miércoles, 26 de enero de 2011

Estos días

1. La predicción de cada día
No soy escéptico de los horóscopos, ni del tarot, ni similares, pero tampoco soy creyente de aquellos pronósticos escucho por el radio o el televisor, ni de cualquier otro tipo de predicción que se emita de manera masiva. Sin embargo, por hallar un asidero al buen o al mal humor de cualquier día, me suscribí hace ya varios años a un sitio que me envía mi horóscopo y mi lectura del tarot para cada día. De vez en cuando sucede que la predicción coincide con mi estado de ánimo o con lo que sucede en mi vida. El lunes fue el caso, hoy igual.

2. Lunes
January 24, 2011 
 
 Here's your Tarot Reading for today, JJ: 
 
 LoveTouchstoneCareer 
 
 
DeathThe Hanged ManThe World
 Today | This Week 
 
 Today, dear JJ, is something of a black hole. Emotionally, you seem to be on a path that inextricably leads to solitude and suffering. The Hanged Man and Death seem to bring you nothing but frustration and disillusionment - and that could easily lead to great sadness, or depression. You may have to opt for a big sacrifice. Or you may have to start again from zero, and head for a different direction. It's all really up to you.In the professional sphere, you feel a sense of discouragement. The World indicates that you deserve compliments and recognition for your work, but the Hanged Man is doing his best to prevent your colleagues from appreciating your achievements. Rather than becoming downhearted and thinking angry thoughts, keep up the good work and have confidence in the future.

3. Soledad y sufrimiento
Al leer el tarot del lunes comprendí que buena parte de la desilusión que a veces me asalta proviene del sentimiento de no hacer ni haber hecho nada en el debido tiempo para conseguir al menos una de mis metas o propósitos. He tenido intentos; a veces, pocas, demasiado temprano; a veces, la mayoría, demasiado tarde, cuando de lo que me doy cuenta es de que el tiempo se ha esfumado otra vez, y yo permanezco no igual, pero sí en el mismo sitio. Cuando pienso esto inevitablemente recuerdo "El Puente Mirabeau", poema antes transcrito en este blog y cuyo coro repito mentalmente ahora, mientras escribo: "Llega la noche suena la hora / Los días se van yo me quedo".
Por lo general tiendo a recluirme en mí mismo. No sé en qué momento me acostumbre a escuchar y hacer caso omiso si no soy escuchado. Sé que hay gente dispuesta a escucharme y ayudarme en caso de necesitarlo, pero algo en mí me impide expresarme a profundidad. En algún momento de mi vida también me volví muy sensible, o acaso es reflejo de mis mañas innatas, porque cualquier interrupción en el momento de hablar me hace desistir de la idea de compartir tanto mis sueños más anhelados como mis miedos más profundos, o simplemente lo que me abruma tal o cual día.

4. El gran sacrificio
Otra parte de mi manera de ser es que suelo poner por delante de mi propio beneficio el de las personas que quiero. De una manera u otra tengo la tendencia al paternalismo o algo similar, en algunas ocasiones de forma más evidente que en otras, y también depende de cada persona. Por ello sé que no hay más culpable de mi frustración que yo mismo, y es probable que el gran reto de mi vida sea mediar entre mis intereses y los ajenos, entre dejar de ser buena onda conmigo para serlo con alguien más.
Estos días me he enfrentado a una decisión difícil, pero ya tomada y sin vuelta atrás. Nuevamente veré más en beneficio de otra persona que en beneficio propio. Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo, creo que vale la pena y confío en el sentido de valoración de esta persona. Eso no quita el miedo, puedo equivocarme una vez más, pero será de las últimas. Además creo que es un punto final a esta primera parte de mi vida y el corolario de la fase que empecé meses atrás, cuando decidí alejarme de algunas personas, cerrar mi universo a un manojo de amigos y abrirme quienes he de conocer próximamente.

5. El trabajo y la vida ideal
Nuevamente pienso en la frustración y recuerdo a un compañero de la oficina con el cual por momentos hay mucho choque. No me cae mal ni mucho menos, al contrario, creo que sólo sucede que a ambos nos gusta tener la razón siempre, y que diferimos en parte de nuestra visión de la vida. En alguna ocasión, chela por medio, conversamos como no hemos vuelto a hacer. Entre una y otra cosa confesamos nuestra respectiva frustración respecto a lo que es nuestra vida laboral. Me sorprendió la claridad con la que visualiza su ideal de trabajo.
Cuando tenía 15 años pensaba convertirme en abogado y trabajar hasta los 35. Ahora si me pregunto cuál sería mi ideal de trabajo creo que no podría tenerlo tan claro como mi compañero de la oficina, o quizá me parece demasiado simple.
Mi trabajo actual me gusta, y mucho, pero hay un gran problema. Sé que jamás reconocerá mis aciertos. Sé también que nunca lograré hacerle entender que el orden de los factores sí afecta el producto final de un texto, ni mucho menos explicarle cosas que no sé, como por qué alguien que no conozco usa tal o cual expresión.
Si tuviera la oportunidad de renunciar y dedicarme dos meses a escribir estoy seguro de que algo bueno saldría. Pero debo comer, cumplir otros planes, seguir trabajando y reducir el tiempo de lectura y más el de escritura. Aun así confío en que algún día conseguiré algo que valga la pena. No puedo confinarme al facilismo de la frustración.

6. Esta fue la canción del lunes




7. Un buen número
Lo que va del año ha sido casi opuesto a lo que sucedió los primeros días del año anterior. Son pocos días como para hacerme ilusión de algo. Lo cierto es que precisamente por eso el lunes y hoy han resultado extraños. Me siento distinto. No me siento mejor ni peor persona, ni más inteligente. Si acaso un poco más esperanzado, pero lleno de miedo. No sé qué tanto creo en el destino ni en las acciones. Me muevo en terreno nunca firme y si lo miro bien no tengo mucho de qué sonreír. Pero lo cierto es que sin razón aparente sonrío, me río, vivo y sigo adelante. No tengo muchas certezas y ya ni siquiera estoy tan convencido de algunas de mis metas. Supongo que a veces simplemente se trata de subirse al tren andando, que el truco es seguir respirando y que hay que transitar por la vida caminando. Este texto no quedó como quería. Pero el siete siempre me parecerá un buen número.

lunes, 3 de enero de 2011

Año Nuevo

Año Nuevo es una de esas ocasiones contradictorias para mí, en las que me debato entre la esperanza y la incredulidad. Hubo un momento de mi vida en que me esforcé por que careciera de sentido el 1 de enero. Sin embargo, también es cierto que durante años conservé ciertos rituales. No hablo de barrer, usar cierto color de ropa interior ni ninguna cosa similar. De una forma más bien personal, he procurado que los primeros días del año no transcurran sin sentir que hice algo, que inicié algo que algún día llegará a buen puerto. Digamos, por poner un ejemplo, que procuro siempre comenzar la lectura de un libro, entre varias cosas más. En casa de mis padres además se llevaban los rituales típicos, algunos de los cuales mencioné arriba, y más que con fe los hacía, junto a mis padres, con esperanza.
Este año sucedió algo diferente. Por primera vez en más de una década no seguí mis rituales personales, y ya desde el año anterior no paso la noche final del año en la casa paterna/materna.
La noche del 31 de diciembre de 2010 se presentó como el año: un tanto accidentada, pero sin cosas que lamentar. Desde el baño que nos dio el cantinero Juan, pasando por las "gracias" que nuestras mascotas prodigaron en la sala de Mariana, hasta la ida en busca de Iván y Sara en la cafetera, perdón, automóvil princesa de Lalo. Y a final de cuentas volví a sentirme en familia, feliz, y sentí que todo lo malo del 2010 quedó atrás en el primer segundo del nuevo año. Sé que las cosas no cambian de un momento a otro, pero saber que sobreviví a un año tan difícil, tan duro para mi salud, me hace sonreír y ser feliz.
Al día siguiente sólo un invitado pudo quedarse más tiempo, pero ya habrá ocasión para continuar el festejo con los demás. El resto del fin de semana fue no hacer nada, tumbado en el sillón, mirando el televisor, sin preocuparme demasiado por nada. Años atrás hubiera sido impensable. Y a decir verdad mi plan era distinto. Pero la vida casi nunca sigue el camino de nuestros planes, no al menos de forma idéntica a como se dibujan en nuestra imaginación. No he iniciado ninguna lectura y como no terminé la que tuve durante los últimos días de 2010 seguramente seguiré, o mejor dicho reiniciaré ese libro.
La última noche la pasé, como dije, en familia. Faltaron mis padres, mis abuelos, mi primo Raziel, mis tíos Gerardo, Armando y Enrique (única familia de sangre que reconozco como tal); mis hermanos no de sangre: Tona, David y Mauricio; mi mayor inquisidor y gran interlocutor literario: Miguel Ángel; mi similar, mi hermano, Yolo; mi compañero en el camino: Yoyo; Deivid e Ira...
En el momento de terminar la uvas Iván dijo algo así como "Por que los mayas tengan razón y en el 2012 todos nos vayamos a la chingada", y provocó la carcajada de los demás. No creo que el próximo año se vaya el mundo al carajo, ni el ser humano tampoco. Pero de aquí al día que descubramos la veracidad de las profecías espero pasar más tiempo en compañía de cualquiera de las personas aquí mencionadas.
Este inicio de año, como dije, no he seguido mis rituales de años anteriores. Esta entrada tampoco quedó como quería y en ella además he roto mi costumbre de evitar, en la medida de lo posible, mencionar los nombres de las personas. Quizá toca ya el momento de dejar de hacer las cosas como las he hecho los últimos años, tal vez, en el mejor de los casos, a final de cuentas todo resulte bien (quizá mejor que de costumbre) y me dé cuenta de que el mundo sigue su rumbo igual. No está tan mal, es un buen cambio para la segunda mitad de mi vida según los chinos.