martes, 31 de julio de 2007

Por si la debo

Pues bien, he pasado la tarde platicando con amigos y postergué hasta la noche el momento de escribir algo que pensé en la mañana, en uno de mis viajes por pesero (en esa ruta de Villa Panamericana-CU de verdad he encontrado cosas que me hacen pensar). Esta vez el conductor escuchaba rock urbano. Hace mucho que dejé de conocer la vanguardia de ese estilo musical, pero espero ponerme al tanto en las próximas semanas. Entre esas canciones se colaron frases de desamor, la clásica idea de que ya es tarde para decir algo, sea un lo siento o un te amo.
Me quedé pensando en la forma de torturarnos que a veces encontramos al pensar en las cosas no hechas a tiempo. Sé que tengo varias, pero ninguna relacionada con decir algo cuando ha sido necesario.
Creo que he tenido la precisión de decir las palabras en el momento adecuado. Cuando he querido a alguien se lo he dicho, igual cuando hacía falta pedir perdón.
Caí libremente por mi memoria y me surgió la duda de si alguna vez habré lastimado a alguien sin darme cuenta, pensando que esa podría ser la única ocasión en que no he dicho algo a tiempo. Y contemplando esa posibilidad se me ocurrió pedir una disculpa por si acaso la adeudo, y esa persona cae de casualidad en este espacio.

lunes, 30 de julio de 2007

Contra vibras negativas

No fue fácil escribir ayer. Cuando me pasan cosas buenas, suelo guardarlas sólo para mí, si acaso compartirlas con dos o tres personas. No sé por qué sea. Supongo que es no creer que pueda haber algo bueno aunque sea un deseo constante. Tal vez es cierta desconfianza, no querer que la felicidad desaparezca. Y es que, por qué no decirlo, en ocasiones he compartido cosas importantes con la gente equivocada: envidia inesperada, comentarios negativos, mala vibra, que echaron a perder instantes valiosos.
Y hoy casi pasa algo que hubiera afectado esa felicidad. Alguien me descolocó por un momento y por poco absorbo y a la vez genero mala energía. No sucedió. Y no quiero que suceda. Por eso me pongo escribir. Necesitaba, necesito escribir algo, lo que sea, para exorcizar las emociones negativas que a veces me envuelven en un tobogán autodestructivo, justo cuando todos mis sentidos se empiezan a dirigir hacia la dirección que considero correcta, hacía el lugar, o al menos la imagen del lugar al que quiero llegar.
Así ha sido en estos días y quiero que permanezca. Por eso ayer, no fue fácil, pero pude escribir respecto a algo que me alentó a seguir escribiendo. Fue como darle otra vez entrada y aceptar a la felicidad que desde hace un par de meses y sin darme cuenta, me empecé a negar de nuevo.
Estoy casi tranquilo ya. La música también ayuda. He escuchado muchas, muchas canciones que me gustan. Si menciono todas no acabaré pronto, así que mejor pondré dos videos. Uno es de una canción que simplemente me ha puesto de buenas. No es nada extraordinario, sólo me alegra y lo pongo por si alguien necesita buen humor. El otro video es porque, recordando al amigo Omar y a su chica Daniela, también escuché “Ring Ring”, pero de esa no encontré video, así que, en especial para ellos dos, pongo otro video en la onda pitufiana que a nadie pude poner de malas. Sólo verlo aumentó mi buen humor aunque no entendí ni jota de la rola, espero cause lo mismo en ustedes.

domingo, 29 de julio de 2007

El balance de los días

El martes fue un día de pensar demasiado. A veces no es bueno. Hubo una distracción: vi a unos amigos y jugamos billar (puedo jactarme de haberles pateado el trasero jejeje). Bastó la buena compañía para dejar algunas preocupaciones a un lado. Pero en la noche recayó nuevamente la pesada soledad -que uno debe evitar en esos días en que pensar no es bueno- y comencé a escribir algo acerca del mal balance que habían tenido las últimas semanas. Era algo destinado a este blog, sin embargo al final me dio güeva porque mientras escribía pude darme cuenta que no habían sido en verdad malos días, simplemente aburridos. Así que decidí poner algo de Leopardi porque me gusta y me pone de buen humor. Fue un cambio de actitud que en verdad funcionó.
Al día siguiente, revisando un correo encontré un comentario que elevó aun más mi buen humor. Esa tarde hablé con Miguel Ángel, quien en algún momento me dijo “piensas demasiado”, así que siguiendo su consejo y recordando la noche anterior, simplemente disfruté el hecho de que Manuel Pérez Subirana haya leído lo que publiqué aquí acerca de él, y haya dejado un comentario.
El jueves fui al concierto de Snow Patrol, pero ya escribí al respecto... Sólo recordaré que estuvo POCAMADRE!!!!! Y ayer estuve con el colectivo preparatoriano. Hubo tres ausencias: Yoyo, Héctor y Adrián. Sin embargo, creo que había pasado mucho tiempo desde la última vez que pudimos reunirnos la mayoría de nosotros. Fue bueno estar allí.
Hoy como el martes, he pensado mucho... Sin embargo, no me he agobiado por el balance de los días. Sé que las semanas anteriores fueron un tanto aburridas, pero no fueron en absoluto malas. Esta ha sido una semana buena, muy buena: de una forma u otra estuve en contacto con casi todos mis amigos, la gente que me importa; además vi en vivo a una banda que me gusta mucho, y, probablemente lo mejor, recibí un comentario de alguien a quien admiro, lo que significa un punto de dónde sostenerme para seguir en mi intención de escritor.
Sé que los días se suceden entre lo trivial y ordinario y los instantes brillantes que hacen que uno sonría de vez en cuando. Y creo que cada día sigo recuperándome más a mí mismo, cuando logro darme cuenta del estado de las cosas y respirar con tranquilidad. Aun me falta un poco más para volver a ver la luz de cada momento, para encontrar el brillo incluso de las cosas más triviales. Sin embargo, creo que voy por buen rumbo y los días de tropiezos como el martes son sólo una etapa más en este camino. Sé que no siempre voy a tener semanas como ésta, pero después de tanto pensar, reconozco que en los días ordinarios también sale el sol, y a veces son sólo el instante previo al día donde la vida en verdad te sonríe abiertamente.

sábado, 28 de julio de 2007

Snow Patrol

El jueves fue el concierto de Snow Patrol. Después de esperar cuatro meses, ya no tenía una expectativa al respecto. Salí demasiado tarde y el metro se detuvo como 15 minutos. Pensé que no llegaría a tiempo, pero afortunadamente vivo en un país de gente impuntual , así que a la hora programada para iniciar el concierto, el lugar apenas estaba lleno a la mitad.
La primera canción fue “Hands open”, lo cual fue un indicio de lo que vendría después (una canción que menciona a Sufjan Stevens siempre promete cosas buenas). Y minutos después tocaron “It’s beginning to get to me”, una de mis favoritas, así que canción por canción el concierto fue mejor de lo que pude haber imaginado. Además, la energía desplegada por la banda fue fundamental. Tienen un verdadero front man. La gente fue buena receptora, ya que, salvo dos o tres casos verdaderamente fuera de lugar, nadie ocupó su asiento durante lo que duró el concierto.
En la zona donde estaba, pocas personas coreaban las canciones. Sin embargo, en otros lugares del teatro no era así y se escuchaba. Me di cuenta que tienen bastante público en México. Uno de los mejores momentos de la noche fue cuando tocaron “Run”, con una atmósfera de humo y luces rojas que recordó al video. Fue la canción en la que la audiencia dejó escuchar más su voz. En lo personal, es probablemente mi favorita de Snow Patrol. Evocadora de muchos sentimientos, en vivo es de las experiencias que nunca olvidaré. Me sorprendí de ver que soy más fan de ellos de lo que pensaba, puesto que conocía casi todas las rolas que tocaron y lo puedo ubicar dentro de mis conciertos favoritos.
Ojalá más bandas dieran ese despliegue de energía y buena música que logra empatar con el público. Prometieron volver, así que si lo cumplen seguramente iré a verlos.
Pongo el video de "Run" para los amigos que no lo han visto.

miércoles, 25 de julio de 2007

Giacomo Leopardi

Quisiera poder ofrecer una buen resumen biográfico de él, o al menos piratearme uno decente, pero no lo encontré. Además, creo que más allá que lo que otros hallan escrito sobre él, o lo que yo pueda decir, la mejor carta de presentación es su obra. Sólo diré que nació en Recanti, Italia, en 1798 en una familia aristócrata. Siempre se dedicó a estudiar, aun a pesar de debilitar su salud por ello. Es desilusionado y pesimista. Murió en 1837 en Nápoles. A partir de lo que he leído de él, puedo decir que me parece un chingón al que me hubiera gustado conocer, una de esas personas que probablemente me hubiera caído bien. Entre sus obras están Zilbaldone di pensieri y I canti (Los cantos). De estos últimos, en la edición de Ediciones 29, tomo un fragmento, las dos últimas estrofas del poema "A Aspasia" (Aspasia). Es un canto lleno de lo que vulgarmente llamamos ardor, que incluso alguna vez pensé dedicar a alguien.

A Aspasia

(...)Ni tú hasta ahora jamás lo que tú misma
inspiraste algún tiempo a mi pensar,
pudiste, Aspasia, imaginar. No sabes
qué ilimitado amor, qué ansias intensas,
qué indecibles impulsos, qué delirios
moviste en mí; ni tiempo alguno llegará
que llegues a entenderlo. Del mismo modo ignora
el virtuoso de musicales conciertos
lo que con su mano o con la voz despierta
en quien escucha. Ha muerto aquella Aspasia,
que tanto amé. Yace por siempre, objeto
de mi vida un día: si no en cuanto
apenas como un sueño querido, a veces
torna y vuelve a desaparecer. Tú vives
no sólo hermosa aún, sino tan bella
a mi parecer, que superas a todas las demás mujeres.
Pero aquel ardor, de ti nacido, ha muerto:
porque yo no te amé a ti, sino a la diosa
que un día vida, ahora sepulcro, tuvo en mi corazón.
A aquella adoré mucho tiempo; y si me agradaba
su celestial belleza, si de un principio,
claro conocedor de tu carácter,
de tus artes y engaños,
yo veía en los tuyos sus bellos ojos,
ardiente te seguí mientras ella vivía,
no ya engañado, sino por placer
de aquella dulce semejanza, dispuesto
a soportar, tan áspera y tan larga servidumbre.

Puedes envanecerte. Cuenta que sólo
eres, de tu sexo, aquella a quien doblar consentí
mi cabeza altiva, a quien di con gusto
mi corazón indómito. Cuenta que fuiste la primera
y la última, espero, en ver mis ojos
suplicantes, y que ante ti,
tímido, tembloroso ardo al decirlo
de desdén y de rubor, enajenado de mí mismo,
cada deseo tuyo, cada palabra, cada acto
espiaba sumiso, a tus soberbios
desdenes palideciendo, alegrando el rostro
a una expresión cortés, a cada mirada
cambiando de forma y de color. Cayó el encanto,
y destrozado con él, a tierra arrojo
el yugo: esto me alegra. Y aun cuando lleno
de tedio, al fin, tras esta servidumbre,
tras tan larga locura, contento abrazo
cordura con libertad. Que si la vida,
privada de afectos, y de bellos errores,
es noche de invierno sin estrellas,
ya del hado mortal es bastante
consuelo y venganza, que sobre la hierba
aquí tendido, inmóvil, anhelante,
el mar, la tierra, el cielo mire y me sonría.

domingo, 22 de julio de 2007

Sueños

Tomé el metro dirección al sur y un hombre viejo abordó el mismo vagón que el mío. Es el mismo campesino que desde hace años he visto varias veces en mi facultad, el mismo que he encontrado en otros vagones de metro, en el centro de la ciudad, ofreciendo un papel donde explica las razones por las cuales pide dinero. Hace más de un año que no leo lo que dice, pero me imagino que es igual. Estábamos por llegar a la terminal Universidad y el anciano no consiguió una moneda. Suspirando, se acomodó en un asiento libre y no faltó alguien que lanzó una mirada desaprobatoria.
De regreso, me dirigí al Centro. En el vagón me distraje observando las curvaturas y líneas de unos labios que provocaban besarlos de todas las formas que uno pudiera imaginar. No eran unos labios perfectos, bañados de brillo y pintura cereza, un tanto gruesos y entreabiertos, como con vida propia, como si algo dentro de la boca los empujara delicadamente hacia afuera, floreciendo para hacer más evidente la necesidad de ser besados. Empatan con los míos, pensaba, pero me distrajeron, primero un joven ciego que desentonaba una canción desconocida y pedía dinero en un vaso que, pienso, no aumentó su contenido. Después entró un niño de quizás diez años, vendiendo discos. Con la ropa casi transparente.
No vi más los labios, y un cúmulo de ideas desordenadas llegó a mi cabeza. Pensé primero en algunas personas que casi sólo se preocupan por cada cambio de temporada y en aquellas que corren para llegar a las rebajas. Me pregunté cuál sería el precio que pondrían a la camisa azul cielo-nublado del niño que, por cierto, tampoco consiguió vender nada; y cuántas de esas podría comprar la chica que salió llena de bolsas.
Recordé las razones por las cuales me odio tanto a mí como al resto del mundo. O mejor dicho, por qué la especie humana me resulta sinceramente despreciable. He sido afortunado y nunca he tenido hambre, hambre de verdad. Antes pensaba que de alguna manera podrían solucionarse los problemas de la humanidad. Pero ahora sé que sólo se van a resolver cuando hayamos desaparecido. La Historia me apoya, o al menos no me contradice. Recuerdo "12 monos", una película que me gusta mucho salvo por una razón: los humanos sobreviven.
No amo mi patria. Me acordé a José Emilio Pacheco. Y pensé en la bola de egoístas que nos gobiernan. Porque su problema no es la inteligencia. Dudo que cualquier pendejo pueda llegar a donde están. Inmediatamente, como en contraposición, pensé en varios personajes que de cierta forma admiro. Muchos de ellos han sido “perdedores” en sus luchas, ya sea porque nunca alcanzaron la meta 100%, o porque murieron asesinados, o fueron encarcelados; aunque en verdad lograron cambios, quizás no tan visibles, pero acaso más profundos. Algunos, no todos, hay variedad.
Pero me resultó inevitable pensar en mi carrera: Estudios latinoamericanos. Pensé en la historia de América latina y carajo!, cómo duele! Pensé en muchos compañeros, no tanto en personas en específico sino en los estereotipos que agrupan a varios de ellos y lo poco elaborado y débil que puede ser un discurso y su supuesta ideología. Pensé en toda la gente que ha levantado un arma por no hallar otra salida y entonces afirme mentalmente: si me dieran a elegir un modelo para la creación de un nuevo hombre y los candidatos fueran algunos de los revolucionarios más admirados por mis compañeros y un desconocido sacerdote adherente a la opción por los pobres, seguramente escogería al último. Sonreí al imaginar la indignación que podría provocar en algunas personas. Y es que aunque ambos buscaban un mismo objetivo y en varios niveles convergían, los segundos, hasta donde sé, no regresaron los golpes de asesinato. Esa es la línea que separa a quienes puedo admirar de quienes no.
Recordé a varias personas que me han llamado iluso o idealista, usando este término como si fuera una ofensa o una virtud propia de un niño de cinco años. Volví con algunos compañeros de carrera -está vez si había ciertos rostros-, que son la clase de personas que al leer los primeros párrafos de esto, pensarían que sí, que abajo la burguesía y a arriba los pobres; la clase de personas cuyo reduccionismo es tal que hacen una apología de la pobreza y poco les falta para decir “seamos pobres todos!”, lo cual me parece ni siquiera digno de calificar como estupidez.
Si yo quisiera algo, no sería que la chica llena de bolsas no pudiera comprarse cantidades industriales de ropa, sino que cada ser humano tuviera las mismas posibilidades. Y casi escuché a uno de mis hermanos economistas diciéndome, pues sí, pero la realidad es otra... Quisiera no ver a ningún otro niño con ropa raída, a ningún campesino pidiendo limosna (es irónico que quienes alimentan al mundo, siempre han sido los más jodidos, eso si es un pinche humor demasiado negro). Quisiera, en última instancia, que los hombres pudieran ayudarse y que se desarrollase el intelecto a punto tal que el ser humano fuera un animal completamente libre de sí mismo, e incluso de cualquier institución (ya me salió lo anarquista, por cierto, una de las pocas corrientes “políticas” y filosóficas que me han agradado).
En fin, sé que quiero un imposible. Y justo al pensarlo, llegué a mi destino. Me puse mi coraza de indiferencia lleno de contrariedad y con cierto odio hacia mí por saber que he perdido mucha esperanza y la he volcado en dicha indiferencia, porque aunque no baje los brazos no sé por dónde habrá respuesta y sólo sé que, aunque sea un poco, toda mi vida voy a seguir creyendo que las cosas pueden ser distintas. Salí del metro a olvidar mis divagaciones. Recorrí las calles y cumplí mi objetivo de comprar un par de series de TV y un CD para un amigo. Y aunque tardé mucho tiempo en guardar dinero para hacer esas compras, cuando horas más tarde comía en el barrio chino y recordé mis pensamientos subterráneos, no pude evitar cierta molestia y la comida se volvió insípida. Con pocas ganas, cumplí otra de mis costumbres y compré un billete de lotería para seguir alimentando otros sueños sin sentido, como enriquecerme de un día a otro, como largarme del país a Canadá, o a cualquier lugar donde hasta los pobres luzcan bien... cualquier sitio donde no vea la decadencia que veo en mi ciudad (a veces me engaño pensando que puede haber lugares sin decadencia)... y repasando todo lo que pensé mientras caminaba de regreso, y horas más tarde cuando volví a pensarlo y ahora que lo escribo y escucho “Hoy hace un buen día” y entro más en contradicción, el sentimiento vuelve a ser una impotencia desesperada y el desprecio declarado por la especie humana.

jueves, 19 de julio de 2007

Algo más sobre amigos


Hace dos días escribí sobre un par de amigos de la prepa que tengo en muy alta estima. Si me pongo a pensar en lo que conozco de literatura, principalmente dos referencias me hacen pensar en ellos. Por un lado, Jack Kerouac y Neal Cassady encarnarían un símbolo de lo que es la amistad. Y la verdad, cuando veo la foto que he puesto aquí, no dejo de pensar en algunos muy pocos amigos como Jorge y Paco. Vuelvo a hablar de ellos, porque también, años después de salir de la preparatoria, cuando leí Paradiso de José Lezama Lima, hubo una parte que inmediatamente llevó a mi mente los recuerdos con estos dos amigos. No es la única vez que ha pasado, pero sí la más entrañable. A continuación la transcribo, porque además allí se describe el tipo de amistades que me gusta tener.

“Pero ya él lo había dicho riéndose, tenía dos amigos. Uno, Foción, en sus descensos al Hades. Cemí, el otro, cuando regresaba a la luz. Sabía que una triada amistosa es ganar la adolescencia. De ahí su sentirse dichoso, sentía la fuerza sagrada de tener un amigo apasionado y un amigo que lo escrutaba, que lo creía entre líneas, que lo repasaba, como dos centinelas que mientras uno dormía, el otro vigilaba su sueño y al mismo tiempo, en acecho, evitaba que las aves portadoras de presagio penetrasen por su frente.”

“Lo que Foción no precisaba era que la única alegría que pesaba en Cemí era su amistad con ellos dos, ya cada uno por su parte, ya el acecho de Fronesis por Foción. Era sentir la profundidad placentera de que se penetraba en una alegría inteligente, la serena nobleza que se alzaba hasta enfrentarse con un hiriente destino. Dentro de esa alegría, Cemí sentía el dolor de la adquisición de cosas esenciales, pues en toda amistad por quiditaria, por apegada a las esencias que sea, hay siempre el dolor de la cosa perecedera y la falsa alegría de lo concupiscible, el dolor de las adquisiciones hechas por los sentidos transfigurados.”

martes, 17 de julio de 2007

Nostalgia preparatoriana

El domingo dejé que mi mente vagara por casi once años de recuerdos, y ayer llegó un correo de Jorge con el título “nostalgia preparatoriana” y una canción de Ismael Serrano intitulada “La cita”. Cosa rara, uno piensa, o mejor dicho uno no piensa y da por sentado que hay cosas que no cambiarán, personas que permanecerán para siempre, pero un buen día miras hacía los lados y ya no están... o a veces están, pero son personas muy diferentes.
Cuando pienso en mis amigos de la prepa se dividen dos grupos: los amigos con los que en realidad conviví en la prepa y los amigos con los cuales se dio convivencia, digamos extramuros. El segundo grupo lo conforma un grupillo de buenos amigos que eran de una generación anterior a la mía y con quienes la amistad se desarrolló más cuando egresaron. Son algunas de las personas que más frecuento ahora. En cambio, en el primer grupo de amigos ubicaría a Jorge y Paco, como las personas que más destacaron y sin las cuales, seguramente, ni mi vida ni yo seríamos iguales.
El fin de semana tuve una discusión con Paco. Por eso el domingo caminé en sentido contrario al tiempo, recordando otras peleas, borracheras, pláticas y llegué hasta el punto de partida: cuando éramos desconocidos y después nos hicimos amigos. Luego volví al momento actual. No sé en qué momento pasó, pero definitivamente nuestra amistad ha cambiado. No sé si fui yo, si fue él, las circunstancias, la distancia o el tiempo. Obviamente no somos los mismos. Hay ocasiones en que pasan meses sin saber uno del otro. Me gusta pensar que eso es lo normal. Sé que la amistad sigue y continuará por muchos años más. Pero no puedo evitar recordar esos años en los cuales seguramente, ni él ni yo imaginábamos que pasarían meses sin vernos y que habría momentos en los cuales las diferencias de opinión podrían llegar a causar conflictos.
Si el domingo medité mucho al respecto, el lunes vino a golpearme nuevamente el correo de Jorge. Con él la historia es diferente. A veces demasiado iguales para estar cerca uno del otro, quizás en momentos nos resultábamos poco soportables. No obstante, es otra persona que agradezco haber conocido. Siempre diciendo chistes y pendejadas, escuchando trova y faltando a clases porque era mejor sentarse en los pasillos a ver pasar chicas lindas. Imaginando todo tipo de historias de nosotros mismos. Y riendo, siempre riendo. Creo que tampoco pensamos si eso duraría para siempre. Y en todo caso, siendo Jorge tan misántropo como yo, y probablemente mucho más huraño, no me extraña demasiado que también pasen meses sin saber nada uno del otro. Pero a veces pasa, como a él con la canción de Serrano, que llega una nostalgia y un querer volver a estar.
Y fue escuchando lo que me mandó, como pasé buen rato de ayer, incluso de hoy, pensando, meditando, imaginando... A duras penas escribiendo esto porque es demasiado lo que llega a mi mente... Recordando que éramos libres, teníamos 17 años... y preguntándome si dentro de diez más, los tres llegaremos a la cita.

jueves, 12 de julio de 2007

...

Hay ocasiones en que me gusta hundirme en mi propia miseria. Si hay una razón suficientemente fuerte para pasarla mal, no me basta y me busco algo más. Suelo entonces ser escurridizo a mis amigos y alejarme de todo. Me refugio en alguna lectura, en los paseos con mi perro, en el opio televisivo o simplemente me escondo bajo las sábanas a esperar que todo pase y de alguna manera al día siguiente despierte siendo otro o teniendo una vida diferente. La verdad no sé cómo es que tengo amigos, ni por qué los tengo cuando mi misantropía es extrema. Quizás es porque he encontrado unas pocas personas que valen la pena. Uno de ellos resultó bastante irrespetuoso de mis periodos escurridizos. Sí, en mi peor época hubo un amigo al que le valió madre que no quisiera hacer nada o no me sintiera con el ánimo para mover un sólo dedo. Se aparecía en mi casa con el pretexto de acompañarlo a hacer cualquier encargo, para ir a tomar una chela porque quería contarme algo muy importante que nunca me contó, para ir a jugar futbol (una vez incluso jugamos basquetbol que es lo que a mí me gusta). Y no importaba que le dijera "güey, no gracias quiero estar solo", porque colgábamos el teléfono y media hora más tarde volvía a llamar. En fin, si alguien evitó que me hundiera tanto en mi miseria hasta el punto de la asfixia fue Yoyo.
Hoy me gustaría poder hacer algo similar. Me gustaría estar con mi hermano y llevarlo por una chela o, si viviera en el mismo país, ir a caminar por la rambla o simplemente estar y contarle alguno de mis chistes warros o mis chistes pendejos (los cuales seguramente secundaria). Sin embargo, está en el otro extremo del continente y la única forma que tengo es escribir algo. Porque podría pensar en el silencio para mostrarle mi solidaridad con su pérdida. Pero sé que, aunque sea esto tan chafa, él preferiría verme escribiendo.

jueves, 5 de julio de 2007

Necesito una mujer...

Últimamente he hecho varias cosas, más porque me lo piden mis amigos que por iniciativa propia. Principalmente con Yoyo, como hacer un perfil en Hi5 y ponerme a husmear en los perfiles de gente que no conozco... o que sí conozco pero para el caso da igual... Creo que ya no debería hacerlo... A decir verdad, hacer cosas porque otros lo piden no me incomoda, nunca me ha incomodado en tanto no vaya en contra de algo que yo piense, quizás por eso, vagabundear por el mundo de los perfiles personales me ha hecho tanta bulla: porque no me late. No sé por qué, pero es así.
Todo lo anterior lo dije sólo porque hoy pondré un video de El Cuarteto de Nos porque le prometí a un amigo hacerlo. Fue hace poco más de un mes, cuando al calor del café de Vips y viendo que llevo meses sin salir con una mujer, Miguel Ángel comenzó a darme una lista de las personas que podría presentarme. Le contesté que no estaría mal, pero que, hablando con toda honestidad, en estos momentos no me interesa demasiado. No recuerdo bien cómo se desenvolvió la conversación, pero en algún momento le conté de un sueño que tuve y me había revelado que por cierta chica de la facultad podría hacerme militante. A Miguel le gustó la frase y escribió algo al respecto en su blog, así que, aunque la historia también me pertenece, ya no diré más...
Miguel no es el único amigo preocupado por mi actual soltería. La preocupación ha llegado hasta Montevideo dibujando planes y estrategias para los próximos meses. Cosas divertidas, que podrían ser reales, pero que tampoco veo como muy probables. No sé, no logró entender porque mis amigos quieren lanzarme de nuevo al ruedo de las relaciones cuando por fin he encontrado cierta paz y tranquilidad, que hasta he vuelto a escribir e incluso... he dedicado tiempo real a la eterna tesis.
Por otro lado también me cuestiono a mí. ¿Por qué demonios seguir así? ¿Por qué no buscar salir de esa paz no buscada y de ese espacio de, digamos cierta comodidad? No lo sé. Quizás porque por mucho tiempo dediqué más tiempo y atenciones a otra persona que el tiempo y atenciones que me dedicaba mi. Quizás porque siempre, aun teniendo pareja, he disfrutado mi soledad tanto como le he temido y en este momento pienso que he aprendido un poco a convivir con ella. Vamos, la verdad es que tampoco me interesa mucho averiguarlo. Lo cierto es que no tengo prisa ni tampoco muchas ganas. Si hubieran las ganas, cierta mujer ya sabría que alguien podría volverse militante por estar a su lado... algún día lo sabrá, pero no muy pronto
No, no hay prisa ni ganas ni interés. Así soy feliz ahora. Quizás la preocupación de mis amigos ha radicado en que les he confesado mi intención de ingresar a un monasterio. O porque piensan que ha pasado mucho tiempo. Pero la verdad tampoco ha pasado tanto. Y aunque así fuera, lo importante es que no tengo prisa. Tampoco es una actitud que cancele opciones. Se trata sólo de que sé que ya llegará una persona en un momento adecuado, puede ser mañana o en diez años, a primera o a tercera vista, y no me molesta disfrutar de mi situación actual. Como les he dicho a ciertos amigos cuando no entienden porque de repente escribo algo aquí que alude a mi ex: “si vas a sufrir, súfrele chido! o qué, ¿¿¿eso de vivir intensamente es sólo en los buenos momentos???”. Al menos es lo que trato de hacer, vivir intensamente toda experiencia, emoción y sentimiento que pueda sucederme en la vida.
Estas y otras meditaciones concurrieron en la plática del Vips. Y en algún momento, como para cerrar con algo gracioso, le pregunté a Miguel Ángel si quería saber exactamente el tipo de mujer que me interesaría conocer, a lo cual contestó que sí y prometí en algún momento poner aquí una canción de El Cuarteto de Nos que refleja exacto mi pensamiento.
Y voy a poner el video, aunque la verdad, y la razón por la cual empecé hablando de hacer cosas más por los amigos que por mi, es que preferiría poner otra que va más conmigo. Una que se intitula “Me amo” y en alguna parte dice “soy mi pareja perfecta”, que es la frase que en este instante sí refleja más lo que pienso. Aunque claro, si alguien puede a presentarme una chica como la que dice El Cuarteto, no pienso hacerle el feo...