La vida no deja de sorprenderme con su extrañeza... o quizá la extrañeza está en mí que dificulto lo que en esencia es simplicidad, aunque no se note.
Hace un par de años asistí a un taller de cuento donde conocí a dos chicos que después tuvieron la fortuna de obtener una beca literaria. Siempre pensé que uno de ellos era buen escritor, y el otro no. Aquel cuyo trabajo me resultaba interesante alguna vez recibió el vaticinio por parte de la maestra que dirigía el taller: "estoy segura de que en cuanto tengas una oportunidad, te integrarás plenamente al mundo de los escritores".
Yo, en cambio, recibía buenas notas por mi imaginación, a pesar de que aquello que escribía no eran cuentos, según la maestra y el compañero que me parecía mal escritor, quienes con cinco palabras daban carpetazo a la inacabada discusión sobre el límite de los géneros literarios. Por lo demás, nunca he ganado nada, en las tres ocasiones que he concursado para una beca o certamen literario. Sí, no han sido más, sólo tres, y únicamente en una lo hice con cierta convicción.
En fin que, en esas sorpresas que ofrece el tránsito por el mundo, hace un par de días volví a encontrarme con un ex compañero del taller en una editorial que llamó para entrevistarme por una vacante en el área de corrección de estilo. A quien me encontré fue al que consideraba buen escritor, quien fue el segundo en obtener la mencionada beca, valga el dato curioso. Disimulando un poco lo incómodo de la situación, ambos nos deseamos suerte de manera falsa y continuamos nuestras vidas.
Hoy he rechazado la propuesta para integrarme a dicha editorial. Las razones son muchas, y aún queda la duda de si tomé la mejor decisión. Lo escribo no con aire de presunción, sino por las reflexiones y preguntas que la oferta me ha generado. Sé que fui la primera opción para ocupar un puesto en corrección de estilo, así como años atrás mi ex compañero fue la primera opción para una institución que ofrece becas literarias. ¿Eso quiere decir que él es mejor escritor que yo?, ¿o que yo domino mejor la parte técnica del uso del lenguaje?, de ser así, ¿ello no entraría en conflicto? ¿O es sólo cosa de criterios?, ¿de oportunidad en el tiempo? ¿Por qué quien es mejor opción para escribir no lo es para la parte fina del lenguaje, y vice versa?, ¿por qué antes le tocó a él y ahora a mí? Quizá, como muchas cosas en la vida, los hechos no significan nada de lo anterior ni hay algo que los explique.
Lo único cierto es que confirmo lo que muchas veces he hablado con Miguel Ángel, que una beca o un concurso no son garantía de nada. De igual forma considero que mi elección por encima de otros aspirantes tampoco garantiza nada, salvo la alimentación de mi ego, el cual hoy se siente mejor que ayer, y ni decir de hace dos o tres años (no recuerdo cuántos), en la época en que mandaba escritos sin la convicción de su valía. Y no tanto por que me hayan escogido antes que a mi ex compañero, sino porque el reconocimiento lo he encontrado fuera de los ámbitos familiares, como pudieron haber sido mis maestros o cualquier persona de antemano conocida.
Por otra parte, me pregunto si no será sólo que escribo bien pero no funciono como escritor, o si acaso tendrán razón Miguel Ángel y las otras personas que me han dicho, muchas veces a modo de reclamo, regaño o sugerencia, con tonos que van de lo dulce a lo brutal casi violento, que mi problema mayor es simple: no escribo.
Quizá mis preguntas son inútiles y nada de lo que ocurre tiene un significado detrás. La vida misma tal vez no tiene sentido, o quizá tiene sentido pero no explicaciones. Lo único cierto es que la decisión ha sido tomada. Me queda la pregunta acerca de lo acertada que haya sido, pero sólo el tiempo me dará la respuesta. También me quedarán, con toda certeza, los reclamos de varios amigos porque seguramente podría haberles conseguido con antelación las ediciones especiales de cierto periódico deportivo, o ejemplares de su revista para caballeros favorita. En fin, quizá más adelante.
Hace un par de años asistí a un taller de cuento donde conocí a dos chicos que después tuvieron la fortuna de obtener una beca literaria. Siempre pensé que uno de ellos era buen escritor, y el otro no. Aquel cuyo trabajo me resultaba interesante alguna vez recibió el vaticinio por parte de la maestra que dirigía el taller: "estoy segura de que en cuanto tengas una oportunidad, te integrarás plenamente al mundo de los escritores".
Yo, en cambio, recibía buenas notas por mi imaginación, a pesar de que aquello que escribía no eran cuentos, según la maestra y el compañero que me parecía mal escritor, quienes con cinco palabras daban carpetazo a la inacabada discusión sobre el límite de los géneros literarios. Por lo demás, nunca he ganado nada, en las tres ocasiones que he concursado para una beca o certamen literario. Sí, no han sido más, sólo tres, y únicamente en una lo hice con cierta convicción.
En fin que, en esas sorpresas que ofrece el tránsito por el mundo, hace un par de días volví a encontrarme con un ex compañero del taller en una editorial que llamó para entrevistarme por una vacante en el área de corrección de estilo. A quien me encontré fue al que consideraba buen escritor, quien fue el segundo en obtener la mencionada beca, valga el dato curioso. Disimulando un poco lo incómodo de la situación, ambos nos deseamos suerte de manera falsa y continuamos nuestras vidas.
Hoy he rechazado la propuesta para integrarme a dicha editorial. Las razones son muchas, y aún queda la duda de si tomé la mejor decisión. Lo escribo no con aire de presunción, sino por las reflexiones y preguntas que la oferta me ha generado. Sé que fui la primera opción para ocupar un puesto en corrección de estilo, así como años atrás mi ex compañero fue la primera opción para una institución que ofrece becas literarias. ¿Eso quiere decir que él es mejor escritor que yo?, ¿o que yo domino mejor la parte técnica del uso del lenguaje?, de ser así, ¿ello no entraría en conflicto? ¿O es sólo cosa de criterios?, ¿de oportunidad en el tiempo? ¿Por qué quien es mejor opción para escribir no lo es para la parte fina del lenguaje, y vice versa?, ¿por qué antes le tocó a él y ahora a mí? Quizá, como muchas cosas en la vida, los hechos no significan nada de lo anterior ni hay algo que los explique.
Lo único cierto es que confirmo lo que muchas veces he hablado con Miguel Ángel, que una beca o un concurso no son garantía de nada. De igual forma considero que mi elección por encima de otros aspirantes tampoco garantiza nada, salvo la alimentación de mi ego, el cual hoy se siente mejor que ayer, y ni decir de hace dos o tres años (no recuerdo cuántos), en la época en que mandaba escritos sin la convicción de su valía. Y no tanto por que me hayan escogido antes que a mi ex compañero, sino porque el reconocimiento lo he encontrado fuera de los ámbitos familiares, como pudieron haber sido mis maestros o cualquier persona de antemano conocida.
Por otra parte, me pregunto si no será sólo que escribo bien pero no funciono como escritor, o si acaso tendrán razón Miguel Ángel y las otras personas que me han dicho, muchas veces a modo de reclamo, regaño o sugerencia, con tonos que van de lo dulce a lo brutal casi violento, que mi problema mayor es simple: no escribo.
Quizá mis preguntas son inútiles y nada de lo que ocurre tiene un significado detrás. La vida misma tal vez no tiene sentido, o quizá tiene sentido pero no explicaciones. Lo único cierto es que la decisión ha sido tomada. Me queda la pregunta acerca de lo acertada que haya sido, pero sólo el tiempo me dará la respuesta. También me quedarán, con toda certeza, los reclamos de varios amigos porque seguramente podría haberles conseguido con antelación las ediciones especiales de cierto periódico deportivo, o ejemplares de su revista para caballeros favorita. En fin, quizá más adelante.
Mientras tanto me queda seguir donde estoy, y tal vez la idea de escribir literatura.
1 comentario:
maldicion ¡¡¡yo queria mi revista h gratis ¡¡¡ni modo ahora tendre que seguir robandole la suya al omar jajaj
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