martes, 17 de julio de 2012

Día duro

A veces uno siente que el mundo se le viene encima. A veces, de verdad, uno siente el peso del mundo sobre los hombros. O que todo se viene abajo. Hoy me ha pasado. Y a punto estaba de permitirme, al menos por este día o siquiera por unas cuantas horas, darme por vencido. Debilitado me siento, sin mucho ánimo para nada, ni para quejarme ni para escribir con corrección. Sin embargo, cuando me disponía a escribir algo más parecido a un epitafio o una despedida que a una explicación, recordé esta canción. Vaya que es de esas que me ayudan a resistir. Vaya que me hace falta ir a un concierto de Delgadillo nomás para ver qué tanto a cambiado. Vaya que al menos por hoy dejaré de pensar en los más altos campanarios y no miraré con cariño las navajas...

viernes, 13 de julio de 2012

Continuar

Hace dos días me deshice de una buena cantidad de dinero, cerca del 20 por ciento del total de mi salario anual, a fin de recortar el adeudo que he juntado con el banco. Los motivos que han incrementado la deuda han sido varios, y no vale mucho la pena hablar de ellos porque el punto, la realidad concreta, es que debo ese dinero. Por otra parte, hablar de ese casi 20 por ciento de mi salario anual tampoco implica únicamente hablar de dinero, porque detrás de eso hay horas de trabajo y de soportar diversas frustraciones o situaciones adversas, algunas de las cuales ya he detallado en este espacio con anterioridad. Pues bien, un año más de trabajo y un año más en que mi fondo de ahorro se va tal y como llega. Sin embargo, a diferencia de otras veces, hoy me siento feliz. Reduje a la mitad mi adeudo. No me engaño, aún queda un cacho enorme por saldar al puñetero banco. Pero ya es menos y después de eso no tendré una presión más que agregar al cúmulo de imponderables que me joden de vez en cuando, cada vez menos, algunos días de mi feliz existencia. Hoy me siento un poquito más cerca de ese espacio donde no deberé nada a nada ni a nadie, y eso es motivo de festejo, o por lo menos de alegría. Por eso, hoy me regalo dos canciones, que ya he compartido aquí. Se repiten, lo siento, pero lo mismo ocurre con algunas de las frases que aparecen en este texto y antes han habitado otros textos de esta bitácora. Continúo con la idea que he venido desarrollando desde hace unas semanas: trabajar para mí, buscar la felicidad para mí y no pretender alcanzar sólo una parte de lo que deseo, sino la otra mitad también. Y se siente muy bien. Es probable, casi seguro, que en el camino surjan nuevos baches y despedidas, pero he sobrevivido a cosas duras y es poco lo que me puede robar la calma. Quizá suena mamón y egoísta, y quizá lo sea, pero no puedo ponerlo en otros términos. Me queda el consuelo de saber que mi felicidad no depende de la ausencia de la felicidad en otras personas y de imaginar que a la par de realizar mi búsqueda las personas que estimo también hallarán un pedazo de felicidad, aquella que pueda facilitarles su relación conmigo. De hecho, este texto y estas rolas las comparto en especial para mis amigos, particularmente para los que siguen estando (ellos saben quiénes son...).

Quizá estas canciones definen con mayor claridad mi estado de ánimo, o así lo creo.