Antes de comenzar es necesario aclarar algo. Considero que tengo varios defectos de formación. El principal es que no puedo hablar de ningún libro sin mencionar lo que de él me ha movido, agradado o incordiado. No puedo hacer un comentario objetivo, ya no digamos una crítica (supongo), en tanto que tampoco me interesa hacerlo (afirmo).
Hace unos días le dije a Miguel Ángel que mi clasificación de libros se reduciría a tres escalas: malos libros, buenos libros, y libros que son una maravilla. Los primeros, quizá los que son mayoría, son libros que ni siquiera he terminado (¿para qué perder tiempo?), y de los cuales no hablo aquí -lo que puede explicar las pocas lecturas registradas en este espacio, porque tampoco juzgo un libro por sus primeras dos hojas, les doy una oportunidad a veces por demás generosa. Hay muchos libros malos entre las lecturas de libros buenos, y mucho más entre los libros que son una maravilla. Tokio blues pertenece a esta última categoría.
Una historia básica sobre la experiencia sentimental (como otros libros aquí referidos), el libro narra la historia de Toru Watanabe, un joven que vive en Tokio, asiste sin demasiado interés a la universidad, lee mucho (que no significa que lea muchos libros), bebe whisky y vive en la nada, entre la vida y la muerte, entre la imposibilidad y el amor por Naoko... y después la certeza de Midori.
El libro lleva por subtítulo Norwegian Wood, que ya da de que pensar a los melómanos beatlemaniacos, y a los que no son pero saben, también. En lo personal, aunque la conocía, esa canción no ha sido -ni es ahora- una de mis favoritas, pero sin duda hoy tiene un significado distinto. El libro además ofrece referencias musicales y literarias, propias de un tiempo y un espacio específicos -Tokio a finales de los sesentas-, y que de alguna manera han permanecido hasta hoy y pueden proyectarse en otros lugares.
No me parece atrevido afirmar que desde el inicio supe de qué iba la novela. Es obvio y uno sabe lo que va a pasar, pero te provoca seguir leyendo. Toru Watanabe es golpeado por los recuerdos al escuchar, en el aeropuerto de Amsterdam, Norwegian Wood. Piensa en Naoko, pero asegura que no puede recordarla, que le cuesta, a pesar de su promesa de no olvidarla nunca. Describe cómo fue que ocurrió, cómo de evocarla en fracciones de segundo, el tiempo fue alargándose hasta que ya no le fue posible precisar su imagen. Y curiosa o paradójicamente, en la novela asistimos a un asimiento de recuerdos, a la reconstrucción detallada que a final de cuentas modela la figura de Naoko y del mismo Toru 18 años antes.
Es una novela de aventuras y desventuras, de mucho solitario amor, de madurez e inmadurez, del desasosiego, la incomprensión del mundo. Llegando a este punto, comprendo que para quien haya leído algo más en este blog está de más explicar por qué me ha gustado esta novela. Y es que la angustia igual vive a los 20 que a los 28 años, o asalta en un aeropuerto a los 37, porque quizás por mucho que vivamos, por mucho que sepamos, por mucho de eso que algunos llaman madurez, nunca dejamos de estar en la nada, sólo en un espacio, sin saber en dónde es.
Lo que escribo, pues, se une a las muchas recomendaciones y mejores comentarios, reseñas y críticas que sobre el libro se han escrito. Léanla, vale demasiado la pena. Además hay que acotar que, aunque no he leo japonés, supongo una buena traducción, o al menos un esfuerzo por lograr una redacción excelente, que sale del común denominador de esas traducciones que muestran un estilo igual sin importar el autor.
Haruki Murakami, Tokio blues. Norwegian Wood, Tusquets, 483 págs.
"El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso."
Hace unos días le dije a Miguel Ángel que mi clasificación de libros se reduciría a tres escalas: malos libros, buenos libros, y libros que son una maravilla. Los primeros, quizá los que son mayoría, son libros que ni siquiera he terminado (¿para qué perder tiempo?), y de los cuales no hablo aquí -lo que puede explicar las pocas lecturas registradas en este espacio, porque tampoco juzgo un libro por sus primeras dos hojas, les doy una oportunidad a veces por demás generosa. Hay muchos libros malos entre las lecturas de libros buenos, y mucho más entre los libros que son una maravilla. Tokio blues pertenece a esta última categoría.
Una historia básica sobre la experiencia sentimental (como otros libros aquí referidos), el libro narra la historia de Toru Watanabe, un joven que vive en Tokio, asiste sin demasiado interés a la universidad, lee mucho (que no significa que lea muchos libros), bebe whisky y vive en la nada, entre la vida y la muerte, entre la imposibilidad y el amor por Naoko... y después la certeza de Midori.
El libro lleva por subtítulo Norwegian Wood, que ya da de que pensar a los melómanos beatlemaniacos, y a los que no son pero saben, también. En lo personal, aunque la conocía, esa canción no ha sido -ni es ahora- una de mis favoritas, pero sin duda hoy tiene un significado distinto. El libro además ofrece referencias musicales y literarias, propias de un tiempo y un espacio específicos -Tokio a finales de los sesentas-, y que de alguna manera han permanecido hasta hoy y pueden proyectarse en otros lugares.
No me parece atrevido afirmar que desde el inicio supe de qué iba la novela. Es obvio y uno sabe lo que va a pasar, pero te provoca seguir leyendo. Toru Watanabe es golpeado por los recuerdos al escuchar, en el aeropuerto de Amsterdam, Norwegian Wood. Piensa en Naoko, pero asegura que no puede recordarla, que le cuesta, a pesar de su promesa de no olvidarla nunca. Describe cómo fue que ocurrió, cómo de evocarla en fracciones de segundo, el tiempo fue alargándose hasta que ya no le fue posible precisar su imagen. Y curiosa o paradójicamente, en la novela asistimos a un asimiento de recuerdos, a la reconstrucción detallada que a final de cuentas modela la figura de Naoko y del mismo Toru 18 años antes.
Es una novela de aventuras y desventuras, de mucho solitario amor, de madurez e inmadurez, del desasosiego, la incomprensión del mundo. Llegando a este punto, comprendo que para quien haya leído algo más en este blog está de más explicar por qué me ha gustado esta novela. Y es que la angustia igual vive a los 20 que a los 28 años, o asalta en un aeropuerto a los 37, porque quizás por mucho que vivamos, por mucho que sepamos, por mucho de eso que algunos llaman madurez, nunca dejamos de estar en la nada, sólo en un espacio, sin saber en dónde es.
Lo que escribo, pues, se une a las muchas recomendaciones y mejores comentarios, reseñas y críticas que sobre el libro se han escrito. Léanla, vale demasiado la pena. Además hay que acotar que, aunque no he leo japonés, supongo una buena traducción, o al menos un esfuerzo por lograr una redacción excelente, que sale del común denominador de esas traducciones que muestran un estilo igual sin importar el autor.
Haruki Murakami, Tokio blues. Norwegian Wood, Tusquets, 483 págs.
"El conocimiento de la verdad no alivia la tristeza que sentimos al perder a un ser querido. Ni la verdad, ni la sinceridad, ni la fuerza, ni el cariño son capaces de curar esta tristeza. Lo único que puede hacerse es atravesar este dolor esperando aprender algo de él, aunque todo lo que uno haya aprendido no le sirva para nada la próxima vez que la tristeza lo visite de improviso."
Toru Watanabe
4 comentarios:
Lo tendré en la lista para cuando esta mierda se mejore y me sobren unos pesillos para darme un gusto, gracias por compartirlo :)
Sé que te gustará... ya platicaremos.
Hace poco me recomendaron este libro y ahora seguro lo compraré. Por cierto, sé que te gusta la literatura de Pérez Subirana. Hace poco lo contacté por facebook, ja, y ya me recomendó una novelas y me dijo que está escribiendo su tercera novela, pero que va lento. Si es que no tienes su correo -pues noté que te dejó un comentario en tu blog-, búscalo por facebook.
Saludos y buen texto. Leeré Tokio Blues.
Totto.
He terminado esta tarde Tokio Blues, me ha dejado una extraña sensación que tiene algo de nostalgia y alegría por lo que tengo.
Nos vemos!
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