miércoles, 30 de diciembre de 2009

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Según la RAE: Ánimo (Del lat. anĭmus, y este del gr. ἄνεμος, soplo). 1. m. Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana.

Estos días mi ánimo no ha estado alegre. No es depresión decembrina o navideña, es depresión a secas. Las cosas hay que nombrarlas, no simularlas. Padezco episodios depresivos de vez en cuando, desde hace no sé cuánto tiempo, quizá siempre, caracterizados por la desesperación, la desesperanza y la falta de creencia en un futuro posible y agradable.

Ayer por la noche fui con los amigos con quienes compartiré la cena de año nuevo. Sé que no mostré entusiasmo. Pero la culpa ha sido de mi estado anímico. La cena, la compañía que tendré esa noche, el plan desde que surgió hasta como lo hemos venido ejecutando, todo me entusiasma sobremanera.

La cosa, el problema, lo que jode son esas etapas depresivas. No puedo negar que el final del año tiene que ver; pensar: "un año más y sigo aquí". Pero también está la otra parte, la que acepta ciertas cosas, la que ya no crea fantasías acerca de la vida ideal, acerca de huir y suspender la vida que he llevado hasta ahora. Es esta parte que quizá ha madurado (¿quién soy para afirmar que he madurado?, declarar algo así ¿no podría resultar hasta pedante?), en el mejor de los casos; esta parte que alcanza por instantes algo de estabilidad y alegría. Es la misma parte que me ha llevado del verbo al acto en algunas intenciones, en algunos planes. Una parte que sigue creciendo y que espero alimentar correctamente, porque a veces también me confunde la conformidad con el conformismo.

Y mi ánimo hoy se mueve justo en esa confusión, entre no saber si estoy un tanto conforme o un tanto conformista, entendidos como Javier Marías lo escribió hace unos años en su columna de El País Semanal: "También entonces era pobre y sufrido y estaba lleno de gente conforme, lo cual –nunca me canso de señalarlo– no es lo mismo que conformista, como no son sinónimos la conformidad y el conformismo. Lo segundo es lamentable. Lo primero suele ser admirable, y consiste principalmente en saber encajar sin quejarse en exceso, y en saber perder cuando se merece o es lo que toca".

Sé que más bien es lo primero; no sé si de verdad es admirable, pero al menos sí me parece mejor que la simple adaptación sin más y por que sí. 

Hay muchas cartas sobre la mesa y la intención, no del año nuevo sino desde hace algún tiempo impreciso, es escoger las correctas y jugarlas de la mejor manera que me sea posible. No hay nada fácil, y ya veré hacia dónde se mueve o dirijo mi ánimo. 

Estos días me han resultado deprimentes y excesivos en la nota baja, pero hoy por la mañana la canción de Mikel Erentxun A un minuto de ti signó el ánimo del día y creo que la tranquilidad se asoma. 

No espero nada del próximo año, sólo la oportunidad de tomar las decisiones correctas. Por lo pronto, para mañana por la noche, sin mayor pirotecnia que la buena compañía, con un par de ausencias, eso sí, cenaré e iniciaré el año con las personas con las que he comenzado a armar eso que puede llamarse familia; y esto último, aunque anoche no se haya notado, es algo que me ha brindado felicidad completa en las últimas semanas.

viernes, 18 de diciembre de 2009

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En la revista donde trabajo hay una sección dedicada a dar voz a los lectores. La mayor parte de los textos que llegan y se publican es respecto a personas que han fallecido. Mucho más que los artículos que he corregido o elaborado, casi siempre la voz de los lectores me saca por un momento de la oficina y me revela un lado más cálido en las personas. Hoy, no sé si es algo en el ambiente o la acumulación de pensamientos en los días pasados, esta situación se hizo más fuerte. Me pregunté ¿por qué la gente escribe de sus muertos?, ¿por qué no enviar algo distinto? Y la respuesta que aventuré fue que a final de cuentas es una manera de buscar la permanencia de los que ya no están. Me sentí identificado, porque yo con mis recuerdos y evocaciones no hago sino mantenerme cerca de los muertos, personas, situaciones o lugares, quizá yo mismo. Aquí estoy como siempre, a medio camino entre perderme en la nostalgia o sujetarme a la esperanza de lo que habrá de llegar, y aprendiendo aún a disfrutar el presente. En este momento dudo si he dejado ir lo que es conveniente que deje ir, si es verdad lo que me he dicho, lo que pienso, pero supongo que la pregunta será constante en mi vida, porque volver a los que ya no están (algunos siguen viviendo, lo que resulta más difícil), al que fui, a los lugares que no he vuelto a ver es una manera de asegurarme que he estado ahí, aquí, que no ha sido una tontería levantarme cada día (aunque algunos haya resultado muy difícil), que vale la pena la vida que llevo y, más que nunca y como siempre, las personas que están a mi lado sin importar tiempos y distancias.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Lunes

Desperté, volví a acostarme, dormí. Repetí la secuencia varias veces. Hoy no fui al trabajo. He recordado mi época de "lunes al sol", la cual comenzó casi tan pronto como terminé los estudios de licenciatura. Después de eso llegaron años de hacer casi nada, hasta que me incorporé a la vida laboral, que no quiere necesariamente decir que hubo una mejora. No puedo quejarme, sé que en este momento es casi un privilegio tener empleo, pero hay cosas que me siguen pareciendo cuestionables, aunque son tema para otra ocasión.

Al recordar mi época de "lunes al sol" también recordé una canción de Pulp y con ella a una persona a la que siempre la quise dedicar, pero por ser políticamente correcto nunca lo hice. Ahora ya no la veo, pero valga este espacio para hacerlo, en una de esas un día tropieza por aquí, ahora que lo políticamente correcto me parece una idiotez y prefiero la verdad por dura que sea.

Dejo esta maravilla de canción, en cuanto a música y letra:

You'll never live like common people,
you'll never do what common people do,
you'll never fail like common people,
you'll never watch your life slide out of view,
and dance and drink and screw,
because there's nothing else to do.


viernes, 30 de octubre de 2009

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Otra figura de la música que al pensarla me genera cierta tristeza es Buddy Holly, ídolo del mismo John Lennon. Cuando pienso en Buddy Holly vienen en particular dos canciones a mi mente y el recuerdo de un capítulo de Quatum leap donde alguien lo interpreta.
Para la persona con quien más he platicado de esto, quien no ubica a Buddy Holly, dejo estos videos.




jueves, 29 de octubre de 2009

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A propósito de algo que escribí hace unos días aquí, transcribo partes del hexagrama 29 del I Ching: K'an: Lo abismal (el agua).

Mediante la repetición del peligro uno se acostumbra a él. El agua da el ejemplo de una conducta correcta en tales circunstancias. Fluye más y más y llena todos los lugares por los cuales fluye, no retrocede ante ningún sitio peligroso, nada le hace perder su naturaleza. En todas las condiciones permanece verdadera a sí misma. De la misma manera, si uno es sincero al ser confrontado ante las dificultades, el corazón puede penetrar el significado de la situación. Una vez que hemos obtenido dominio interior de un problema, será natural que tenga éxito la acción que hagamos.

El agua llega a su meta fluyendo continuamente. Llena cualquier depresión sobre la cual fluye. El hombre superior sigue este ejemplo; él se ocupa de que la bondad debe establecerse como atributo del carácter, más que como una circunstancia accidental y aislada.

martes, 27 de octubre de 2009

-Siete canciones. -Reiko tomó un sorbo de vino y fumó un cigarrillo-. Ellos debían conocer muy bien la soledad y la dulzura de la vida humana, ¿no crees?
Con "ellos" Reiko se refería, por supuesto, a John Lennon, Paul McCartney y George Harrison.

Fragmento de Tokio blues, de Haruki Murakami


lunes, 26 de octubre de 2009

Hace poco escribí en un texto sobre la profunda tristeza que siento al pensar en John Lennon. A veces parece tonto, pero hay quienes marcan un poco o un mucho nuestras vidas sin que los conozcamos personalmente. En mi caso se reduce a un par de escritores y a dos o tres grupos o músicos. De vez en cuando me resulta demasiado triste que hayan matado a John Lennon, porque pienso que alguien me arrebató (y a mucha gente) la oportunidad de escuchar más cosas que me hubieran enseñado algo de la vida. 

A day in a life es una de las canciones que me llevan a cierto estado de ánimo, como reflexivo pasivo nostálgico esperanzado lleno de fe pero con calma, que la verdad no es exactamente así como lo he escrito, y sin embargo es tal como me siento ahora... Dejo el video. Sin duda una de las mejores canciones en la historia del rock. 

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Estaba muy ocupado en mi trabajo, y como navaja cortante me sorprendió esta frase: "Soy agua". Pensé en mí, obviamente, y en que más allá de las referencias astrológicas también me gusta la idea de identificarme con el agua a partir de las descripciones que proporciona el I Ching sobre ella. Segundos después recordé esta frase: "Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre", pero no logré ubicar dónde lo había leído, ni a quién pertenecía. Gracias al amigo google recordé que es el título de un libro de Bukowski. No recordé ningún poema que tuviera dicho verso, así que también me di a la tarea de buscarlo. En ese momento las urgencias laborales ya no me importaban (como ahora), únicamente quería hallar el poema. Es sorprendente la cantidad de admiradores, y más la cantidad de imitadores, que tiene el buen Henry Charles. Creo que así como hay una Iglesia maradoniana podría haber, sin mayores problemas, una Iglesia bukowskiana. En fin, la búsqueda y los resultados son lo de menos. Encontré una versión de un poema que contenía este y otros versos más que se mantenían agazapados en mi memoria en espera del momento de salir. Después reflexioné sobre mi admiración por Bukowski, que no es la misma que fue, como lo he dicho anteriormente aquí, pero que no dejará de existir por esa fuerza poética que alcanza con algunos versos. "Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre" tiene mucho más valor que el publicitario, porque hay que hay que decir que pega como título, aunque, a reserva de que me contradiga alguien que conozca mejor que yo la obra de Bukowski, hasta donde sé él nunca publicó un libro con dicho título. Ese verso también tiene mucha más fuerza que decir que soy agua, pero me gusta mi idea y espero encontrar los versos que la acompañen.

viernes, 23 de octubre de 2009

Los hijos de suicidas suelen pensar en matarse al caer la tarde,
cuando la sangre está falta de azúcar.

Los hijos de suicidas no suelen triunfar.
Generalmente encuentran algo a faltar en la vida.

Kurt Vonnegut en
Dios le bendiga Mr. Rosewater



A lo largo de dos años en este espacio he compartido buenos momentos, malos momentos, reflexiones (buenas o malas no soy quién para juzgarlo), música y algo sobre literatura. Mucho he hablado sobre cómo veo la vida, sobre lo que pienso, cómo actúo. Creo que incluso en alguna ocasión confesé que aquí en ocasiones me mostraba de una forma más abierta. Sin embargo, a pesar de la función de diván que ha ejercido con regularidad discontinua, nunca como hoy me ha resultado imprescindible la escritura aquí.

A veces cuando las cosas me ahogan siento la necesidad de hablar, que para mí es más bien escribir. Las situaciones más dolorosas no las platico, las escribo, quizá porque es más sencillo contarme a mí que otra persona. Sin embargo, a veces sucede que lo que me afecta concierne más otra persona y ahí no sé hasta qué punto es válido hablar. Así que sólo me queda hablar de lo propio.

Hace varios años, no sé cuántos, una noche de melancolía y nostalgia, llena de música, recuerdos y dos tragos de whiskey llegó un momento en que me dije "basta, hasta aquí". Entonces volví la mirada hacia el librero y ahí yacía una navaja. No puedo describir la sensación de ese momento, porque no se parece nada a cualquier otra, ni a la sensación que genera alguna droga, ni a la de la adrenalina, ni al nerviosismo; fue más parecido a estar y no estar, a sentirme ido de la mente aunque estuviera más que lúcido y consciente del correr de mis pensamientos y actos. Creo que lo más similar sería ese estado entre el sueño y la vigilia, pero tampoco es precisa la descripción.

Mis recuerdos aparecen con lagunas. En un momento estaba sentado en el piso de mi habitación, en el siguiente recostado en la cama, después viendo la navaja y luego contemplando su brillo junto a la piel de mi brazo. Del brillo vino un recuerdo, la recuperación exacta del instante en que me regalaron esa navaja, años atrás, en un mercado de importaciones en Aguascalientes. Podría jurar que en verdad viajé en el tiempo y me deslumbré con el sol resplandeciente de ese verano, a pesar de mis gafas oscuras de colores. El siguiente recuerdo es despertar y ver la piel de mi brazo maltratada, apenas abierta, sonreír y dejarme ir en el sueño.

Durante años contemplé el suicidio como una opción. Aunque solía decir que era una tontería, algo de cobardes, en el fondo buscaba convencerme de creer en eso. No conseguí descartarlo hasta ese día. Lo que ocurrió no fue resultado de una emoción desbordada, sino de una tranquilidad imperturbable, de ahí mi sorpresa. Si bien fue una noche de melancolía, he tenido noches y días peores; esa vez fue melancolía calmada. Después de eso ni en los peores momentos he vuelto a pensarlo como una solución para dar vuelta al dolor. Pero tampoco creo eso que quise venderme, ni lo contrario, es decir, no creo verdadero lo que dicen quienes opinan que es cobardía, ni quienes opinan que se necesita valor. Desde mi experiencia es sólo una decisión más, como tomar un CD del anaquel y ponerlo en el reproductor; quizá se deba a tanto tiempo que estuve pensándolo...

Años después de esa noche una persona muy, muy querida intentó quitarse la vida. Imagenes que espero algún día mi cerebro cicatrice... Hoy sé que un buen amigo ha pasado por eso, y de ahí que me aslaten estos pensamientos, reflexiones, recuerdos y que necesite escribir algo aquí.

Cada quien tiene su propia experiencia y con base en ella es que resuelve o continúa en el mismo camino. En mi caso, y aunque la mayoría de las veces parezca lo contrario, he decidido ser un optimista necio. Sé lo que es y no es para mí, y la muerte por mano propia no me corresponde. La vida es una perra pero vivir es maravilloso. Quisiera saber cómo funcionó mi cerebro para poder transmitirlo a la gente que quiero y que ha pasado por una situación similar.

En tanto encuentro la respuesta queda la mucha o poca compañia que pueda brindarles, pero compañía al fin y al cabo. Dejo los videos de dos canciones que me han acompañado en estos difíciles y emotivos días. Las dejo aunque un par de amigos se hayan negado a escucharlas esta tarde... las dejo en especial para ellos...





jueves, 22 de octubre de 2009

Hoy me di cuenta de que he caído en el automatismo. Me levanto, voy a trabajar, salgo de trabajar, voy a casa, leo, veo TV, y ya. Le he dado la vuelta al futuro.
Hay quienes casi al nacer saben qué quieren hacer en la vida; otros más lo descubren en la adolescencia; otros más no sabemos cuándo, o si acaso, pasará.
He perdido, relativamente, la visión más allá de fin de mes. Pienso en el futuro, hago planes, pero en el aspecto práctico no me importa demasiado mas que lo que resulta inmediato o a corto, cortísimo plazo. ¿Será que en estos días me resulta difícil creer?
Dejo una rolita que me ha dado vueltas en la cabeza desde hace unas semanas...

Me asomé a mis adentros, sólo vi viejos cuentos y una manera insólita de sobrevivir. Miré hacia todos lados, dije "Dios, ¡qué ha pasado!"...


domingo, 18 de octubre de 2009

Los barcos

Esta canción simplemente me mueve en diversos estados de ánimo. Creo que hoy he recordado a la mayoría (si no es que ala totalidad) de la gente que ha significado algo en mi vida; he sentido alegría, melancolía, nostalgia, esperanza; y he reflexionado acerca de quienes a final de cuentas pueden llegar significar algo, y en quienes, por necesidad o azar, han dejado de hacerlo, lo cual no significa que de cierta forma, extrañamente feliz, no duela:

Comer la sal y el azúcar al mismo tiempo...

sábado, 10 de octubre de 2009

Odio casi tanto como amo

Hace unos momentos pensaba en Mariana y vino una frase a mi mente que de nuevo he olvidado. La oración anterior es correcta: he olvidado la frase y he olvidado mi mente. Pensaba, eso sí lo recuerdo, en lo que se nos muere, en que es normal y que lo malo sobreviene cuando dejan de nacer cosas nuevas... ¿En qué momento estamos?
También me di una vuelta por varias personas, y casi no logro encoontrar a gente que me importe o al menos me interese. Ni siquiera puedo decir como Kerouac que sólo me importan los locos, porque al pensar en la gente que quiero o procuro no consigo encontrar razgos similares entre ellos. No demasiados.
Odio, odio mucho, demasiado, casi tanto como amo, pero no sé bien qué o a quién odio... O acaso trato de ocultar que el qué es mi vida y el quién yo mismo... No lo sé, sólo me queda la frase: odio casi tanto como amo. Y está bien, no pretendo cambiarlo, no por ahora.
Sigo empeñado en hacerme lo que racionalmente podría llamar daño, pero emotiva y creativamente llamo bien... Sigo en la disposición de alejarme, no huir, únicamente recluirme. No quiero saber nada de mucha gente que conozco o he conocido o hemos coincidido. Solo algunas personas, ellos saben quiénes son. Lo siento, pero mi capacidad de tolerancia (me incordia esta palabra, pero sirve) es cada vez menor.
Quiero vivir sólo con lo esencial, en sentido material y espiritual. De ahí que me quede con los recuerdos, con ciertas palabras, con algunos olvidos, unas cuantas personas, dos o tres sueños, muchas preguntas y demasiadas fantasías.
Al llegar aquí reflexiono y critico, ¿de verdad odio casi tanto como amo?
Sigo considerándome un optimista empedernido, aunque la mayor parte del tiempo parezca lo contrario.
Dejo una canción que hace unos días me pasó un amigo. Una melodía que me ha acompañado, que sonó en mi memoria, que vivía en mí de algún tiempo anterior a manera de olvido, y hoy se aclara como un recuerdo más que visible, a pesar de estar cubierto de neblina.



viernes, 2 de octubre de 2009

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El ritmo de la semana, el ánimo, los pensamientos, todo ha ido desde lo bajo hasta lo alto, de lo luminoso a la oscuridad, en un recorrido por la escala de grises, de un segundo a otro, con una constancia que agota.
Nostalgia, mucha nostalgia como siempre.
Desde la semana pasada, le comentaba a una amiga, decidí lastimarme, echarme más de este estado de ánimo tan recurrente, porque a final de cuentas es el que me resulta más creativo.
Hace algunos días, no sé si al leer algo o al ver algo en video, alguien decía algo similar. Me dije "no lo olvidaré", pero ahora no lo recuerdo.
Hoy es un día en el que algunos conservamos la memoria, en el que otros no, pero igual ronda un No se olvida cada vez más ajeno. Yo conservo cierta memoria de algunas cosas que considero importantes, más allá de mi afinidad con la opinión de otras personas. Pero a la vez la cercanía de la muerte me hace pensar lo transitorio que resulta todo, estas mismas letras que aparecen en pantalla y que con un botón en sentido contrario pueden desaparecer.
Quiero comenzar una nueva autodestrucción que devenga en la construcción más importante que haya emprendido hasta este tiempo, y sí, por qué no, en la primera que concluya totalmente.
Las cosas están puestas, las herramientas dadas... Veremos que pasa...
A final de cuentas todo esto dejará de existir algún día, y no me quedan muchas ganas para seguir en algo fuera de aquello que existe en mi cabeza y quiere tomar una forma más tangible...
Trascender o no, la decisión está tomada, y no se trata de cantar a la muerte, si no a la vida aunque sea desde el lugar más fúnebre.
Dejo un video que de cierta forma me hizo recaer en esta reflexión, porque la División del Placer cayó con una soga, pero un Nuevo Orden llegó, y siguió... al igual que la vida...




True faith, de New Order

I feel so extraordinary
Something's got a hold on me
I get this feeling I'm in motion
A sudden sense of liberty
I don't care 'cause I'm not there
And I don't care if I'm here tomorrow
Again and again I've taken too much
Of the things that cost you too much
I used to think that the day would never come
I'd see the light in the shade of the morning sun
My morning sun is the drug that brings me near
To the childhood I lost, replaced by fear
I used to think that the day would never come
That my life would depend on the morning sun.

When I was a very small boy
Very small boys talked to me
Now that we've grown up together
They're afraid of what they see
That's the price that we all pay
Our valued destiny comes to nothing
I can't tell you where we're going
I guess there was just no way of knowing
I used to think that the day would never come
I'd see the light in the shade of the morning sun
My morning sun is the drug that brings me near
To the childhood I lost, replaced by fear
I used to think that the day would never come
That my life would depend on the morning sun.

I feel so extraordinary
Something's got a hold on me
I get this feeling I'm in motion
A sudden sense of liberty
The chances are we've gone too far
You took my time and you took my money
Now I fear you've left me standing
In a world that's so demanding
I used to think that the day would never come
I'd see the light in the shade of the morning sun
My morning sun is the drug that brings me near
To the childhood I lost, replaced by fear
I used to think that the day would never come
That my life would depend on the morning sun.

viernes, 25 de septiembre de 2009

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Sobrevalorados, sí, pero de vez en cuando sacan una genialidad o una canción precisa para un momento en específico...

La del estribo, jefe...

Si sigo así uno de estos días voy a beberme hasta el agua bendita, aunque sepa bien que es una mentira amarga... ¿Quién se apunta?

martes, 22 de septiembre de 2009

No creo en la vía pacífica

no creo en la vía violenta
me gustaría creer en algo - pero no creo
creer es creer en Dios
lo único que yo hago
es encogerme de hombros
perdónenme la franqueza
no creo ni en la Vía Láctea

Nicanor Parra

martes, 15 de septiembre de 2009

Patrick Swayze

Si nos ponemos en una actitud de intelectual recalcitrante, que en la mayoría de los casos es una forma amable de disimular la amargura, puede ser criticable e incompresible la tristeza generada por la muerte de un actor, quien a final de cuentas no es sino un desconocido. (Curiosamente no se toma la misma actitud ante un escritor o un académico, vaya parcialidad)

He leído sólo el titular, lo que tenga que decir una agencia o un reportero no me importa, desde hace meses se sabía lo que iba a pasar, incluso él decidió no dejar los cigarrillos. He leído con tristeza el titular que anuncia que murió Patrick Swayze.

No es mi idea ofrecer una semblanza, muy a la orden del día. Baste decir que es un actor a quien recuerdo en varias películas que me gustaron cuando era menor, y particularmente una con la que crecí: The outsiders.

Quiero dejar un video del inicio de esta película, donde Swayze no es el protagonista, pero me parece que luce en uno de sus mejores momentos, como Darrell Curtis, el hermano mayor de Sodapop y Ponyboy Curtis (por lo demás dos de los mejores nombres que he visto en cine).


domingo, 13 de septiembre de 2009

Ciclotímico o bipolar

Quería comenzar este texto con una frase contundente acerca de la pobreza. Pero lo cierto es que no puedo escribir de eso porque nunca la he padecido como otros personas; al menos un plato de comida y techo he tenido siempre, cosa difícil en un mundo como este y en este país donde la clase media es la forma paternalista de llamar a los pobres, donde los pobres son llamados así por quienes sí tienen dinero para no decirles "jodidos", y donde la "pobreza extrema" se me aparece como una burla de los intelectuales para tratar de explicar algo que se aleja de toda comprensión, un término que equivaldría a un nivel más allá de la supervivencia.

Mis problemas son menores, eso me queda claro. El hecho de poder escribir aquí me lo escupe en la cara. Y resulta que a veces cuando algo me saca, así sea por un breve periodo, de mi estilo de vida no sé qué hacer y el panorama se oscurece (supongo que no soy el único).

Hoy, por ejemplo, se suponía que iría al cine para ver al menos una película del ciclo de cine japonés del cual proyectaba, a finales de agosto, ver casi la totalidad. Una serie de circunstancias han hecho que el plan se venga abajo, así que hoy, al menos hoy, quería sentarme frente a la pantalla a disfrutar Rashomon, de Akira Kurosawa, una de mis películas favoritas en toda la historia. No ha sido posible. La falta de solvencia se me ha atravesado. Algo temporal, espero, nada de qué quejarme pues, como dije, al menos tengo la oportunidad de escribir esto desde una habitación y en unas horas podré hacer mi tercera comida del día; también, de hecho, podré sentarme frente al televisor a ver la misma película en la copia que hace varios meses obtuve por medio de Iván.

Comencé a escribir con mal ánimo. Sigue estando. Antes pensaba que el placebo de la vida cotidiana vendría con nombre de mujer, en forma de sueños y en las letras de los libros por escribir. Hoy no estoy muy convencido de eso. Hoy no encuentro los comunes alicientes, los usuales asideros para seguir respirando. Hoy me canso de la vida, hoy me doy por vencido, pueden irse todos al carajo.

Sin embargo, también he reparado que mi situación no es extrema, que la situación de los seres que amo tampoco lo es, que todo podría ser peor y aun así habría modo de mirar hacia adelante.

Por la mañana me encontré de golpe con una insinuación del pasado, con una especie de cachetada para dejarme caer la realidad de mis errores, de las cosas que he dejado de hacer, por desidia o por otros.

A esta hora del día, luego de escribir los primeros párrafos, insisto en darme cuenta que no es tan grave. Y aunque esta no tanta gravedad no asegura que el espacio seguro permanezca, quiero imaginarme que así será.

Ciclotímico o bipolar, por un lado me rindo, no puedo más, pero por el otro se asoma el viejo rayo del optimismo y la esperanza que nunca he de dejar desaparecer.

sábado, 12 de septiembre de 2009

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Hace varios años leí American Psycho. La recomendación surgió de una clase de narrativa, donde el maestro habló impresionado de las primeras muchas páginas de la novela (él dijo 70) donde prácticamente, según sus palabras, "todo era sólo un catálogo de marcas, pero no te aburría". Cuando leí la novela no estuve muy de acuerdo en una parte de la afirmación: no todo eran marcas, aunque sí, no aburre a pesar de que parece que no pasa nada hasta que vienen las primeras frases que te dejan ver la violencia que corre por la mente del protagonista.

American psycho me gustó muchísimo. Recuerdo haberla leído en días de convalecencia por una cirugía bucal desastrosa que me tuvo fuera de combate varias jornadas. Entre esa novela y algo de Bukowski se me fueron los días anestesiado. Tiempo después traté de leer algo más de Bret Easton Ellis, pero nunca me atrapó al nivel de esa maravilla. El libro se perdió, en las manos de algún amigo o conocido debe etar, pero no sé de quién. Años depués lo conseguí, aunque la portada ya no era la misma que también me había gustado.

Además de la historia hubieron otras cosas importantes a raíz de esa novela: un mayor acercamiento a la que ahora es mi banda de rock favorita (aunque ya no existe), así como a otra música de la década de los ochenta.

De Talking heads aparece un epígrafe al inicio del libro: "And as things fell apart, nobody paid much atenttion". La frase de por sí es contundente y es uno de los mejores epígrafes que he leído.

En la novela se menciona a otros músicos, Patrick Bateman (el protagonista) da una suerte de cátedras acerca de Huey Lewis and the news y Phil Collins, entre otros; incluso en la película creo que también hay una escena donde explica algo de No jacket required, de Phil Collins, mientras suena la extraordinaria "Sussudio". En días pasado adquirí ese disco luego de años de decidia y al abrir el booklet me sorprendió leer algo que me hizo reflexionar cosas demasiado existencialistas para esta entrada. Baste decir que todo, absolutamente todo, en la vida es pasajero. Esto dice el booklet acerca del CD:

The Compact Disc Digital Audio System offers the best possible sound reprofduction -on a small, convenient sound-carrier unit. The Compact Disc's remarjable performance is the result of a unique combination of digital playback with laser optics. For the best results, you should apply the same care in storing and handling the Compact Disc as with conventional records. No further cleaning will be necessary if the Compact Disc is always held by the edges and is replaced in this case directly after playing. Should the Compact Disc become soiled by fingerprints, dust or dirt, ir can be wiped (always in a straight line, from center to edge) with a clean and lint-free soft, dry cloth. No solvent or abrasive cleaner should ever be used on the disc. If you follow these suggestions, the Compact Disc will provide a lifetime of pure listening
enjoyment.

Al menos a mí me provocó cierta nostalgia y extrañeza respecto de la actualidad...

En fin, dejo un video de la canción que más me gusta de ese disco.

Hoy es un día como para ver Back to the future, The Goonies, The lost boys, o cualquier película donde aprezcan River Phoenix o Corey Feldman; para releer a Easton Ellis, y para llenarme de este sonido ochentero...


viernes, 28 de agosto de 2009

Un texto de Leonardo Boff

Una de la muchas cosas que en algún momento estudié, aunque he dejado de lado es la Teología de la liberación. Uno de los nombres más conocidos es Leonardo Boff, quien ha defendido sus ideas al punto de quedar fuera de la Institución (Iglesia católica) dentro de la cual se formó y en la cual participó desde una postura crítica y criticada.

Hace un par de semanas, por cosas del trabajo, me encontré la columna semanal que publica en un sitio web de servicios bíblicos (http://www.servicioskoinonia.org/boff/). Me permito reproducir la de esta semana, tiene algunas frases que me gustaron mucho:

Ellos tienen derecho a poder entrar en este mundo mínimamente habitable y con las condiciones necesarias para una vida decente que no sólo les permita sobrevivir sino florecer e irradiar.

Porque amamos las estrellas no tenemos miedo de la oscuridad.


Más allá de la postura o impostura religiosa que cada quien posea, considero que leer las palabras de Boff siempre deja algo que pensar, a final de cuentas es un intelectual de primera línea.

Aquí está el texto de esta semana.



¿Cuál será el futuro de nuestros nietos?


Mirando a mis nietos jugando en el jardín, saltando como cabras, rodando por el suelo, y subiendo y bajando de los árboles, me surgen dos sentimientos. Uno de envidia, pues ya no puedo hacer nada de eso con las cuatro prótesis que tengo en los miembros inferiores. Y otro de preocupación: ¿a qué mundo tendrán que enfrentarse dentro de algunos años?

Los pronósticos de los especialistas más serios son amenazantes. Hay una fecha fatídica o mágica de la que hablan siempre: el año 2025. Casi todos afirman que si ahora no hacemos nada o no hacemos lo suficiente, la catástrofe ecológico-humanitaria será inevitable.

La lenta recuperación de la actual crisis económico-financiera que se nota en muchos países, todavía no significa una salida de ella. Solamente que terminó la caída libre. Vuelve el desarrollo/crecimiento, pero con otra crisis: la del desempleo. Millones de personas están condenadas a ser desempleados estructurales, es decir, que no volverán a ingresar en el mercado de trabajo, ni siquiera quedarán como ejército de reserva del proceso productivo. Simplemente son prescindibles. ¿Qué significa quedar desempleado permanentemente sino una muerte lenta y una desintegración profunda del sentido de la vida? Añádase además que hasta esa fecha fatídica están pronosticados de 150 a 200 millones de refugiados climáticos.

El informe hecho por 2.700 científicos «State of the Future 2009» (O Globo de 14.07/09) dice enfáticamente que debido principalmente al calentamiento global, hacia 2025, cerca de tres mil millones de personas no tendrán acceso a agua potable. ¿Qué quiere decir eso? Sencillamente, que esos miles de millones, si no son socorridos, podrán morir de sed, deshidratación y otras enfermedades. El informe dice más: la mitad de la población mundial estará envuelta en convulsiones sociales a causa de la crisis socio-ecológica mundial.

Paul Krugman, premio Nóbel de economía de 2008, siempre ponderado y crítico en cuanto a la insuficiencia de las medidas para enfrentar la crisis socioambiental, escribió recientemente: «Si el consenso de los especialistas económicos es pésimo, el consenso de los especialistas del cambio climático es terrible» (JB 14/07/09). Y comenta: «si actuamos como hemos venido haciéndolo, no el peor escenario, sino el más probable será la elevación de las temperaturas que van a destruir la vida tal como la conocemos».

Si probablemente va a ser así, mi preocupación por los nietos se transforma en angustia: ¿qué mundo heredarán de nosotros? ¿Qué decisiones se verán obligados a tomar que podrán significar para ellos la vida o la muerte?

Nos comportamos como si la Tierra fuese nuestra y de nuestra generación. Olvidamos que ella pertenece principalmente a los que van a venir, nuestros hijos y nietos. Ellos tienen derecho a poder entrar en este mundo mínimamente habitable y con las condiciones necesarias para una vida decente que no sólo les permita sobrevivir sino florecer e irradiar.

Los escenarios a los que nos hemos referido nos obligan a soluciones que cambian el cuadro global de nuestra vida en la Tierra. No sirve seguir ganando dinero con la venta del derecho a contaminar (créditos de carbono) y con la economía verde. Si el genio del capitalismo es saber adaptarse a cada circunstancia, siempre que se preserven las leyes del mercado y las oportunidades de ganancia, ahora debemos reconocer que esta estrategia no es ya posible. Precipitaría la catástrofe previsible.

Si queremos tener futuro, debemos partir de otras premisas: en vez de explotación, sinergia humanos-naturaleza, pues Tierra y humanidad forman un único todo; en lugar de competir, cooperar, base de la construcción de la sociedad con rostro humano.

Me dan alguna esperanza los teóricos de la complejidad, de la incertidumbre y del caos (Prigogine, Heisenberg, Morin) que dicen: en toda realidad funciona la siguiente dinámica: el desorden lleva a la auto-organización y a un nuevo orden, y así, a la continuidad de la vida en un nivel más alto. Porque amamos las estrellas no tenemos miedo de la oscuridad.

Leonardo Boff

jueves, 27 de agosto de 2009

Roque Dalton y yo

I
Conocí la poesía de Roque Dalton cuando tenía 20 años y cursaba el primer semestre de la licenciatura. En ese momento Roque Dalton sólo era un nombre, algo intangible que había oído mencionar alguna vez. Entonces decidí indagar un poco y dos datos me fueron suficientes: fue guerrillero y poeta. Desde mi perspectiva de aquella época no había mucho más que pudiera provocar que me interesara en conocer la vida y la obra de alguien, pues Roque Dalton representaba dos de las actividades que consideraba verdaderamente humanas: poeta, porque de nada valen el mundo y la vida si no hay quien deje testimonio de ellos, y guerrillero, porque de nada sirve el tránsito en este mundo si no procuras un cambio para hacerlo mejor, ya no para ti mismo, sino para quienes vengan después.

Fue así que un buen día conseguí una antología a préstamo de la biblioteca de mi facultad. Bastó leer un poema, dos, para darme cuenta de que ante mí se abría un mundo, pero que, desafortunadamente, se trataba de un mundo que en ese momento no habría de explorar. (De vez en cuando me he encontrado con una obra cuyos alcances sé que no lograré percibir, ya sea por mi circunstancia, por mi ignorancia, porque el puto cielo no está de color azul -hablo de obra literaria como el total de un escritor-)

Leí una y otra vez esos poemas. Los leí a compañeros de la licenciatura que apenas alcanzaban a mirarme un tanto extrañados, sorprendidos no sé por qué o de qué. Los leía como diciendo: "¡Entiendan!, ¡esta es una verdad irrefutable! Quizá los leía así porque intuía algo que hasta ahora no deja de ser sino un presentimiento no sé de qué. Temeroso, apenas alcancé a ojear unos cuantos poemas más. Luego de que expiró la fecha de devolución mantuve el libro bajo mi brazo varios días más. Finalmente decidí regresarlo, en todo caso en algún otro momento podría pedirlo de nuevo.

Para mi sorpresa, al volver a buscarlo, tan solo un par de días después, el libro había desaparecido. Alguien tuvo a mal robarlo, porque desde entonces no lo he vuelto a ver, y ya van nueve años en los que, de vez en cuando, vuelvo a las estanterías de la biblioteca con la vana ilusión de hallar esa antología de Roque Dalton.


II
Ana, la niña cool amiga de mi novia, tuvo que viajar a El Salvador hace unos meses. Pensé tantas cosas: por qué no podría acompañarla y buscar información para la tesis que abandoné, pensé en pedirle libros sobre Ignacio Ellacuría, lo que pudiera encontrar sobre noviembre de 1989 en la UCA, algo sobre Arena, documentos del FMLN, hasta una camiseta de Monseñor Romero, el libro acerca Rutilio Grande escrito por Rodolfo Cardenal. Pero al final sólo alcance a decirle por impulso: "Si puedes, tráeme algo de Roque Dalton. Lo que sea".

Una semana después, en una de esas sesiones de cine en viernes por la noche que ya hacen falta, recibí como obsequio un libro de poesía y una novela. Simplemente los contemplé, los miré una y otra vez antes abrir las hojas.


III
El sábado fue un día de contrastes, de altas y bajas. Nota alta: ver a Iván; nota baja: se compró un LP que me hubiera gustado tener y no pude evitar sentir una ligera envidia (a veces soy una basura pero así pasó, creí que yo lo apreciaría más, un grupo importante en este año, asentado aquí mismo, al menos así me justifico). Nota alta: ver a Lalo; nota baja: no poder seguir la embebida programada. Nota alta: haber hecho todo lo posible por quedar bien con la gente que vería ese día; nota baja: no sirvió para un carajo.

Nota baja: quedarme sin ánimo para hacer algo; nota alta: salir a caminar en la noche. Nota baja: los altos precios de los libros; nota alta: por fin una antología de Roque Dalton, ¿será la misma?; nota alta: descubrir que sí; nota baja, mi presupuesto.

Nota alta: la plática con Miguel hasta casi media noche. Nota alta: haber releído esos poemas de nueve años antes.


IV
Creo que desde mi etapa alta de depresión no me había quedado sin dinero en la bolsa. Luego de meditarlo, después de pedir consejo a Mariana, fuimos a la librería por la antología de Roque Dalton.

Ese día, por la noche, mientras pensaba y recordaba lo que escribí arriba, me pregunté por qué antes no me había sentido capaz de recibir debidamente la poesía de Roque Dalton. No obtuve mucha respuesta.

También me pregunté por qué nunca pensé en él para un tema de investigación de tesis. He cambiado varias veces de tema, por eso es interminable, pero creo que en verdad sería algo agradable, algo que me motivaría. La respuesta a por qué no lo pensé antes es obvia. Entonces me pregunté si más adelante, en caso de continuar los estudios de postgrado algún espero no tan lejano día, quizá entonces podría plantearme una investigación sobre el poeta salvadoreño. Pero las preguntas más importantes fueron la siguiente: ¿a él le agradaría eso?, ¿podría hacer algo que no sólo fuera digno sino que incluso él mismo aprobaría? No sé si fue sugestión, no creo en las casualidades, pero juro que entonces sentí un escalofrío recorrer mis brazos y di por sentada la respuesta.

Quizá, como muchas cosas que pienso, sea sólo una linda idea en mi cabeza y no algo que algún día avance y vea la luz... Pero el escalofrío se ha repetido: al dar inicio a esta entrada y al llegar a esta línea.


V
Algunos poemas que leí entonces:

Estudio con algo de tedio

Clov: -Llora,
Hammn: -Luego vive.
(Diálogo de Fin de Partida, de Beckett)

Tengo quince años y lloro por las noches.

Yo sé que ello no es en manera alguna peculiar
y que antes bien hay otras cosas en el mundo
más apropiadas para decíroslas cantando.

Sin embargo hoy he bebido vino por primera vez
y me he quedado desnudo en mis habitaciones para salvar la tarde
hecha minúsculos pedazos
por el reloj.

Pensar a solas duele. No hay nadie a quien golpear. No hay nadie
a quien dejar piadosamente perdonado.
Está uno y su cara. Uno y su cara
de santón farsante.

Surge la cicatriz que nadie ha visto nunca,
el gesto que escondemos todo el día,
el perfil insepulto que nos hará llorar y hundirnos
el día en que lo sepan todo las buenas gentes
y nos retiren el amor y el saludo hasta los pájaros.

Tengo quince años de cansarme
y lloro por las noches para fingir que vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
hasta sueño que vivo.

Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.

Os habla, más que yo, mi primer vino
mientras la piel que sufro bebe sombra.


Los locos

A los locos no nos quedan bien los nombres.

Los demás seres
llevan sus nombres como vestidos nuevos,
los balbucean al fundar amigos,
los hacen imprimir en tarjetitas blancas
que luego van de mano en mano
con la alegría de las cosas simples.

¡Y qué alegría muestran los Alfredos, los Antonios,
los pobres Juanes y los taciturnos Sergios,
los Alejandros con olor a mar!

Todos extienden, desde la misma garganta con que cantan
sus nombres envidiables como banderas bélicas,
sus nombres que se quedan en la tierra sonando
aunque ellos con sus huesos se vayan a la sombra.

Pero los locos, ay señor, los locos
que de tanto olvidar nos asfixiamos,
los pobres locos que hasta la risa confundimos
y a quienes la alegría se nos llena de lágrimas,
¿cómo vamos a andar con los nombres a rastras,
cuidándolos,
puliéndolos como mínimos animales de plata,
viendo con estos ojos que ni el sueño somete
que no se pierdan entre el polvo que nos halaga y odia?

Los locos no podemos anhelar que nos nombren
pero también lo olvidaremos…


Hora de la ceniza

Finaliza Septiembre. Es hora de decirte
lo difícil que ha sido no morir.

Por ejemplo, esta tarde
tengo en las manos grises
libros hermosos que no entiendo,
no podría cantar aunque ha cesado ya la lluvia
y me cae sin motivo el recuerdo
del primer perro a quien amé cuando niño.
Desde ayer que te fuiste
hay humedad y frío hasta en la música.

Cuando yo muera,
sólo recordarán mi júbilo matutino y palpable,
mi bandera sin derecho a cansarse,
la concreta verdad que repartí desde el fuego,
el puño que hice unánime
con el clamor de piedra que exigió la esperanza.

Hace frío sin ti. Cuando yo muera,
cuando yo muera
dirán con buenas intenciones
que no supe llorar.

Ahora llueve de nuevo.
Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
como hoy.
Siento unas ganas locas de reír
o de matarme.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Fulano de alguien

Palabras más o palabras menos, Luis Humberto Crosthwaite, en una entrevista reciente, confesó que a lo mucho escribe una hora al día, pues además del trabajo entre ser padre y entre ser vato de su morra, le queda poco tiempo. ¡Cómo me identifiqué con esa línea! Si bien no tengo un hijo, tengo unas mascotas que también consumen mi tiempo, y no se diga de las horas que se desvanecen mientras estoy con Mariana.

Poco tiempo solo, que más bien uso para ver a algunos pocos amigos, o para perderme en alguna calle, biblioteca o tienda de discos, para leer poco, para escribir menos (esto que ven aquí es escrito en el trabajo, en pocos momentos de descanso entre una labor y otra, y como ya he dicho no es lo que algún día pretendería publicar).

Luego de leer las palabras de Crosthwaite me quedé pensando que quizá a mí me toca algo similar: dedicarme a escribir brevemente, una hora de vez en cuando. Después profundicé la reflexión y me cuestioné: ¿quizá no naciste para esto? Ta vez no esté en mí vivir la vida ideal del escritor: vivir escribiendo, vivir de escribir. Tal vez mi vida se conforme de algunos momentos para escribir (una obra más bien breve y quizá no tan buena); de seguir en un trabajo que si bien me gusta no representa lo que quiero hacer, pero es más bien seguro. En un primer momento se oye mal, pero entonces pienso: sí, mi vida se puede ir en esas tardes de largas pláticas con Mariana, con Iván, con Miguel, con Paco; en esas tardes de vagar con Mariana sin rumbo, de recorrer pasillos de tiendas sin fijarme en los productos, inmóvil mi mirada sobre sus ojos; se pueden consumir en los recorridos junto a mi perro; en las tardes y noches de películas encerrados en algo que gradualmente parece hogar; en esos fines de semana que se van como si no pasaran aunque en el fondo lo vivido deja exhausto. Veo perfectamente y sin lamentar que mi vida se puede ir en ser papá (por ahora de mis gordos bolas de pelo) y en ser vato de mi morra.

A veces digo, como Benedetti, quiero tiempo, necesito tiempo, pero lo cierto es que sé perfectamente en qué lo uso, y me place tanto que no me importan otras cosas. Sí, la literatura es una bomba de oxígeno, pero no la única y quizá, muy probablemente, no la más importante. Digamos que comparte el primer sitio.

Hace tiempo pensé en lo jodido que estuve hace un par de años. Pensé y me dije: estar jodido y sentir que el mundo se cae, estar jodido y no tener fuerza, estar jodido estar jodido estar jodido. Después levantarse y comenzar a caminar, y que de repente llegue el impulso en forma de mujer, sentir gradualmente que bajas la guardia, que vuelves a confiar; quizá nunca más des por sentado algo, quizá siempre contemples que puede haber un final, pero algo en esa persona te dice que debes arriesgarte, que ya lo hiciste sin darte cuenta, que has dejado de ser un fulano de nadie para convertirte en el fulano de alguien.



lunes, 24 de agosto de 2009

Un poema de Roque Dalton

Alta hora de la noche

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

viernes, 21 de agosto de 2009

Solo un poco de paz

No pido más.


Canción para mi muerte, de Sui Géneris

Hubo un tiempo que fue hermoso
Y fui libre de verdad
Guardaba todos mis sueños
En castillos de cristal

Poco a poco fui creciendo
Y mis fábulas de amor
Se fueron desvaneciendo
Como pompas de jabón

Te encontraré una mañana
Dentro de mi habitación
Y prepararás la cama para dos

Es larga la carretera
Cuando uno mira atrás
Vas cruzando las fronteras
Sin darte cuenta quizás

Tómate del pasamanos
Porque antes de llegar
Se aferraron mil ancianos
Pero se fueron igual

Te encontraré una mañana
Dentro de mi habitación
Y prepararás la cama para dos

Quisiera saber tu nombre
Tu lugar, tu dirección
Y si te han puesto teléfono
También tu numeración

Te suplico qué me avises
Si me vienes a buscar
No es porque te tenga miedo
Solo me quiero arreglar

Te encontrare una mañana
Dentro de mi habitación
Y prepararás la cama para dos


miércoles, 19 de agosto de 2009

martes, 18 de agosto de 2009

...

3
Dije que tal vez dejaría de escribir aquí por un tiempo indefinido. Sin embargo, dos hechos me hicieron dudar y hoy escribo algo propio. Quizá sea únicamente un paréntesis, no lo sé, pero prefiero que hablen otros, los que sí saben, los que sí escriben literatura.

2
Hace algunos días Iván dejó en su blog un vídeo de la canción Gulliver de Joaquín Sabina. Pocas palabras acuden a mi lengua cuando un amigo dice cosas similares a la que él escribió en esa entrada. Quede simplemente decir que en ese momento quise escribir algo aquí, nada espectacular, acaso esto, una sencilla nota de agradecimiento.

1
Ayer algo me hizo daño. No sé qué fue. Quizá el espíritu malo que me habita, quizá sólo la comida, falta de sueño, alguna cosa similar. No recuerdo cómo llegué a casa. Lo último que recuerdo fue despedirme de Mariana y pisar el acelerador. Dolor de cabeza, nausea, palpitaciones en los ojos, algo de fiebre.
Hace varios años, cuando aún no vivía donde vivo ahora, así que por lo menos son doce años, una tarde me sentí como ayer. En esa ocasión estaba solo. La convivencia con mis padres abarcaba de dos a tres horas al día desde que tengo uso de razón hasta hace seis años. La ventaja de crecer relativamente solo es que uno logra conocerse bien, al menos en un sentido práctico, como en los malestares físicos. Sin embargo, esa vez la recuerdo porque el malestar fue peor, mucho más intenso de lo que solía ser, incluso pensé que se me iba la vida, me hallaba solo (creo que incluso mis padres estaban fuera de la ciudad, no recuerdo) y por primera vez en mucho tiempo deseaba no estarlo y que alguien más me dijera que no iba a ocurrir nada grave.
Entre la fiebre y el cansancio, entre la preocupación y no tener a quien llamar, lo único que me quedó fue meterme bajo las cobijas en cama de mis padres y, temblando de escalofríos, concentrarme en que todo estaría bien, que ese no iba a ser mi último día sobre la Tierra.
Ayer llegué a casa no sé a qué hora ni cómo, mis padres estaban, pero en la circunstancia actual eso equivale a menos que estar solo. Como aquel día de hace años mi memoria no alcanza para mucho, únicamente recuerdo los escalofríos, meterme bajo mis cobijas y despertar horas más tarde...
Lo primero que hice al abrir los ojos fue evocar la imagen de una persona y luego ver el reloj: casi media noche. Era demasiado tarde para llamar a esa única persona con la cual podía sentirme realmente aliviado...

lunes, 17 de agosto de 2009

Dos poemas de Nicanor Parra

Preguntas a la hora del té

Este señor desvaído parece
Una figura de un museo de cera; 
Mira a través de los visillos rotos: 
Qué vale más, ¿el oro o la belleza?, 
¿Vale más el arroyo que se mueve 
O la chépica fija a la ribera?
A lo lejos se oye una campana
Que abre una herida más, o que la cierra: 
¿Es más real el agua de la fuente 
O la muchacha que se mira en ella? 
No se sabe, la gente se lo pasa 
Construyendo castillos en la arena: 
¿Es superior el vaso transparente 
A la mano del hombre que lo crea? 
Se respira una atmósfera cansada 
De ceniza, de humo, de tristeza:
Lo que se vio una vez ya no se vuelve
A ver igual, dicen las hojas secas.
Hora del té, tostadas, margarina.
Todo envuelto en una especie de niebla


De Chistes para desorientar a la policía

Creo en un + allá
donde se cumplen todos los ideales
Amistad
Igualdad
Fraternidad
excepción hecha de la Libertad
ésa no se consigue en ninguna parte
somos esclavos x naturaleza

jueves, 13 de agosto de 2009

Dead souls, de Joy Division

Someone take these dreams away,
That point me to another day,
A duel of personalities,
That stretch all true realities.

That keep calling me,
They keep calling me,
Keep on calling me,
They keep calling me.

Where figures from the past stand tall,
And mocking voices ring the halls.
Imperialistic house of prayer,
Conquistadors who took their share.

That keep calling me,
They keep calling me,
Keep on calling me,
They keep calling me.

Calling me, calling me, calling me, calling me.

They keep calling me,
Keep on calling me,
They keep calling me,
They keep calling me.

martes, 11 de agosto de 2009

Un poema de Enrique Lihn

Después de leer este poema pensé en ponerlo aquí. Luego continué reflexionando y quedó en el aire la pregunta de si podría seguir escribiendo en este blog, si no vendría una etapa de abandono temporal.
Todavía no lo sé.


Porque escribí

Ahora que quizás, en un año de calma, 
piense: la poesía me sirvió para esto: 
no pude ser feliz, ello me fue negado, 
pero escribí. 

Escribí: fui la víctima 
de la mendicidad y el orgullo mezclados 
y ajusticié también a unos pocos lectores; 
tendía la mano en puertas que nunca, nunca he visto; 
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies. 

Pero escribí: tuve esta rara certeza, 
la ilusión de tener el mundo entre las manos 
-¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco 
con toda su crueldad innecesaria-. 
Escribí, mi escritura fue como la maleza 
de flores ácimas pero flores en fin, 
el pan de cada día de las tierras eriazas: 
una caparazón de espinas y raíces. 
De la vida tomé todas estas palabras 
como un niño oropel, guijarros junto al río: 
las cosas de una magia, perfectamente inútiles 
pero que siempre vuelven a renovar su encanto. 

La especie de locura con que vuela un anciano 
detrás de las palomas imitándolas 
me fue dada en lugar de servir para algo. 
Me condené escribiendo a que todos dudaran 
de mi existencia real 
(días de mi escritura, solar del extranjero). 
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos 
digo que pasarán porque escribí 
y hacerlo significa trabajar con la muerte 
codo a codo, robarle unos cuantos secretos. 

En su origen el río es una veta de agua 
-allí, por un momento, siquiera, en esa altura- 
luego, al final, un mar que nadie ve 
de los que están braceándose la vida. 
Porque escribí fui un odio vergonzante, 
pero el mar forma parte de mi escritura misma: 
línea de la rompiente en que un verso se espuma 
yo puedo reiterar la poesía. 

Estuve enfermo, sin lugar a dudas 
y no sólo de insomnio, 
también de ideas fijas que me hicieron leer 
con obscena atención a unos cuantos psicólogos, 
pero escribí y el crimen fue menor, 
lo pagué verso a verso hasta escribirlo, 
porque de la palabra que se ajusta al abismo 
surge un poco de oscura inteligencia 
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados. 

Porque escribí no estuve en casa del verdugo 
ni me dejé llevar por el amor a Dios 
ni acepté que los hombres fueran dioses 
ni me hice desear como escribiente 
ni la pobreza me pareció atroz 
ni el poder una cosa deseable 
ni me lavé ni me ensucié las manos 
ni fueron vírgenes mis mejores amigas 
ni tuve como amigo a un fariseo 
ni a pesar de la cólera 
quise desbaratar a mi enemigo. 

Pero escribí y me muero por mi cuenta, 
porque escribí porque escribí estoy vivo. 


Enrique Lihn