jueves, 28 de junio de 2007

Para un buen día

No tengo mucho que decir, sólo que es un buen día... No hay razón para decirlo, no ha pasado nada extraordinario... pero es un buen día... Empezó con algo de sol, ahora ya llueve. Un día completo, al menos de la clase de días que me gustan, porque por mí podría llover diario y sería feliz.
Por lo general, al despertar escucho alguna canción que me guste y que me anime para el resto del día. Puedo ser muy repetitivo en mis selecciones, y lo que hoy escuché lo he escuchado no sé cuántas mañanas, pero seguro muchas. Y da resultado, hoy es un buen día. Me hubiera gustado encontrar algún video que valiera la pena y ponerlo aquí, pero no pasó. Y como empecé diciendo que no tengo mucho que decir, dejaré que hablé alguien más y me mantendré en silencio:

Cemetry Gates, por Morrissey

A dreaded sunny day
so I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
a dreaded sunny day
so I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
while Wilde is on mine

So we go inside and we gravely read the stones
all those people all those lives
where are they now?
with loves, and hates,
and passions just like mine
they were born
and then they lived
and then they died
seems so unfair
I want to cry

You say: "ere thrice the sun hath done
salutation to the dawn"
and you claim these words as your own
but I've read well and I've heard them said
a hundred times, maybe less, maybe more
If you must write prose poems
the words you use should be your own
don't plagiarise or take on loan
there's always someone, somewhere,
with a big nose, who knows
and who trips you up and laughs when you fall
who'll trip you up and laugh when you fall

You say: "ere long done do does did"
words which could only be your own
and then produce the text
from whence was ripped
some dizzy whore 1804

A dreaded sunny day
so let's go where we're happy
and I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
a dreaded dunny day
so let's go where we're wanted
and I meet you at the cemetry gates
Keats and Yeats are on your side
but you lose
because Wilde is on mine.

martes, 26 de junio de 2007

Manuel Pérez Subirana

José Emilio Pacheco fue la causa de que quisiera convertirme en escritor y, como alguna vez mencioné aquí, Kurt Vonnegut representa la reafirmación total de ese deseo y el dejar a un lado varias dudas que me llevaron a dejar de escribir durante mucho tiempo. Sin embargo, en el ínterin se halla Manuel Pérez Subirana.
Creo que Subirana es uno de los mejores autores jóvenes de España. Sé que mi afirmación es un tanto prematura –sólo tiene dos novelas- y quizás bastante subjetiva por lo que dicho autor representó en varios meses de mi vida, ya que su lectura fue uno de los asideros que encontré para no caer más bajo en mi ánimo.
Con la lectura de sus novelas pasaron dos cosas: primero me dio pánico darme cuenta de que no soy tan original como pensaba y, al mismo tiempo, encontré un incentivo más para escribir.
Resulta difícil, para alguien que pretende convertirse en escritor y que lleva meses dando forma a un proyecto novelesco, encontrarse con que muchas de las cosas de su novela ya están escritas. Y es que en mi supuesto proyecto, el personaje que, de forma nada original, sería alguien como yo pero no yo precisamente, sería un medio para expresar muchas cosas que pienso.
Lo primero que leí de Pérez Subirana fue “Egipto”, finalista del Premio Herralde. Ahí encontré varias cosas que había creído como originales en mi proyecto; varias frases e ideas como las que yo había tenido:

“Y sé que es absurdo, y me enfado conmigo mismo al comprobar que no sé dibujar planes de huida que no me lleven directamente a la irrealidad...”

Y más adelante en un capítulo:

“Soy el que se quedaría en la cama remoloneando entre las sábanas, deslizándose por los sueños, retrasando indefinidamente el momento de despertar a la realidad...
Soy el escritor que no escribe...
Soy el que no se cree al personaje que en él ven sus amigos...
Soy un ser humano extrañado de su propia humanidad...
Soy el que, con treinta y cuatro años y sin haber jugado a fútbol en su vida, todavía espera llegar algún día a ser delantero centro del F.C. Barcelona, por el placer de atravesar la ciudad con el coche, de vuelta a casa, después del partido...
Soy el que renunció por no estar de acuerdo. El que se conforma para quedar al margen.
Soy el que desea con todas sus fuerzas que un día la realidad se despiste.
Soy yo, pero no sé si soy yo”

La lectura por supuesto la disfruté, pero después me dije “Quizás no soy tan original, tal vez hago bien en no escribir”, porque nunca había encontrado en un libro publicado, alguna frase que yo había escrito en algo propio (literal):

“-No sirvo para la vida... es como si no estuviera en este mundo. Todo me resulta demasiado extraño.”

Después de leer eso, vino el choque por la tan buscada originalidad, entre otras cosas. Porque para qué escribir si alguien ya lo hacía, y además mucho mejor que yo. Entonces el pensamiento “Mejor me dedico a leer y ya”. De esa forma, el mismo día que terminé la lectura de “Egipto” salí a librerías en busca de “Lo importante es perder”, primera novela de Pérez Subirana. Después de leerla, el efecto fue similar, ya que me encontré con un personaje bastante parecido al que me hubiera gustado escribir y con una historia que me hubiera gustado inventar. Así que dije, “sí, quizás escribir no es lo mío, mejor leo a Pérez Subirana”
Luego de esas lecturas pasaron algunas cosas importantes: recomendé las novelas de Manuel Pérez Subirana a todo mortal que se me cruzaba, siempre con frases del estilo “ese güey escribe como me gustaría escribir”; en segundo lugar, vino la lectura voraz de novelas, alentada por el ánimo patibulario que me acompañó durante meses. Leí muchos autores, por supuesto leí más de Vonnegut, leí desesperadamente a Paul Auster, Javier Cercas, Enrique Vila-Matas, Joseph Roth, Fabio Morábito y algunos más. De todos ellos espero algún día hablar aquí, porque se convirtieron en el único aliciente una vez que resultaba ya imposible retrasar indefinidamente el momento de despertar a la realidad. Y al leer tantas cosas, me di cuenta que muchas contenían, en mayor o menor medida ideas del, ya entonces abandonado, proyecto de novela. Pero eso no era todo, ya que igual, en mayor o menor medida, varias novelas tenían puntos de encuentro. Y entonces un día dije “Carajo, vamos a intentarlo de verdad!!! Al menos voy a divertirme en el esfuerzo!!!”.
Sí, Manuel Pérez Subirana ha sido importante. Quizás en sus novelas ha pasado algo que podría llamarse transferencia o proyección. No lo sé. Lo cierto es que ha funcionado como impulsor de lo que quiero hacer, dejando a un lado dudas y miedos. Porque hoy, la mentada originalidad no es mi primordial interés. No sé si a otros les ha ocurrido, pero en mi caso, tal vez tenía que enfrentarme a algo así para darme cuenta que lo importante de escribir es escribir y punto. Sí, alguien más escribe como me gustaría hacerlo y además lo hace mejor que yo, pero la idea es algún día lograrlo. Pensando en Subirana, el miedo ha dado paso a cierta tranquilidad y confianza en mis ideas, en todo caso me hace feliz pensar que, al menos como personaje literario, he encontrado similitudes con alguien, y me motiva pensar que lo que pienso podría tener cierto interés.
Finalmente, transcribo algunas partes que me gustan mucho de su primera novela “Lo importante es perder”. Por supuesto, comparto lo expresado por el personaje Alberto.

-¿Pero a qué viene todo esto Alberto? –exclamé yo con irritación-. Has bebido demasiado y estás diciendo tonterías.
Alberto rellenó entonces su vaso y me miró de nuevo con los ojos inyectados.
-Nunca es demasiado, querido amigo, nunca es demasiado. Claro que, cuando se ha alcanzado el éxito, se adquiere un especial sentido de la mesura, ¿no es así? Claro, claro, un respetable abogado debe mantener siempre cierto equilibro. Hay que comportarse, ¿verdad? Pero dime, ¿por qué coño hay que comportarse? ¿Y qué pasa si no me da la gana de comportarme, si quiero beber como un loco y decir lo que me dé la gana? Dime, ¿qué pasa? ¿Te resulta desagradable el espectáculo?
-Pues mira, sí, resulta bastante desagradable –dije yo instintivamente.
-Venga, vamos a cambiar de tema –intercedió ahora Fernando.
-¿Cambiar de tema? ¿Cambiar de tema? –repitió Alberto con asombro-. Yo creía que sólo había un tema, sólo uno: el de vuestra estupidez... Ahora viene éste a decirme que soy ridículo. Y el pobre se ha convertido en un vulgar abogado... Él, que siempre dijo que odiaba el derecho y que haría cualquier cosa antes que ejercer. ¡Por qué poco se vende un hombre! ¿Qué pasa? ¿Te sientes especial con tus absurdos trajes y tus mediocres corbatas? ¿Disfrutas administrando la justicia a personas que ni siquiera conoces? ¿O lo haces sólo por dinero?
-No todos tenemos la suerte de haber nacidos millonarios –dije sin pensar-. No todos podemos pasarnos la vida vagueando por ahí y dilapidando la fortuna familiar.
-Vaya, tenía que salir –exclamó Alberto, haciendo batir las palmas-. Tarde o temprano tenía que salir. La excusa milenaria que a lo largo de la historia les ha servido a los mediocres y cretinos como tú para justificar su propia ruindad. No esperaba que pudieras llegar a caer tan bajo, que tu inteligencia fuera tan limitada. ¿Insinúas que te has hecho abogado por necesidad? te has hecho abogado por lo mismo que éste se dedica a cuidar niños con problemas: para ser alguien a los ojos de los demás, para escapar de tu propia mediocridad y respirar con patético orgullo al final del día... ¡Vaguear...! En otro tiempo creo recordar que no te parecía tan mal eso de vaguear. Pero claro, se supone que has madurado, ¿no? En el fondo sois todos iguales. Satisfacer vuestro narcisismo de pequeñoburgueses: en eso consisten vuestras vidas. Y lo peor es que no soportáis que haya alguien que no se coma esa mierda. ¿Vaguear? ¡Qué sabrás tú lo que significa vaguear!

-¿De verdad quieres saber qué encuentro en estas máquinas? ¿Quieres saber por qué soy capaz de gastarme no seis o siete mil pesetas como has dicho tú, pobre ingenuo, sino doce o trece, y hasta veinte si hace falta? ¿Quieres saberlo? –Dejó la cerveza sobre la barra y acercó un taburete-. Pues porque estoy harto de todo, harto de este mundo, de la gente, de mi vida, harto de todo, de to-do. Si me fuera posible no haría otra cosa. Veinticuatro horas enganchado a una tragaperras, he ahí mi sueño. Sustituir esta mierda de mundo por el circuito electrónico de esta máquina. Deberías probarlo. Aprietas aquí y pones en marcha el universo. Un universo sencillo, comprensible, con reglas fijas. Y pierdes, claro que pierdes, siempre pierdes... De eso se trata precisamente. Jugar para perder, entregarse a la derrota, cumplir con tu destino en un microcosmos perfecto, conocido, asequible, sin trampas ni engaños. Y de vez en cuando caen tres figuras iguales, y entonces se produce el milagro: un espejismo de unidad, de armonía, como si el tiempo se concentrara en un solo punto y en él confluyera todo el maldito misterio de esta puta vida. Y esos instantes, aunque te parezca absurdo o ridículo, son lo único bueno que me queda hoy en día...

domingo, 24 de junio de 2007

Postal que en algún lado debe de existir

Durante mi estancia en la Facultad de Filosofía y Letras, hice pocos amigos. Así lo quise. Algunos llegaron durante el tiempo que tomé clases, algunos ahora que he regresado para hacer la tesis. Son personas que estimo con toda honestidad y a quienes brindo mi amistad de la misma forma. Tres de ellos han decidido dar un paso en sus relaciones de pareja, de hecho uno ya se casó. Otro más, de quien me hice amigo desde el segundo día de clases, está organizando todo lo referente a su boda.
El otro día lo acompañé a ver varias opciones para el banquente. Algunos ponían énfasis en el servicio, otros en la comida, otros en la música. Al final terminamos un tanto mareados y con mucha hambre. Me alegra ver a mi amigo emocionado, y que me tenga la confianza para acompañarlo y dar mi opinión en algo importante.
Alguna vez pensé en casarme, pero nunca reparé en todos los detalles al respecto. En realidad sabía que serían muchas las cosas involucradas y que habría que planearlo bien. Sin embargo, pensaba yo, mi única labor sería ayudar a lo que Brenda quisiera. No se malinterprete, no pensaba dejarle toda la chamba, no es mi estilo ni ella lo hubiese permitido (uso hubiese como si con eso cubriera mi maldito afán hacía el dañino hubiera). No, no era flojera de mi parte, sino que a mi no me importaban demasiado los detalles. Para mí, con le hecho de haberme casado con ella hubiera bastado. Así que la elección de salón, servicio de banquete, es decir, todo lo referente a la ceremonia y fiesta, lo hubiera dejado en sus manos para que tuviera una boda tal cual ella quisiera.
No recuerdo en que momento fue. Tal vez mientras nos enseñaban fotos o un menú, que recordé lo anterior. Pensé el menú que hubiera elegido Brenda, el color y decoraciones de mesas, etc. Uno de los servicios ofrecía un reflector para el momento de entrada de los novios, otro una pantalla gigante para poner una semblanza fotográfica de la pareja que podía incluir fotos desde su niñez hasta el día de la boda. Eso nunca lo hubiera elegido, pensé. Y volví a imaginar lo mismo que siempre imaginé cuando soñaba que ella y yo nos casaríamos.
Era un pensamiento más como atmósfera que como forma concreta. Repito, para mí, con estar a su lado era suficiente. Y nada importaba más que eso... y un detalle. Porque no pensaba en un salón, ni en cómo estarían arregladas las mesas, ni en los invitados, ni en cómo iría vestido. Sólo en ella y en que en algún momento la música se hiciera silencio y unos segundos después diera paso a la canción “Wonderful tonight” de Eric Clapton. Eso era lo único que me importaba, casarme con ella y bailar esa canción.
Imaginé cómo pudo ser el momento y cuando me di cuenta de dónde estaba decidí dejarnos abrazados y bailando en la foto de algún salón, como una postal con vida propia que aunque no sea, en algún lado debe de existir.
Desde ese día no he dejado de recordarlo. He pensado mucho en Brenda. Y, quizás por esa imagen de postal, no dejo de escuchar “Postcards from Italy” de Beirut, una canción que me gusta muchísimo y me anima (no había reparado en la letra y tiene mucho que ver), y en estos días me deja infinitamente triste y con pensamientos sin sentido... porque yo mismo sé que no tiene sentido... pero no puedo ni quiero evitarlo...
Después de dejar mis recuerdos continué viendo las opciones para la boda de mi amigo. Luego fuimos a calmar el hambre a su casa y más tarde llegó su novia. Son una buena pareja, y al igual que con mi otro amigo que piensa dar ese paso, y que con aquel que ya lo dio, no puedo dejar de sentir alegría. Además parece que seré invitado a las degustaciones para ver cuál servicio contratan y tendré mi panza contenta.
No sé si en algún momento yo vaya a pasar por eso. Si me preguntan ahora, diría que no, gracias... Así que aplicaré la fórmula que he aplicado cuando algo no me sale bien pero a un amigo sí, y disfruto su felicidad tanto como si fuera mía. En este caso no sé si será más fácil o más difícil, porque mi amigo se casa el veintitantos de noviembre... A ver... mientras dejo este video que encontré de Beirut tocando en vivo, es una de las bandas que más me gusta en este momento, vale la pena.

martes, 12 de junio de 2007

El abuelo y yo

Tomé el pesero para llegar al metro CU en Villa Panamericana. El conductor era un señor que sin dificultad sobrepasaba los 60 años y nunca lo había visto. Es una ruta corta, con pocas unidades y es fácil ir conociendo a los conductores. El interior del vehículo no tenía mayor adorno, salvo una inscripción en la ventanilla del conductor que decía “Ayer, hoy y siempre El abuelo y yo”. Cuando leí la frase pensé en Andrés Calamaro y una telenovela de hace años. A Calamaro lo imaginé frente a su piano, recordando como siempre a Miguel Ángel Abuelo Peralta. Y comencé a entonar mentalmente “Con Abuelo”. Que es justo lo que escucho ahora. Después pensé que el conductor seguro era el abuelo de alguien y que era esa y no la admiración por Calamaro o la TV mexicana, la causa de la inscripción.
Mientras lo vi manejar pensé que alguien de su edad no merecía seguir trabajando, y menos en algo tan pesado como ser conductor de pesero. Pensé también que ese no era el mejor empleo, recordé a muchas personas que les parece poco digno. En mi opinión ese trabajo es, como cualquier actividad, algo respetable y digno, aunque tampoco no lo considero lo ideal para mí. Sin embargo el señor parecía no pensar en nada, se veía inmutable y gozoso. Conducía serenamente y complacido de estar brindando un servicio.
Al llegar al metro, una señora tocó el timbre para bajar. Antes de que el vehículo hiciera alto total, la señora bajó. La acción de bajar del transporte público en movimiento es algo común en México, al menos en el DF, e incluso los choferes son por demás desesperados. Pero este señor fue diferente y mostró indignación cuando la mujer bajaba como la costumbre lo indica. Normalmente se quejan de que la gente baje demasiado despacio, pero en esta ocasión pasó al revés.
El chofer no era un ejemplo de sociabilidad. Era simplemente amable y cordial. Pensé en el sinnúmero de choferes que he conocido con la actitud opuesta, siempre de malas. No sé si éste sea feliz de trabajar conduciendo un pesero, pero al menos me mostró la diferencia entre una actitud positiva y una negativa, porque seguramente ser chofer es uno de los trabajos que más joden a una persona, no sólo en el plano físico. Uno siempre tiene la opción de ser diferente, de no quejarse y más bien dar lo mejor de sí.
Al bajar del pesero le agradecí, no sólo por llevarme al metro... Recordé de nuevo a algunas personas que he conocido, a algunos “maestros” que he tenido, a esa gente para la que un trabajo de ese estilo resulta poco menos que despreciable. Aunque sé que es probable que algunos no lo entiendan, confieso que encontré en cinco minutos más causas para admirar a un chofer de pesero, que lo que jamás pude o he podido encontrar en esas personas, que por supuesto son etiquetadas de exitosas.
Por eso quise escribir algo, porque ayer no, pero hoy sí y con algo de suerte siempre, espero poder contar con una actitud como la de ese abuelo de alguien. Una actitud que considero un éxito de los más difíciles de lograr.

sábado, 9 de junio de 2007

Hay otros

Estoy feliz porque pude actualizar una “entrada” anterior que intitule “El fantasma” y pude añadir el video de la canción. Chéquenlo.
Aprovechando el buen humor y que me quité algo de ignorancia computacional, en ésta pongo el video “Boston” de Augustana. Es la canción que más escuché ayer mientras viajaba en pensamientos y es además la canción que acompañó esta escritura.


OK el jueves estaba con un ánimo patibulario y algo más. Pero ayer, en algún momento del día, eso cambió. Estando en la Facultad, fumando un cigarrillo y esperando ver a alguien, me encontré a Miguel Ángel. Fue un encuentro fortuito y me preguntó por qué estaba tan desconcertado. Había leído lo que puse aquí el día anterior. Platicamos como un minuto más y se fue. Yo compré una lata de imperialismo que para acabar de joder estaba tibia y con el sol a plenitud. Miguel y yo nos vimos el lunes pasado y estuvimos horas platicando en un Vips. Entre las varias cosas que salieron a tema, en algún momento le describí una serie de pensamientos que al final se resumían en la frase “nadie en este mundo es original”.
Ayer pasaron varias cosas que, supongo, recayeron en mi ánimo y lo elevaron, de cierta forma, alegremente.
Estando en casa, mi madre veía uno de esos programas mata neuronas que –sigo sin entender por qué- ve desde hace unos años. Quizás no entiendo el sufrimiento y lo que callan las mujeres en sus casos de la vida real, pero en lo personal esos programas de TV me parecen lo peor. Y en uno de ellos salía un púber que dijo “quiero irme a donde nadie me conozca” y alguien le dijo “eso sería huir y no puedes estar huyendo”. Qué pendejazo! fue lo primero que pensé. En algunas ocasiones he pensado en borrarme de aquí y no volver jamás. No se trataba de huir sino de encontrar una nueva oportunidad. Cuestión de enfoques, supongo. Así como sólo supongo que todos lo hemos pensado en algún momento.
Quince minutos más tarde, pensaba en escribir algo para el blog pero antes quise comer. Prendí la TV de mi sala y me puse a ver videos. El primero fue la canción de Moenia “Sufre conmigo”. Dos minutos después cambié a otro canal de videos y el mismo comenzaba. No puede ser casualidad, pensé. En el radio es fácil que eso pase, pero en TV?! Me sorprendí pensando que no tenía nadie a quien dedicar esa canción... lo cual aun no sé si es bueno o deprimente... Lo importante es que me agrada la letra de esa canción, la idea de decir, ey! sufre conmigo y siente lo que siento a ver si entiendes!!! Nuevamente pensé que no he sido el único en sentir tal desesperación.
Una hora más tarde, mientras pensaba en escribir al respecto en el blog, platicaba en messenger con Yoyo e Iván y, cosa “rara”, mi internet valió madre. Nada pude hacer y vi “Heroes”. Nuevamente pensé, hay varios de esos poderes que, al menos una vez en la vida, he deseado tener. Ayer me hubiera gustado tener el poder de borrar la memoria...
Ya más tarde, en la guía de cable, vi anunciada una película donde actuó un actor que alguna vez me pareció más o menos bueno y me caía bien. Las reflexiones sobre la película no vienen a cuento ahora, sólo diré que un tipo iba a su reunión de diez años del bachillerato y su vida no era lo que había imaginado. No me pareció casualidad ver esa mala película unas horas después de haber estado platicando en internet con Yoyo y husmeando en perfiles de Hi5. Porque me puse a buscar a gente que hace años no veo y encontré a algunas personas. Lo que pensé al respecto de lo que cada quien ha hecho de su vida también merece mención aparte.
No tengo un particular interés por hacer mi hi5 o myspace o algo similar. Con este blog tengo más que suficiente. Pero Yoyo me pidió que hiciera uno y además condicionó el envío de fotos y demás, a que yo hiciera mi hi5. Carajo!, pensé, lo que se hace por los amigos y el voyeurismo! Así que voy a hacerlo, pero no sin cierta renuencia. Porque a pesar de que pienso que no somos originales, que todos sentimos lo mismo en diferentes momentos de nuestras vidas... no sé... tener mi perfil en la red no me llama...
Le decía a Miguel Ángel que sí, que todos somos diferentes, venimos de vientres distintos, tenemos diversos antecedentes, amigos, influencias, gustos, experiencias... sin embargo, en el fondo no dejamos de ser seres que sentimos, muchas de nuestras aspiraciones y sueños son prefabricados, o mejor dichos entran en el esquema de la estructura del mundo en que vivimos (qué tal mi frase latinoamericanista, eh?!). No sé dónde quede la originalidad ahí... y puedo decir mucho y nada al respecto. Decir por ejemplo, que en este mundo se pierde cada vez más el individualismo y parece que ya no hay originales y a veces el no ser una copia resulta contraproducente. Sin embargo, no sé qué tan original sea eso y al terminar la frase llega un silencio de varios segundos...
Somos distintos y al mismo tiempo somos tan iguales a mucha gente. No soy el único que en algún momento ha querido que otra persona sufra tal cual como yo sufro para que me entienda y sé que no soy el único que ha soñado con largarse y empezar una nueva vida donde no haya una sola cosa fuera de nuestra mente que recuerde al pasado. Por esa estructura sé también que no soy el único que en ocasiones la pasa mal y hoy, después de las muchas cosas que pensé ayer, me di cuenta que eso fue lo que levantó mi ánimo. No el decir jajaja no soy el único jodido, sino el decir, sé que hay otros como yo, que debe haberlos seguramente. Y desde anoche me he preguntado ¿quién será la persona más jodida del mundo y cuánto tiempo le quedará de vida? Y cuando muera ¿quién pasara a ser la persona más jodida del mundo? Y el no saber la respuesta, automáticamente me excluye como postulante. Aunque a veces he sentido que algún problema puede reventarme, me mantengo aquí. Al igual que muchos se han mantenido en circunstancias similares o más drásticas que la mía, porque aunque digo “i need a sunrise i’m tired of the sunset”, vivo con cierta tranquilidad de saber que a voy a llegar...

jueves, 7 de junio de 2007

*

A punto de darme un tiro estoy nostalgiando con Joaquín Sabina al lado con la frente marchita y Gardel de fondo canta y nada más sólo un ramillete de recuerdos de Buenos Aires a Ottawa al Distrito Federal lugar donde estoy pero no me encuentro ni quiero hallarme nuevamente en este estado de ánimo bajo el cual escribo sin sentido que nada tiene y recuerdo el nocturno en que nada se oye y la novela como nube que no he escrito que quizás no escribiré bien me dijo una vez tú no sabes nada tú no tienes nada pero todo dolía sigue doliendo mentira y otras cosas más que en realidad ya no duelen porque nada importa todo viene y luego se va todo llega y de inmediato hace señales de adiós al mundo le diría dijo un poeta que supo lo que hablaba hoy un amigo imaginario emigrante de hace mucho tiempo me preguntó cómo hacer para matarse de la forma más dolorosa y únicamente atiné a decirle: Vive!