lunes, 29 de abril de 2013

Finlandia

Finlandia era un país que no me interesaba demasiado conocer hasta hace unos días. Primero leí una nota acerca de los retos que ha asumido el gobierno de aquel país en cuanto a la educación de las nuevas generaciones. Después revisé algunos datos sobre la liga de futbol. Luego vi un capítulo de una de mis series favoritas donde uno de los personajes estudia finés. Al día siguiente un amigo hizo un comentario, quizá casual, acerca de Finlandia, y por la tarde encontré un cuento que habla sobre ese país, aunque es obra de un escritor noruego.

Si miro fotos de Finlandia en internet en casi todas hay paisajes nevados, diferentes formas del blanco y de la desolación. Me recuerdan a algunas de las imágenes que me han hecho añorar Hokkaido en invierno: un lugar que no conozco y en el cual quisiera habitar al menos durante un par de jornadas. En ambos casos fácilmente me imagino llegando a una casa solitaria luego de caminar durante horas; la luz es baja y sacudo la nieve que no he tocado de mis botas, pongo al fuego alguna bebida que endulzaré con licor, me recuesto; pienso que las horas se miden de forma diferente en ciertos lugares.


Por estos días he vuelto a soñar con gente de mi pasado y con gente que hubiera querido pero no pude conocer. Y hoy desperté con esa idea japonesa del hilo rojo del destino rondando mi cabeza; esa idea según la cual un hilo rojo irrompible e invisible conecta a las personas destinadas a encontrarse sin importar tiempo, lugar o circunstancias. Tal vez un hilo así me une con ciertos lugares que extraño sin conocer. Tal vez es únicamente que el temperamento melancólico me invade de nuevo. O quizás es sólo mi cerebro jugándome la mala pasada de perderme en situaciones oníricas en lugar de fijarme en el día y la gente y los espacios y las circunstancias que tengo delante.

Por el momento pienso que no. Escribo y después de esto dejaré de pensar en Finlandia. En unos meses espero cancelar todas mis deudas y de nuevo podré poner sobre el escritorio donde dibujaba mi futuro las posibilidades de viaje que yacen en el cajón. Hokkaido, Finlandia, el lugar que sea. De cualquier manera tendrán que esperar un trayecto previo y adeudado a mí mismo, y de cualquier manera tendrán cabida en ese sendero donde selectivamente coloco los anhelos que sin falta habré de cubrir.