martes, 26 de enero de 2016

Again

Mucho tiempo ha pasado desde la última vez que escribí algo aquí. También ha pasado mucho más tiempo desde la última vez que escribí algo (un cuento, un poema, una idea) por iniciativa propia, por el mero gusto de hacerlo; algo que no tenga absolutamente nada que ver con el trabajo, donde seguido escribo, algunas veces cosas que me gustan, y mucho menos veces, cosas en las que creo.

La depresión o el mal ánimo o el desánimo (para ser más preciso) que me acompaña de no sé cuándo para acá (años, muchos años) no se larga. Tampoco hago mucho; digamos que ha ganado por perseverancia, esa que a mí me falta.

Ayer estaba insoportable. Yo ayer estaba insoportable para mí mismo.

Escribo tan poco que siento dolor en los dedos al teclear apenas dos líneas. Mal, muy mal por mí.

Leo. No, tampoco demasiado. Pero hoy leí algo que me gustó. Antes, una hora antes, encontré una imagen que me recordó una promesa. Y si hay una cosa, probablemente la única, que me salva es que cumplo mis promesas, así sea mucho tiempo después, siempre quedo a mano. Quizá por eso no prometo nada casi nunca, pero no viene a cuento.

Decía que hoy vi una imagen, y la imagen me anudó la garganta y me mandó a escribir esto. No es casualidad, no creo en ellas (como he afirmado tantas veces en este espacio). Ayer pensaba en mi desánimo actual. Ayer pensaba en escribir una carta a alguien para contarle mi estado. Ayer pensaba en lo vano que sería eso y recordé este blog.

Ayer también leí algunas cosas de mi amigo R y me caló la idea de que uno se vuelve escritor cuando tiene alguien que lo lea. En ese sentido y estirando a conveniencia su idea, yo he tenido gente que ha dedicado valiosos minutos de sus preciosísimas vidas a leer lo que he puesto acá. La frase anterior carece de ironía, de verdad pienso que queda vida es preciosa y que el tiempo, al ser un recurso no renovable, es lo más valioso que podemos encontrar en la vida.

Pero siguiendo la idea, he tenido lectores. He sido escritor y he dejado de serlo; lo he sido con cuentagotas y a conveniencia; siempre tan laxo, tan condescendiente conmigo. Y muy probablemente lo siga siendo, porque la promesa que pienso cumplir no va por ahí ni tiene que ver mucho con este blog, aunque se me ocurre que puedo usarlo como una buena herramienta para compartir, para no dejar nomás conmigo las cosas.

Por eso es que hoy comparto un fragmento del texto que ha iluminado mi mañana, lo poco que este oscuro ánimo permite. Ya recuperaremos terreno, y lo perderemos de nuevo seguramente (porque así se va la vida).

Camus, como siempre, contesta en buenos momentos algunas preguntas que me afligen:

"La historia no explica ni el universo natural que había antes de ella ni la belleza que está por encima de ella. Ha elegido ignorarlos. Mientras que Platón lo contenía todo —el sinsentido, la razón y el mito—, nuestros filósofos no contienen más que el sinsentido o la razón, porque han cerrado los ojos al resto."
"«Odio mi época», escribía antes de su muerte Saint-Exupéry, por razones que no están demasiado alejadas de las que he expuesto. Pero, por perturbador que sea ese grito viniendo precisamente de alguien como él —que amó a los hombres por lo que tienen de admirable—, no vamos a apropiárnoslo. Y, sin embargo, ¡qué tentador puede resultarnos, en ciertos momentos, darle la espalda a este mundo sombrío y descarnado! Pero esta época es la nuestra, y no podemos vivir odiándonos."


Esto es del ensayo "El exilio de Helena", del libro El verano. La versión la copié de un libro electrónico, aparentemente hecho con la edición de Alianza Editorial.