mí con respecto a otros y en mí con respecto a lo que se supone que debería ser o hacer, y en esto último la gama es diversa, según la fuente de dichas ideas.
La palabra ego vine a mi mente. ¡Vaya forma de pensar en mí! En mí y sólo en mí. Y sin embargo, sé que eso tiene mucho de vocación autodestructiva y poco de vanidad.
En fin, lo cierto es que no sé qué me pasa. A veces siento como que todo lo bueno de mi vida está por venir. Confío más en la sabaduría de los años que en la explosión de la juventud. Por otro lado, también llego a pensar que mis años de juventud (que están por acabar, que eventualmente tendrán un final) los he vivido a medias, mediocremente. Y entonces no sé cómo mediar entre ambos pensamientos, porque uno podría parecer justificación del otro, por no decir pretexto.
También me pasa en estos días que quiero deshacerme de muchas cosas que hasta hace una o dos semanas tenían importancia. Concretamente hablo de mi colección de discos. Y lo más curioso es que, días después de que esta idea comenzó a visitar mi mente (cada vez más seguido), leí el blog de un amigo donde hablaba felizmente de los discos que han regresado a sus manos luego de haberlos perdido.
Sé que habrá más de un "amigo" que se apresurará a decirme: yo quiero éste, sin al menos pensar qué es lo que hay detrás; no tienen por qué hacerlo, ni yo mismo lo sé. Y es que si bien la situación económica no es buena y va en picada, tampoco es una causa real de mi idea. De hecho, como acabo de decir, no tengo ni una pista del por qué de mi pensamiento. Lo único cierto y real es que ahí está, que cada vez me agita más el pecho la idea de vender no sólo discos, sino libros y alguna que otra estupidez que durante años atesoré; cosas que eran significativas y ahora, al menos en estas semanas, no lo son.
Otro pensamiento que me ha rondado es que no encuentro muchas personas a las que me una un lazo real, llámese comunión de pensamientos, ideología, sueños o intereses (por ponerlo más o menos en claro). Cuesta trabajo moverse por la vida de esa manera, pero lo he hecho; con toda la conciencia de mi circunstancia lo he hecho durante varios años... es sólo que ya no lo quiero más.
En fin, supongo que todo lo anterior es una crisis propia de mi edad o sólo un estertor de mi depresión. Sé que los años pasan, que la vida se va, lo sé cada vez que despierto. No puedo engañarme, como un amigo, y estirar el periodo de juventud hasta donde se me antoje; decir, por ejemplo, que la edad oficial en que termina la juventud es a los 35 años. Y tampoco es válido el argumento: la juventud es una actitud. ¡A la mierda con eso! Claro que es un estado mental, pero también hay trabas... materiales, por llamarlas de un modo (no tengo ganas de agotarme pensando en el témino más adecuado y correcto).
En estos días también ha llegado la temporada beat del año. Cada cierto tiempo revivo mi gusto por los escritores de la Generación Beat. Escritores que amo y odio, en quienes creo y de quienes dudo. Lo único verdadero es que han y siguen siendo importantes en mi vida (no por nada mi perro se llama Corso y mi tortuga Jack... qué mierda soy, ¿cierto?). En fin, ha llegado la temporada en que releo Aullido y otros poemas de Ginsberg; en que tomo En el camino y trato de finalizar los capítulos inconclusos, la novela entera; días en que busco algo de Corso, algo de Ferlinghetti; días en que leo poemas de Gasoline (del mismo Corso) o el libro de Robert Duncan que nunca he terminado.
Creo que a final de cuentas todo lo que he pensado, lo que sucede estos días, es sólo una valoración negativa de lo que ha sido mi vida. Honestamente pienso que a razón de los años que uno vive las experiencias se van intensificando. Las ideas que ponen a la juventud como la etapa de la vida más importante nunca me han importado demasiado. Sin embargo, me hace dudar sobre la certeza de mi creencia el hecho de darme cuenta que ya no importan cosas y personas que alguna vez, quizás apenas hace unos meses, tenían un lugar en mis prioridades.
Sé que cada momento importa y hay que vivirlo lo mejor posible. Pero la corta experiencia que tengo también refrenda mi idea. Así me he movido. Es lo que quizás muchas personas nunca entendieron ni entenderán de mí, lo que me ha causado conflictos y despedidas. Sin embargo, es una creencia real que moldea mi vida. En fin... sólo suposiciones.. demasiado que pensar... Mientras tanto seguiré escuchando ese magnífico disco de Tom Waits intitulado The heart of saturday night, porque continúa dando el ambiente musical de mi estado de ánimo. Dejo algo que hallé en youtube...
La palabra ego vine a mi mente. ¡Vaya forma de pensar en mí! En mí y sólo en mí. Y sin embargo, sé que eso tiene mucho de vocación autodestructiva y poco de vanidad.
En fin, lo cierto es que no sé qué me pasa. A veces siento como que todo lo bueno de mi vida está por venir. Confío más en la sabaduría de los años que en la explosión de la juventud. Por otro lado, también llego a pensar que mis años de juventud (que están por acabar, que eventualmente tendrán un final) los he vivido a medias, mediocremente. Y entonces no sé cómo mediar entre ambos pensamientos, porque uno podría parecer justificación del otro, por no decir pretexto.
También me pasa en estos días que quiero deshacerme de muchas cosas que hasta hace una o dos semanas tenían importancia. Concretamente hablo de mi colección de discos. Y lo más curioso es que, días después de que esta idea comenzó a visitar mi mente (cada vez más seguido), leí el blog de un amigo donde hablaba felizmente de los discos que han regresado a sus manos luego de haberlos perdido.
Sé que habrá más de un "amigo" que se apresurará a decirme: yo quiero éste, sin al menos pensar qué es lo que hay detrás; no tienen por qué hacerlo, ni yo mismo lo sé. Y es que si bien la situación económica no es buena y va en picada, tampoco es una causa real de mi idea. De hecho, como acabo de decir, no tengo ni una pista del por qué de mi pensamiento. Lo único cierto y real es que ahí está, que cada vez me agita más el pecho la idea de vender no sólo discos, sino libros y alguna que otra estupidez que durante años atesoré; cosas que eran significativas y ahora, al menos en estas semanas, no lo son.
Otro pensamiento que me ha rondado es que no encuentro muchas personas a las que me una un lazo real, llámese comunión de pensamientos, ideología, sueños o intereses (por ponerlo más o menos en claro). Cuesta trabajo moverse por la vida de esa manera, pero lo he hecho; con toda la conciencia de mi circunstancia lo he hecho durante varios años... es sólo que ya no lo quiero más.
En fin, supongo que todo lo anterior es una crisis propia de mi edad o sólo un estertor de mi depresión. Sé que los años pasan, que la vida se va, lo sé cada vez que despierto. No puedo engañarme, como un amigo, y estirar el periodo de juventud hasta donde se me antoje; decir, por ejemplo, que la edad oficial en que termina la juventud es a los 35 años. Y tampoco es válido el argumento: la juventud es una actitud. ¡A la mierda con eso! Claro que es un estado mental, pero también hay trabas... materiales, por llamarlas de un modo (no tengo ganas de agotarme pensando en el témino más adecuado y correcto).
En estos días también ha llegado la temporada beat del año. Cada cierto tiempo revivo mi gusto por los escritores de la Generación Beat. Escritores que amo y odio, en quienes creo y de quienes dudo. Lo único verdadero es que han y siguen siendo importantes en mi vida (no por nada mi perro se llama Corso y mi tortuga Jack... qué mierda soy, ¿cierto?). En fin, ha llegado la temporada en que releo Aullido y otros poemas de Ginsberg; en que tomo En el camino y trato de finalizar los capítulos inconclusos, la novela entera; días en que busco algo de Corso, algo de Ferlinghetti; días en que leo poemas de Gasoline (del mismo Corso) o el libro de Robert Duncan que nunca he terminado.
Creo que a final de cuentas todo lo que he pensado, lo que sucede estos días, es sólo una valoración negativa de lo que ha sido mi vida. Honestamente pienso que a razón de los años que uno vive las experiencias se van intensificando. Las ideas que ponen a la juventud como la etapa de la vida más importante nunca me han importado demasiado. Sin embargo, me hace dudar sobre la certeza de mi creencia el hecho de darme cuenta que ya no importan cosas y personas que alguna vez, quizás apenas hace unos meses, tenían un lugar en mis prioridades.
Sé que cada momento importa y hay que vivirlo lo mejor posible. Pero la corta experiencia que tengo también refrenda mi idea. Así me he movido. Es lo que quizás muchas personas nunca entendieron ni entenderán de mí, lo que me ha causado conflictos y despedidas. Sin embargo, es una creencia real que moldea mi vida. En fin... sólo suposiciones.. demasiado que pensar... Mientras tanto seguiré escuchando ese magnífico disco de Tom Waits intitulado The heart of saturday night, porque continúa dando el ambiente musical de mi estado de ánimo. Dejo algo que hallé en youtube...
3 comentarios:
de un desilusionado a otro: ten un poco de calma, algo se nos ocurrirá.
"La fe la perdí hace mucho, la caridad nunca la he ejercido, y la esperanza se me ha ido esfumando, esfumando, día con día, de a poquito". Fernando Vallejo
Mi estimado, si supieras que lo preocupante es que ni siquiera creo que sea por desilusión... En fin, siempre es bueno contar con un amigo como tú... a pesar de que constantemente nos digamos "te lo dije, te lo dije, pelotudo!!!".
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