martes, 28 de diciembre de 2010

Político

Es sabido que facebook es un sitio donde puedes reencontrar amigos, conocer gente nueva y hasta husmear en la vida de alguien sin mayor problema. También puede ser un sitio para confirmar cómo es cada quién, o para ver las versiones que cada quien inventa de sí mismo. En días pasados, por mero azar, al visitar el perfil de una amiga, me hallé un rostro y un nombre que me resultaron conocidos y me llevaron a los primeros años en la universidad. Había un compañero que siempre buscaba organizar al resto del grupo, que más bien la mayoría de las veces se prestaba para la burla más que para tomarlo en serio. El tipo estaba afiliado al PRD y lo decía sin mayor reparo, a diferencia de otros compañeros, también militantes, que dejaban las charlas sobre el partido para momentos privados, con gente de confianza. El sujeto en cuestión nos abordó a Juan y a mí en los primeros días de escuela, pero afortunadamente, luego de un par de semanas, entendió que su presencia nos desagradaba. Pasado el tiempo conmigo tomó una actitud un tanto agresiva y decadente al tratar de competir por la chica que a ambos nos gustaba. Jugó sucio y perdió, pero eso es historia muerta. Volviendo al tipo, también recuerdo que él ingresó a Estudios Latinoamericanos luego de esforzarse en Letras Clásicas (curiosamente, mi segunda carrera); seguramente quiso cambiar a un colegio con más activistas, donde pensaba reclutar gente para su propia hueste. Como mencioné arriba, era un abanderado del PRD recalcitrante. Incluso recuerdo una ocasión en que elaboraríamos una manta, por cualquier motivo, y él se alzó el cuello para decir que los materiales los daría una figura renombrada de dicho partido político. En ese entonces A (lo llamaré con su inicial) vestía como muchos perredistas, o mejor dicho como el estereotipo de muchos perredistas: pantalón y camisa de vestir desabotonada del cuello, sin corbata, y jamás con saco, en su lugar una chamarra de cuero, preferentemente de color café. Ayer que vi que era "amigo" de mi amiga, no pude resistir y vi su perfil, el cual me llevó a su blog, donde me enteré, donde confirmé que sigue siendo la misma basura de antaño. Muy a la usanza de cierto sector del PRD, cambió el atuendo y los colores. En su blog pude ver una foto, todo un burrocrata (la doble erre no es error de dedo), ahora en el PAN, y como tal vestido a toda regla con un traje (aunque dudo que hecho a la medida). No sé si siga trabajando para la misma persona, otro politicazo que cambió de color hasta recibir un hueso, honestamente mediano. Dirían que Dios los hace y ellos se juntan. Faltaría conocer más, saber en qué devino con el tiempo su creencia política, aunque, como la mayoría de los políticos en el país, dudo que lo mueva otro signo que no sea el del dinero "$$$". En fin, cada quien hace de su vida lo que quiere, y a algunos no nos queda sino creer que un día el karma llegará para el resto, o convertirnos y agregar un soldado más al gran batallón de los abyectos. Por el momento, paso.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El mariachi

La primera vez que El mariachi debí tener 14 años y seguramente fue uno de esos días en que inventaba cualquier enfermedad para faltar a la escuela (aunque en ocasiones bastaba comentarlo con mi madre, quien solía solapar mi desidia). En esas ocasiones la agenda era sencilla: escuchar música a todo volumen, comer y ver películas en cinemax. Fue así que un día llegué a El mariachi, película que salía del común de lo que había visto, que me parecía extraña pero fascinante, ya que una vez que llegaba a ella, corriera el minuto que corriera, no podía hacer más que continuar hasta que finalizara. Ayer, gracias a la programación de vh1 pude verla de nuevo y compartirla con Mariana, que no la conocía. Con mis ojos de 30 años volví a apreciar lo que encantó a mis ojos de 14 y disfruté verla, así como disfruto ahora imaginar a mi yo de ayer y a mi yo de 14 en paralelo, descubriendo y redescubriendo una de las películas que marcarían mi gusto en cuanto a cine se refiere. En la escena estoy yo tirado sobre la cama comiendo queso fundido en horno de microondas y pasó a estar sentado en la sala de Mariana, arrellanado sobre el sillón, para después tomar un vaso de leche con chocolate helada y continuar con algunos comentarios hacia mi novia... Y en ambos tiempos se destapan emociones y mi incapacidad para verbalizarlas eficientemente. Por ello, no queda sino compartir una canción de la película, una canción realmente buena, en una de tantas escenas memorables. Creo que a pesar de los años no he dejado de ser, simplemente han habido pocos cambios.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Nowhere boy

Sigue resultándome curioso que haya ocasiones en que algo salta del pasado y me golpea la cara sin previo aviso, sin levantar sospechas. Anoche veía Nowhere boy, la película cuyo título estúpidamente tradujeron al español como Mi nombre es John Lennon. Basada en una biografía hecha por la media hermana de John, la película quizá tiene tanto de verdad como de fantasía, no hay modo de saberlo, pero en mi opinión es una buena historia sobre la adolescencia de Lennon, contada de buena manera, básica para los fans y los no fans de The Beatles. Me agradó que la elección de actores parece que estuvo basada en la calidad de los mismos, más allá del parecido con el personaje a interpretar. Destaco la actuación de Aaron Johnson pues en algunos ángulos y gestos pareciera ser el mismo Lennon, si bien no es su clon. Incluso hacía el final de la película me recordó la portada del disco "Rock 'n' Roll". También me gustó la actuación de Kristin Scott Thomas como la tía Mimi, pero ella en sí me ha gustado en cada película en que la he visto. En fin, para la nota personal, después de muchos años sucedió que una lagrimilla me hizo complot en algún momento que me envió de regreso a una escena de mi propia vida, y que supongo Mariana recordó (es de las pocas personas con quienes he compartido ese relato) y supo confortarme con un simple abrazo y con apretar su cuerpo junto al mío... pero esa es otra historia. Aquí dejo un trailer de la película.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Un diario

Este año conocí a un escritor que admiro. No sé si fue un encuentro, un desencuentro o simplemente una coincidencia que duró apenas un par de horas en un día por demás difícil (la noche anterior la pasé casi entera en vela al llevar a mi novia de urgencia a un hospital, la mañana fue para buscar medicinas y maldormitar, y por más que lo intenté durante ese miércoles no logré descansar; no quise cancelar la cita...). De esa ocasión me quedo con varios pensamientos que serán sólo míos, algunos pocos que he compartido con dos personas únicamente y uno en particular que hoy, en voz de otro escritor, he vuelto a encontrar y me permito transcribir del sitio http://www.advicetowriters.com:


KEEP A DIARY

Keep a diary, but don't just list all the things you did during the day. Pick one incident and write it up as a brief vignette. Give it color, include quotes and dialogue, shape it like a story with a beginning, middle and end—as if it were a short story or an episode in a novel. It's great practice. Do this while figuring out what you want to write a book about. The book may even emerge from within this running diary.

JOHN BERENDT

miércoles, 8 de diciembre de 2010

John

Por muy buen ánimo que tenga, en este día siempre me rodea una atmósfera con un dejo de tristeza. Quizá sea algo que viene de mi propia mente, ya he mencionado aquí lo que me sucede al pensar en John Lennon, ese sentimiento de pérdida, de que alguien nos arrebató las palabras que nunca oiremos y que pudieron seguir enseñándonos algo acerca de la vida o del simple existir, ser, estar aquí... Hoy comparto algunas de mis canciones favoritas de John, ideas en las que creo, melodías que me formaron...





viernes, 19 de noviembre de 2010

Resumen de la noche

Música: Huey Lewis & the News
Frase: Yeah, well, history is gonna change
Bebida: Coca cola de máquina
Pensamiento: He salido del tiempo/If you put your mind to it, you can accomplish anything

jueves, 18 de noviembre de 2010

Resumen de la tarde

Música: El mar
Lectura: E. M. Cioran
Bebida: Coca cola de máquina y café
Pensamiento: Desolación/Esperanza/Vacuidad/Futuro

Resumen de la mañana

Música: Leonard Cohen
Lectura: E. M. Cioran
Bebida: Café (aunque quizá debería ser zumo de cicuta)
Pensamiento: Volátil, pero con la misma meta fija, defendiéndola con necedad y por necesidad

martes, 19 de octubre de 2010

:)

Más allá de cuánto creo o no en lo que dice, el horóscopo de hoy me trajo una frase alentadora y me quedo con esa buena vibra:
Marvelous adventures await you, so don't stay attached to old ghosts.

domingo, 10 de octubre de 2010

Algunas de las personas más aburridas que he conocido juran que su vida sería ideal para una película

Podría decir que hace unos meses mi vida ha venido cambiando. Podría decirlo, pero a pesar de la verdad sonaría un tanto falso. Parecería que es apenas desde hace unos meses que mi vida viene cambiando. En todo caso sería más correcto decir que desde hace unos meses se me hacen más evidentes los cambios, los pequeños pasos que me van dirigiendo a tal o a cual camino.
No sé si esa forma tan evidente se le presenta a todos, a muchas personas, a algunas, a pocas. Sé que no puede ser que se me presente sólo a mí. Vuelvo a pensar en mi idea de vivir y dejar que otros vivan, que cada quien haga de su vida lo que mejor le parezca, lo que más le convenga, lo que le resulte más fácil, lo que le proporcione mayor contacto con la felicidad.
Yo por mi parte de vez en cuando me permito el uso de lugares comunes, pero la mayor parte de las veces prefiero los caminos difíciles, al menos en cuanto a las relaciones sociales y conmigo mismo; es decir, con todo. Prefiero una verdad dura y certera que una mentira que a final de cuentas no tenga nada de piadosa.
Sin embargo, he perdido la fe en algunas personas que se suponía estarían siempre, cuando es evidente que hace mucho tiempo que dejamos de existir. Por ello me he alejado de algunos amigos, quedando a la espera de algo, cualquier cosa, que vuelva a juntarnos.
Hay otros amigos que siempre están, aunque no se encuentren en el mismo espacio... En estos últimos dos días he estado con uno de ellos. Y las pláticas remueven miedos y deseos, dudas y certidumbres. En estos meses que me he alejado del blog he conocido, reencontrado y leído a diversas personas. He leído quejas, reproches, actitudes altivas, desprecios, inconformidades, vanaglorias... Las menos de las veces he escuchado (o leído) voces honestas, expresiones bellas y sencillas, gente que de una u otra forma puedo llamar amiga, incluso cuando no la conozca.
He constatado aquello que creía en la universidad, contrario a lo que nos vendían en los pasillos: el desarrollo académico no garantiza un verdadero crecimiento, acercarnos a aquello que llamamos sabiduría. ¿De qué sirve un licenciado, maestro o doctor que simplemente va parejo con la corriente?, ¿que no ve con respeto la opinión ajena?, ¿que se conduele por la muerte de gente que no conoce pero no repara en las personas que tiene alrededor?, ¿que se mueve en lo políticamente correcto o lo políticamente incorrecto, según el caso?, ¿que le gusta una vida parecida a la farándula, tan alejado de dos virtudes: sencillez y honestidad, que en lo personal valoro más allá que un sinnúmero de citas escupidas sin control o de adjetivos payasos para describir cualquier cosa?
Vengo a escribir esto porque se trata del mundo en el que de una u otra forma se mueve la gente que estimo y en el que, sé, tarde o temprano, de una forma u otra, volveré a ingresar. Lo escribo porque es simplemente una proyección en pequeño, una breve escena de esa gran película que es el mundo, la vida entera.
Con frecuencia me repito que cada uno de nosotros estamos desde nuestras propias trincheras, y en varias ocasiones lo he dicho a mis amigos. Pero lo que no les digo es un agradecimiento por compartir algunos de los elementos de esas trincheras. En verdad me siento feliz porque cuento con personas (pocas, cierto) que, a pesar de que podemos diferir en mucho, o quizás en poco, coincidimos en algo más profundo, que supongo que es la necesidad de la verdad y de ser honestos, congruentes con nosotros mismos, no disfrazarnos de nada para engañar al ojo ajeno, porque en principio es el ojo propio el que es burlado. No, mis amigos, los de verdad, y no necesito decir nombres ni verlos a diario, son de otra raza.
La ignorancia es una veta inagotable de felicidad; la falsedad y la hipocresía también; el conocimiento sin mayor repercusión que la autocomplacencia, la vanagloria, el regodeo, también lo es. Pero hay que vivir y dejar vivir. Probablemente para las otras personas la vida resulte más llevadera. Hay quienes piensan que su vida es un carnaval sin siquiera darse una vuelta a sus adentros. Algunas de las personas más aburridas que he conocido juran que su vida sería ideal para una película. Y todos existimos y habitamos un espacio común. No los molesto, ni los critico, sólo planto mi postura en otro ámbito por el simple hecho de que me parece mejor para mí.
Escribo esto mientras escucho una rola de Bunbury, tan criticado por algunos amigos. Pero incluso para ellos dejo la canción. No sé si, como en otros casos, la frases vengan de poemas que el no escribió, pero en tanto lo averiguo me quedo con que son de Bunbury y sólo estas frases valen la pena para dedicar unos minutos a escucharlo.
También escribo después de varios meses de silencio. Desde la última visita al blog, más bien a los comentarios del mismo, debo la respuesta a uno de ellos. Debo la respuesta a una persona que me gusta pensar como amiga, que tiene a mal pensar que su nombre no agrega nada a lo que pueda comentar, sin saber que precisamente su nombre ha venido a ser un asidero en algunas ocasiones difíciles, por el simple hecho de que no nos conocemos personalmente y aun así me ha hecho creer que algunas cosas que escribo valen la pena. Para mí importan esas tres letras, pues por supuesto reconozco su nombre e incluso lo que escribe... y para ella, para Eva, escribo también esto, porque, a pesar de expresarlo de modos distintos en espacios tan alejados, circulamos calles que se encuentran.

viernes, 30 de julio de 2010

Home

Somewhere I read that home is where the heart is... Most of the times the only way I can get through the day is by picturing myself with Mariana and our pets lying in the grass of some park over Ottawa. When your so called best friend tells you you are only dreaming, when the people who are supossed to suport you only tells you that what you want it's never gonna happen, it's a little strange to keep up in your dreams. Well, the fact is that, no matter what, even with my life in a static status, with no real vision on the future, the only thing that is right is my self-confidence that someday Mariana and I would reach the life we were supposed to live since a long time ago. Maybe it will be Canada, maybe another country or just in another part of Mexico, but surely faraway from this city that, besides everything, I still love. I am happy with my girl, she may be the most important reason of my happiness. And I love her...

martes, 20 de julio de 2010

No, no hay chamba...

Desde hace algunas semanas quería contar una historia que me pareció curiosa e ilustrativa de la idiosincrasia de buena parte de los mexicanos. Hoy me doy cuenta que faltaba llegar a este día para que tuviera sentido total.
Abordé un taxi porque salí retrasado hacia el trabajo. Minutos antes en mi mente analicé las ventajas o desventajas de pagar un viaje sólo a la estación del metro División del Norte, o seguir hasta Insurgentes para abordar el metrobús sin tener que caminar. Mi carencia económica decidió: División del Norte y caminar, ni modo. Subí al primer taxi que pasó. El taxista de inmediato comenzó a platicar con una familiaridad que en principio me desubicó, pues no lo conocía y además a esa hora de la mañana no me gusta platicar, menos con extraños. No recuerdo cómo ocurrió, pero la charla derivó en la difícil situación económica del país.
-Ha bajado mucho el pasaje.
-¿En verdad? ¡Qué mal! Pero la gente tiene menos dinero.
-Sí, ya no alcanza. Pero al patrón, al dueño del taxi, eso no le importa, él quiere su cuenta y punto.
-Sí, me imagino.
-Que no hubo pasaje, ni modo. Y uno trata de explicarles y no les importa, su dinero es su dinero y les vale madre uno. No, no hay chamba, y luego no saco para mi cuenta.
En ese momento nos acercábamos al destino. Pensé, ingenuamente, en algo para "ayudar" al taxista.
-¿Sabe qué?, mejor lléveme a Insurgentes.
-No, joven, es que ya voy a entregar.
Después de un silencio como respuesta a su respuesta, agregué:
-Okey, ¿cuánto le debo?
- Ya sabe, son diez pesos.
Extendí mi mano con una moneda y bajé riendo del auto. Aún lo escuché decirme:
-Ya sabe, cuando gusté siempre estoy por esta calle.
La diferencia entre lo que pagué y lo que pude haber pagado por el viaje hasta Insurgentes no es mucha, aunque proporcionalmente es el doble. Me pregunté y ahora vuelvo a preguntarme ¿cómo es que alguien se queja de que no hay trabajo, pero en el momento de tener una oportunidad, por insignificante que sea, la rechaza? La respuesta yace en una parte de la idiosincrasia mexicana, donde mejor es quejarse que conseguir soluciones a los problemas.
Ese mismo taxista suele quedarse estacionado en una esquina cerca de mi casa para realizar sólo un viaje de 10 o 12 cuadras hasta el metro. No le interesa salir de ahí. De vez en cuando, si se lo permite la suerte, lleva a dos o tres personas en un mismo viaje, aunque por supuesto cobra a cada uno la misma tarifa. Algunos días paso a su lado y en más de una ocasión me ha dicho: "Vámonos, joven", a lo que respondo que no, que gracias, que prefiero caminar. 
Hoy por la mañana salí muy atrasado al trabajo. Tomé un taxi y mientras esperaba pude notar que aquel taxista me veía desde lejos. Adivine una mirada de reproche, sobre todo porque caminó varios metros desde su taxi para comprobar que era yo quien esperaba otro auto. Sin embargo, no hizo ni el intento de manejar 20 metros hasta donde yo estaba. Hizo bien, de entrada yo sabía que no me llevaría a Insurgentes, aunque eso significara no tener chamba esta mañana.

domingo, 6 de junio de 2010

Hoy he pensado que la nostalgia es algo que de vez en cuando se nos presenta como una atmósfera suspendida en el espacio, transportándose a través de las edades hasta el tiempo en que habrá de juntarse con nosotros. Hay sonidos que no se escuchan en vivo, o concientemente, pero que flotan por el aire y de alguna forma se graban en nosotros... años después los encontramos...

jueves, 13 de mayo de 2010

300. Calma en movimiento

Hace poco más de un mes que no escribo en este espacio. Las entradas de ese tiempo, que es cercano pero me resulta lejano, comentaban primordialmente cuestiones relacionadas a la situación de mi salud, cada vez más degradada. Cuando comenzaba a recuperarme, cuando pensé que todo volvía a tomar rumbo, un accidente grave me sorprendió. Por buena suerte el accidente no fue fatal. La diosa Fortuna volvió a sonreírme, eso que desconozco pero llamo Dios o energía universal decidió no deshacerse de mi parte material. Días después un amigo me explicó lo que pudo haber pasado si el golpe del microbús hubiera caido diez centímetros adelante, diez centímetros atrás, o con un poco más de aceleración. Los días siguientes no sabía si decir que tuve mala suerte de que el costado izquierdo de mi auto quedase destrozado, o si decir que tuve buena suerte de salir únicamente con una lesión leve, sin roturas ni fracturas. Ahora por instantes me lamento por mi auto y por lo costosa que resultará la compostura, pero también sonrío al pensar que la experiencia es una más que puedo contar.

En días previos al accidente comencé a leer un libro de Norbert Elias, "La soledad de los moribundos", que en parte tiene la idea de traer a conciencia que la muerte es sólo una etapa más de la vida. Varios párrafos del libro me resultaron iluminadores e interesantes, y espero en próximos días poder compartirlos aquí. No fue fácil retomar la lectura, sobre todo por el tema, después de haber tenido el accidente.

Apenas comenzaba a clarear el día. Salí deprisa pues en teoría una compañera de trabajo me esperaba en el punto acordado para acompañarnos en el camino a la oficina. Puse el único disco de Orishas que tengo en el autoestereo. Buscaba una canción que pudiera agradar no sólo a mí. En el cruce de la calle Zempoala con Eje 6 sur me enfrenté a la luz roja. Me coloqué el cinturón de seguridad. A esa hora de la mañana el sentido del flujo vial es inverso al del resto del día, y sólo se conserva un carril en contraflujo para transporte público. Miré la avenida y sólo había un taxi que más bien parecía aguardar por alguien. Apenas cambió la luz avancé. No recuerdo si fue un claxón o un rechinar de llantas. Sólo recuerdo volver la vista a la izquierda y ver cómo se acercaba la parte delantera de un microbús, dos débiles luces en los faros. Recuerdo haber levantado mi mano derecha, como queriéndo detener el metal que me amenazaba. Recuerdo una sacudida y el auto apagándose. Después la pregunta: ¿Y ahora qué hago? Enseguida vino el compañero del conductor a preguntar cómo estaba. Lo que siguió no vale la pena contarlo con mayor detalle: estacionar el auto, correr para evitar que el microbús huyera, evitar la estafa que querían hacer, dejar todo por la paz, cada quien lo suyo con tal de seguir adelante...

En el momento del accidente no pasó mi vida ante mis ojos. No fue como aquella ocasión, narrada aquí, en que el mal pavimento hizo girar el mismo auto, semanas antes del accidente, cuando no tuve control del vehículo, cuando sentí la vulnerabilidad de no tener control de mi cuerpo, la vulnerabilidad de la vida misma. Ahora no pensé en nada ni nadie. Mi única reacción fue levantar la mano derecha. Minutos después sentí el calor en el cuello. Más tarde el raspón que también en mi cuello dejó uno de los vidrios. Horas, quizá días más tarde sí que pensé. Pensé en mi familia y en mis amigos, la gente que quiero. Pensé en mis mascotas. Pero lo que más me perturbó, lo que ha venido dándole vueltas a mi cabeza incluso hasta ahora fueron dos cosas: los libros que no he escrito y mi hijo nonato. Sobre todo él, que ni siquiera ha sido concebido aún. Pensé en el chiquillo que ya no habría de nacer, en los lugares que no habría de mostrarle, en los conocimientos que ya no compartiría, en las experiencias que me harían falta como siendo hijo me hicieron falta pero quería vivir al menos desde esa otra altura.

También me di cuenta que mis esfuerzos por pasar de la palabra a los actos no han sido suficientes. El mismo amigo que calculó los daños de los que me salvé por centímetros me comentó que él ha hecho lo que ha querido: "Si me muero cualquier día estoy tranquilo". Yo pensé que difícilmente podría decir algo así. Si bien he realizado muchas cosas que he querido, si bien he avanzado en la consecución de ser el humano que quiero ser, se me hizo evidente lo mucho que he dejado a un lado o inconcluso.

Podría decir que no lo haré más, pero sé que los cambios para que duren no han de ser abruptos. Más que nada creo que ha sido una llamada de atención, un resplandor para sacarme de la situación en la cual ya me estaba acomodando, y un bofetón para dejar actitudes y pensamientos que no hacen sino envenenar a uno mismo.

Si bien antes sabía que un día voy a morir, nunca como ahora he sido consciente de ello cada día. Nunca como antes esa conciencia ha desatado una pelea entre el miedo y la serenidad que antes venía a ganar la indiferencia. Tengo miedo, pero apenas reacciono en que el segundo que viví ya se fue, la serenidad se apodera de mí y sigo respirando sin miedo de por medio.

También, y quizá más importante, he sido más consciente de los logros que he tenido y mi sonrisa surge cuando veo que una de mis principales metas, encontrar el amor, está siendo realizada. He descubierto que ya no tengo que postergar lo demás y, aunque nada me tiene garantizado que alcanzaré mis metas y realizaré mis proyectos (mi hijo nonato sigue sin existir en el plano material y mis libros no escritos aguardan tras mi lapicero), al menos hoy me muevo con calma, no me detengo, y cada día trato de rememorar lo irrepetible de los instantes, las sonrisas que me llenan y las hojas que pasan volando.

Soy feliz.

martes, 13 de abril de 2010

Se busca gente cuya felicidad no dependa ni signifique la pérdida de la felicidad de alguien más.

viernes, 26 de marzo de 2010

Estos han sido días de ánimo bajo. Tras una enfermedad llega otra, además de algunas preocupaciones emocionales. Han quedado los momentos en soledad y las múltiples reflexiones. En uno de esos momentos me encontré con el nuevo disco de Mikel Erentxum, sencillamente una maravilla en 12 tracks. Comparto algunos que hallé en youtube.









viernes, 19 de marzo de 2010

30

Como en ocasiones anteriores, en mi cumpleaños he querido compartir aquí una canción. Sólo que esta vez no ha sido fácil decidirme, así que van tres (¿una por década?). Las primeras dos son entrañables para mí, la tercera simplemente me pone de buenas y era la que en primer lugar iba a compartir aquí.





jueves, 18 de marzo de 2010

Wishlist

Debido a un par de reclamos, la publico de nuevo, reducida en uno en cada categoría.

Libros
Historia de la crítica literaria, David Viñas Piquer
Los espartanos. Una historia épica, Paul Cartledge
Nostalgia de Troya, Luisa Josefina Hernández
La vida intrucciones de uso, Georges Perec
Providence, Juan Francisco Ferré
Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig

CD
Les Travailleurs de la Mer: Ancient Songs from a Small Island, varios
Leche, Fobia
Unknown Pleasures, Joy Division
Power, Corruption & Lies, New Order
Storytellers: David Bowie
Sinfonía 2 Resurrección, Gustav Mahler

DVD
Paris, Texas
Until the end of the world
Más extraño que la ficción
Las últimas imágenes del naufragio
Rashomon
Historia de Tokio

miércoles, 17 de marzo de 2010

Como tenía que ser, a pesar de mí, en mí y por mí he comenzado el proceso de sanación. Más importante que la física es la espiritual. Aún duele la incertidumbre, pero no hay otro camino. Como otras veces, Mauricio estuvo en ese momento en que mi mente comenzó a tomar claridad. No importa lo turbia que se ponga en los días que vienen, recurriré a la claridad cada vez que me sea posible. Justo en esos momentos que comenzó la sanación escuchábamos esto, que desde ya se convierte en una música importante de mi soundtrack personal.

viernes, 12 de marzo de 2010

Suprimí una entrada. Sólo puedo decir que hoy los actos de fe, al menos hoy, me parecen algo sin sentido. Queda el desapego, eso sí quiero alcanzarlo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Sad song, de Au Revoir Simone

Tengo un amigo que a veces usa un tono de reproche cuando por varios días publico entradas sobre música. Creo que prefiere que escriba. Lo siento, así sucede a veces. Espero no ser repetitivo, quiero compartir una canción alegre donde se pide una canción triste. Simplemente me llena los oídos y me da felicidad. Además de que el video me gusta mucho.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Los dinosaurios, Charly García

Esta canción tiene varios efectos en mí. Primero me recuerda lo efímero de la vida y que, como dice, todos pueden desaparecer. Sé que mi contexto no es el mismo del cual surgió esta melodía, y de hecho lo agradezco, pero creo que la idea trasciende tiempo y espacio, y ese es otro efecto: me da cierta esperanza: "los dinosaurios van a desaparecer". Finalmente, casi siempre me pone la carne de gallina, cosa que no es del todo conveniente estos días. Un amigo tiene o tenía en su blog una frase: "cuando el mundo tira para abajo es mejor no estar atado a nada", y me gusta, pero en lo personal prefiero la que le antecede: "si los pesados, mi amor, llevan todos un montón de equipaje en la mano, oh mi amor, yo quiero estar liviano".

Se busca gente enferma para aprehender el dolor.

martes, 2 de marzo de 2010

JJ Roedor

Hoy, justo ahora, estoy royendo y rumiando mis malos sentimientos. Odio y envidia, algo de ira, y mucho rencor sobre todo en mi contra. En fin, tampoco se me da navegar en esos ríos rojos por demasiado tiempo. Prefiero los ríos negros y luminosos de la melancolía y la nostalgia, del amor y la felicidad, de la memoria y la eternidad. Por ello, aunque en estos minutos rumio sentimientos intensamente negativos, no me la creo mucho y considero que a final de cuentas he de verme un tanto gracioso, justo como el roedor de la foto a continuación. Basta ponerme serio, digamos que la mano que me tomaría del pellejo sería mi propia conciencia.

Chico, tienes que cuidarte :)

Ayer recibí una llamada inesperada y agradable. Una amiga, preocupada por mi salud, dejo de lado algunos malos entendidos que hemos tenido. El simple hecho de escuchar su voz familiar y saber que le importo me hicieron sentir mejor. Horas más tarde pensé que la gente cercana no necesariamente comparte la geografía. Después un amigo volvió a preguntar por mi salud.
No he escrito aquí sobre la ausencia de salud por otra razón más allá que expresar lo que me sucede y siento. Pero es grato y se agradece a las personas, pocas en realidad, que han mostrado alguna preocupación, al menos mera curiosidad por saber qué tengo. La curiosidad no es el caso de mi amiga y de amigo, sé que su sentir es auténtico, y saberme de cierta forma acompañado hace más feliz mi vida.
Hoy por la mañana, cuando desperté, el dolorcillo abdominal todavía estaba ahí. La incomodidad que me causa la ropa es mayor que ayer, pero mi ánimo se mantiene firme en aceptar y sonreír. me proporciono algo de humor a mí mismo cuando recuerdo canciones o cuentos o poemas y los altero para acomodar las palabras a mi situación. Y hoy desperté con una melodía de Hombres G que viene muy a cuento con lo que la gente cercana me ha dicho. Y pensé que ahora vivo las consecuencias de mis excesos de hace años, de mis dos cajetillas diarias y mis expresos dobles a cualquier hora. En fin, ya pasó y queda sólo seguir respirando :)
En cuanto a la canción, desafortunadamente no hay manera de compartir el video original, pero si le dan clic aquí lo podrán ver. Debo decir que no es una maravilla, salvo por las enfermeras que aparecen y que creo que cualquier hombre estaría encantado de se encargaran de cuidar su salud. Dicho sea de paso, Hombres G me parece uno de eso grupos que no son tomados demasiado en serio, pero que si uno se detiene a escuchar lo que hicieron, fuera del ingenio de las letras, puede encontrar cosas maravillosas en la música; sobre todo en cuanto a guitarra tienen algunas cosas geniales.
De cualquier modo dejo un video, porque el día que relea esto querré oír la rolita.

lunes, 1 de marzo de 2010

...

Hoy no me siento bien. Tengo un dolor que no tenía hace dos días. No sé qué suceda. La maldita salud me evade. Sin embargo, quizá como autodefensa, sólo atino a recordar dos versos de Oliverio Girondo: Cualquier dolor lastima/mi carne, mi esqueleto, pues sin darle vueltas a las cosas describen tal cual cómo me siento. En fin, lo bueno es recordar el resto del poema y de alguna manera se aligera el maldito dolor. También es agradable volver a la película que me descubrió a este poeta, y traer de nuevo a la memoria el oficio deseado. 

Comunión plenaria, de Oliverio Girondo

Los nervios se me adhieren 
al barro, a las paredes, 
abrazan los ramajes, 
penetran en la tierra, 
se esparcen por el aire, 
hasta alcanzar el cielo.

El mármol, los caballos 
tienen mis propias venas. 
Cualquier dolor lastima 
mi carne, mi esqueleto. 
¡Las veces que me he muerto 
al ver matar un toro!...

Si diviso una nube 
debo emprender el vuelo. 
Si una mujer se acuesta 
yo me acuesto con ella. 
Cuántas veces me he dicho: 
¿Seré yo esa piedra?

Nunca sigo un cadáver 
sin quedarme a su lado. 
Cuando ponen un huevo, 
yo también cacareo. 
Basta que alguien me piense 
para ser un recuerdo.


sábado, 27 de febrero de 2010

La edad del cielo

Una canción que sigue con mi ánimo de estos días. No sé bien cómo explicarlo, pero a veces recordar la finitud de la vida dentro de la infinidad del tiempo me hace sentir tranquilo. No es que me llene de sinsentido, aclaro pues sé que pocas personas comprenden que mis estados depresivos son necesarios para mi felicidad. No sé bien cómo explicarlo, y aunque he buscado formas no he hallado la adecuada, aquella con la que se logre comprender lo que quiero explicar. Por lo pronto insisto: pensar en la finitud de la vida no me hace llenarme de sinsentido, sino que aprecio lo que he vivido, lo que recuerdo, como una especie de trampa de la vida al tiempo, porque a final de cuentas creo firmemente que todo sigue siendo en la memoria y en algún lugar del tiempo donde permanece puro, inmutable y eterno.
Un amigo en particular ha sido depositario de estas reflexiones y de esta falta de capacidad para explicarme. Sé que se preocupa por mí y lo agradezco. Es un gran amigo. Hace poco compartí con él esta canción procurando darme a entender, aunque creo que no lo logré del todo. Hoy quiero compartirla en este espacio.
Nota: mientras escribía esto y escuchaba la canción, en casa se desató una pelea como hacía tiempo no sucedía. Antes junto con el hogar me derrumbaba yo, y aún ocurre, pero hoy tuve la protección de esta melodía que a veces repito como mantra y que ha sido esencial en lo que va de este año.

La edad del cielo, de Jorge Drexler

No somos mas
que una gota de luz,
una estrella fugaz,
una chispa tan solo en la edad del cielo.
No somos lo que quisiéramos ser,
solo un breve latir
en un silencio antiguo con la edad del cielo.

Calma, todo esta en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo.

No somos mas
que un puñado de mar,
una broma de Dios,
un capricho del sol
del jardín del cielo.
No damos pie entre tanto tic tac,
entre tanto big bang,
solo un grano de sal
en el mar del cielo.

Calma, todo esta en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo.

Calma, todo esta en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo.

Calma, todo esta en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo...

...

Ahora que un sismo muy fuerte ha colapsado diversas zonas de Chile, creo que nadie podrá negar las enormes desigualdades que existen, ya no digamos en el mundo, sino en una misma región o subcontinente. Mientras que con el sismo en Haití asistimos a la destrucción de una sociedad y a la ayuda rapiña de los centros de poder (razón por la cual no escribí al respecto, me generaba demasiada tristeza y enojo ver eso en un país fundacional para la libertad de este continente), el sismo en Chile, creo, será una prueba más que superará una sociedad que en lo personal me parece admirable, si bien contradictoria. Durante mis años de estudiante tomé un cariño particular hacia Chile, que hasta la fecha conservo. Principalmente he admirado a Salvador Allende, y creo que no es poco lo que puedo agregar a esta afirmación, pero no es el momento. Me emocioné leyendo acerca de Francisco Bilbao y Santiago Arcos, conociendo el ideario y la vida de Luis Emilio Recabarren. Aún siento una mezcla de tristeza y furia al escuchar las palabras "Moneda" e "Iquique". Sí, la tendencia de lo que he estudiado es clara. Por otra parte, su literatura me parece fundamental, al menos en mi formación, donde son esenciales los apellidos de Neruda, Parra, Lihn, y más para acá Bolaño, Electorat y Zambra, por mencionar algunos. En fin, para no extenderme más resumo que es un lugar donde algún día he de estar. Mientras tanto, hoy me uno a la tristeza de los chilenos (yo también vi mi ciudad destruida hace ya varios años), y desde este espacio, en lo que sirva, envío un saludo fraternal y los mejores deseos. Sé que saldrán adelante, han sobrevivido antes a diversas catástrofes, aunque más bien del tipo social.

viernes, 26 de febrero de 2010

Un video de Kings of convenience

Para seguir con un buen estado de ánimo, con calma...

Conocer mejor para escribirlo bien

Siempre que leo a Hemingway (he leído poco, muchas veces) vuelve a mí cierta calma causada por una suerte de entendimiento con el mundo. Saber que las cosas simplemente son, que así fueron y así serán. Por alguna razón leer a Hemingway me hace ver lo transitorio de la vida, y de ahí recordar lo necesario que resulta vivirla, disfrutarla. Cuando leo a ese gran escritor camino casi imperturbable. Hoy, por ejemplo, parecía caerse el mundo laboral, y sin embargo sólo me quedó aceptar las dos horas extras sin pago, hacer caso omiso de cualquier cosa que lastimara mis oídos, reclinarme sobre la silla y continuar. La literatura de Hemingway me parece vital y sencilla. La disfruto como pocas cosas. Por la mañana un párrafo me hizo sentir pánico de mí mismo:

Ahora ya nunca podría escribir las cosas que había guardado hasta conocer mejor para escribirlas bien. Bien, ya tampoco fracasaría en su intento por escribirlas. Quizá nunca se puedan escribir, es por eso que se hacen a un lado y se aplaza el inicio. Ahora ya nunca lo sabría.

Aunado al recuerdo de que ayer caminé por la que fue mi universidad y pensé que me debo ciertas cosas ahí, que no sé con exactitud cuándo concluya, pero que cada vez percibo más necesario, y después del miedo por hallarme al final de todo como el personaje de Hemingway, llegó nuevamente la calma. Los procesos que he seguido continúan en algo que me parece un buen rumbo. Y ahora, al menos más que antes, tengo algunas certezas, siento alguna seguridad. Creo que algún día sabré si lo guardado ha encontrado vía de expresión en papel, si ha valido la pena esperar hasta conocer mejor para escribirlo bien.
Una cosa más sobre la literatura de Hemingway. Reitero, porque me parece un rasgo fundamental y admirable: es una escritura que vive. No narra cosas, las hace vida en el papel, y aunque no entiendo cómo lo logra, o quizá por esa falta de entendimiento, me parece una maravilla. Pocos escritores hacen vivir a sus personajes y consiguen contar por omisión como lo hace Hemingway. Y es que a veces no dice nada explícito, pero es completamente comprensible. Hemingway hace que los pulmones trabajen. Es un maestro, y aunque me suene raro por tratarse de él, también podría decir que es una luz. Sí, murió hace mucho tiempo y escribo en presente porque no es cierto.

martes, 23 de febrero de 2010

Lectura atravesada

Hace poco publiqué aquí algo que me sonó ya escuchado. Hoy por la mañana recordé los versos "una hoja cae; algo pasa volando", "y el alma del oyente quede temblando". No puedo si no aceptar que a veces se nos cruzan las lecturas y nos regalan un espejismo de originalidad. Cabe aclarar que bajo ninguna circunstancia fue la intención, simplemente me salió algo similar, aunque en el fondo la idea sea distinta. Ya quisiera, en ciertas cosas, parecerme a Vicente Huidobro. Dejo su Arte poética completa, donde por cierto hay una de mis citas consentidas al hablar de literatura ("El adjetivo, cuando no da vida, mata"):

Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!,
Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios.

lunes, 22 de febrero de 2010

Se buscan personas rotas para armar rompecabezas de belleza inexplicable.

domingo, 21 de febrero de 2010

.......

Hoy no fue un buen día, y al final de todo siempre está la música. Encontré un video con la versión de estudio, que además me evita la transcripción de la letra. No tengo fuerzas. La canción es en particular para Mariana, aunque de antemano sepa que no le va a gustar.

"Antes de comenzar a escribir esto el aire que salió de mis pulmones rebotó en mis manos, que cubrían parte de mi rostro, y empañó por unos segundos los lentes de las gafas. Pude ver cómo mi visión encontraba un obstáculo, y cómo éste desaparecía lentamente. Fueron unos segundos, pero pude verlo con toda claridad, como si el tiempo se congelara."
Este párrafo lo escribí hace un par de días, un jueves extraño en que no pude seguir escribiendo, en el que estuve aquí pero sin estarlo, en el que pude sentir nuevamente la fragilidad de la vida, y en el que pensé mucho al respecto.
El jueves amaneció lloviendo. Como de costumbre me dirigí al trabajo por la mañana. A quince minutos de llegar, conduciendo el auto sobre avenida Insurgentes, casi a la altura de Neurología, un auto estaba detenido. Yo iba en ese carril, pude verlo muchos metros antes, pero no podía cambiar inmediatamente de carril ya que una camioneta ocupaba el de alta velocidad a menos de 60 km por hora. Frené, no hubo otra opción. En principio el rechinido de las llantas me pareció normal, sin embargo, no sé cómo, el auto comenzó a virar hacia la izquierda. El viraje fue acompañado de un deslizamiento. No recuerdo todo en conjunto. Cuando evoco el momento suelen aparecer pedazos del hecho, pero nunca puedo juntarlos todos y terminar de armar la pieza. Apenas hoy recordé el rechinar de llantas. El auto quedó practicamente en sentido contrario. Por fortuna quienes iban detrás de mí alcanzaron a frenar (iban lo suficientemente lejos para no chocar). Respiré, miré el bocho rojo frente a mí, vi llegar un auto en el otro carril y al metrobús, volví a respirar, constaté que el auto seguía encendido y apliqué primera velocidad, freno, reversa, primera y seguí mi camino. Una vez en el estacionamiento de la UIC quité el CD que venía escuchando, pero no encontraba la caja. Cuando la hallé en la puerta del copiloto y extendí la mano para alcanzarla, pude ver que temblaba. El resto del día vinieron algunos bajones similiares, algunos momentos en que el nerviosismo que no me alcanzó en la mañana llegaba por fin a su destino.
Siempre he pensado que los jueves son mis días de buena suerte. El jueves pasado tuve ese pequeño percance, y además una máquina expendedora atoró lo que quise comprar, no una, sino dos veces. Aun así, continúo con mi creencia de que los jueves son mis días de buena suerte. Fue buena suerte que el auto girara hacia el lado izquierdo y no hacia el derecho, donde hubiera invadido el carril del metrobús que segundos después de que el giro se detuvo, pude ver que pasaba frente a mí a una velocidad considerablemente alta. Fue una fortuna quedar a 20 metros del imbécil que estaba estacionado en la avenida; que nadie chocara conmigo; que no terminé sobre la banqueta. Quedé abarcando los dos carriles de Insurgentes y en sentido contrario, y aun así no pasó nada más allá de un susto que fue saliendo a cuentagotas durante el resto de la jornada.
Mientras giraba en el auto no sentí miedo, de hecho creo que lo único que sentí fue vulnerabilidad. Estar atrapado en un vehículo del cual no tenía control me hizo sentir simplemente vulnerable, de una forma dura, brutal. Además de eso, mi pensamiento corrió a una velocidad un tanto mayor a la que acostumbra. Ahora no recuerdo mucho, pero sé que en el momento evoqué dos o tres momentos de felicidad que permanecían guardados en la memoria (y me temo que han vuelto a refugiarse); y pensé en Mariana.
Minutos antes había escuchado mi canción favorita: Telegraph road. Y también minutos antes había reflexionado sobre lo enfermo que he estado lo que va del año. Creo en las señales, y creo que ya son muchas las que han llegado en estas semanas y giran alrededor de la vulnerabilidad de la vida, de mi vida en particular, y creo que debo hacerles caso.
Cuanto más trato de recordar algo más se aleja de mi mente, como esos recuerdos que sé que llegaron mientras mi respiración se detuvo y el auto giró. Trataré de recuperarlos de la memoria, porque no pueden aguardar a un momento crítico para aparecer. No los forzaré, sin han de venir será porque quieren, pero tampoco lo dejaré a la desidia. He de recuperarme de algún modo. He de seguir contándome, aunque en principio sea como he venido haciendo, fragmentado.
Son demasiadas señales, demasiadas: debo cuidarme y esforzarme aún más por ser feliz, sea cual sea la forma que ésta posea. Quien quiera seguir acompañándome en este viaje será bienvenido, sin más.

jueves, 11 de febrero de 2010

Sueño sobreviviente 1

No importa que sea un solo año cuando esté a punto de morir, he de habitar en esta ciudad algún día.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Una nota sobre Guillermo Saccomanno

Mentiré. Diré que conocí el nombre de Guillermo Saccomanno de manera fortuita.
Seré sincero. Diré que he leído una sola novela de Guillermo Saccomanno: El amor argentino, antes conocida como Roberto y Eva, y que con eso me ha bastado para querer leer más.
Me lamentaré. Durante la estancia de mi amiga Dany en Argentina le encargué un sin fin de cosas, pero sobre todo, con énfasis, algo de Guillermo Saccomanno, que desgraciadamente no pudo localizar.
Me arriesgaré. Opinaré que Guillermo Saccomanno es casi inédito en México, ya no digamos entre el gran público, sino incluso entre quienes son conocedores de la literatura latinoamericana; no pasa de ser una nombre de referencia, un autor no leído.
Me alegraré. Estaré atento del momento en que las librerías comiencen a circular la novela El oficinista, de Guillermo Saccomanno, ganadora del Premio Seix Barral, y espero que con eso se atrevan a circular más de la obra de este escritor argentino.
Seré terco. No me importan las deudas ni los asuntos de salud; la pequeña cirugía puede esperar. En cuanto lo vea, parte de mi dinero, cueste lo que cueste, se irá en obtener ese libro.
Reseñaré. En la página de la revista Ñ aparece una nota, donde además transcriben fragmentos de la novela, de entre los cuales me quedo con los siguientes:

Le gusta pensar que él, a pesar de su carácter manso, puede ser, dada la circunstancia, feroz. (...)

Nadie es lo que parece, piensa. Simplemente se le debe presentar la oportunidad para que revele de qué es capaz. Este razonamiento le sirve para aguantar al jefe, a los compañeros y a su propia familia. Ni en la oficina ni en su hogar saben quién es él. (...) Un día de estos van a ver. El día menos pensado. 

Fragmentado

Ayer fui asesinado pero dos o tres partes luchan por resucitar. Es una batalla difícil, ya hubo sueños viejos que perecieron. El presente sigue siendo presente y futuro.
Algo cae. Una copa se rompe.
Sólo aire artificial toca mi cara.

martes, 9 de febrero de 2010

Tarot: Sota de Oros

La Sota de Oros representa a un mensajero de nuevas oportunidades que promete mejoría, seguridad, confianza o la posibilidad de hacer realidad tus sueños. Cuando esas oportunidades se presentan solas, deben tomarse. Ellas podrían implicar un aumento significativo del estatus social. Esta carta puede referirse a cuestiones financieras, nuevas e importantes amistades, estudios, alguna beca o una fascinación por el trabajo. La Sota indica que todo se mueve de una manera práctica. Es feliz y optimista, además de pensativa y seria, que aunque puedan verse como características opuestas son las dos caras de una misma moneda. Puede representar situaciones, pero también la presencia de una persona con estos rasgos, que será apropiada para prestar mucha ayuda.

lunes, 8 de febrero de 2010

Esta canción fue escrita hace más de 25 años... Aunque lleva un nombre femenino la esencia de la canción se puede aplicar a la mayoría de los seres humanos sin distinciones de sexo, pero sí de nivel social. El mundo es terrible, pero paradójicamente este tipo de canción me da cierto ánimo. Quizá es el encuentro, las cosas en común entre dos, al menos en la forma de observar algunas cosas, lo que hace sentir que la soledad no es tan brutal.
Estoy seguro que en los próximos 25 aún seguirán habiendo muchas Susanas de la mañana... de sueños viejos, días aburridos, mirada hacia ningún lugar...



Susana de la mañana, de Rodrigo González

Con tus manos sobre la máquina de escribir
contestando las llamadas día tras día sin sentir
tus ojos vuelan siempre con rumbo del reloj
la novela semanal, el último hit musical

La pintura de labios, el rimel, la moda, el peinado
sábado en la noche a la discoteque
y revistas y televisiones que te dan la imagen
de lo que tu debes pensar o sentir

Susana de la mañana y los escritos hasta en la tarde

El día se pasa entre fábulas y cuentos viejos
y fastidios que no saben esconderse o irse lejos
pero no importa ya que el amor llegara
y ese principe encantado algún día te salvará

Pero te vas por la calle y al llegar la noche ya nada sabes más de ti
en ese continuo lo mismo que siempre te espera
antes de dormir y empezar otra vez

Susana de la mañana y los escritos hasta en la tarde
de checar bien la tarjeta y así los jefes no te regañen
Susana de sueños viejos, días aburridos, mirada hacia ningún lugar


viernes, 5 de febrero de 2010

...

1
A medida que avanza el tiempo se hace evidente la sabiduría en algunas cosas que decían mis padres y soy capaz de ver la estupidez adolescente que me la mantenía velada. También con el tiempo se me presentan algunas creencias que mis ideas trataban de mantener a raya, por decir lo menos.

2
Durante la preparatoria conocí a Paco y a Adrián. Fuimos, por un breve tiempo, un grupo de tres amigos. Adrián fue el más sociable y mudaba de un grupo de amigos a otro. Yo siempre me envolví en relaciones tormentosas y duraderas, y la mayor parte de mi tiempo lo pasaba entre los sueños y quien entonces era mi novia. Paco también flotó por algunos grupos de amigos, en menor medida que Adrián, y también, años más tarde, se dedicó con devoción a una relación que caminaba hacia el fracaso. Sí, los años pasaron, cada vez vi menos a Adrián, pasé año y medio en solitario para después dedicarme con mayor devoción a un más grande y devastante fracaso.
Siempre pensé que Paco sería el primero en casarse, entendiendo esto no como la institución sino como el hecho de compartir la vida con alguien. Después sería yo. Adrián sería el último, pero me equivoqué, será el primero.

3
Casarse, formar una familia, tener un vida agradable, un trabajo, estabilidad. Cuando era adolescente por algún motivo deseché estas opciones para mí. También deseché sin más los consejos que me ofrecían mis padres. No sin razón, no con tanta estupidez como a veces declaro, más bien con base en ciertos conflictos que fueron desarrollándose durante varios años, decidí que buscaría ser lo más opuesto a ellos, pero en ese ir a la contra confundí lo que eran ellos con lo que querían que fuera yo, que son cosas distintas.
Hoy creo que no hubiera estado mal apelar un poco a la estabilidad y menos al desmadre, pero a lo hecho pecho, diría Efraín Huerta, y las cosas ya sucedieron. Creo que a final de cuentas me parezco más a ellos de lo que hubiera imaginado, pero también supongo que aún estoy a tiempo de tomar otro rumbo.
Las ideas que me fui formando entran en choque con las creencias que tengo arraigadas. Hago esta distinción a la manera de Ortega y Gasset, en un libro, fabuloso, de los que más me han influido aunque poco hable de él. Y me doy cuenta de que, si bien no me agradan del todo, buscar el claro opuesto a esas creencias tampoco me lleva a sentirme satisfecho. Por eso desde hace un par de años cuando alguien me pregunta qué es lo que más deseo sólo me siento capaz de responder: ser feliz. Y ese ser feliz tiene muchas implicaciones que aún estoy definiendo.
Parte de mi dualidad radica en esta falta de acomodo entre lo que creo y lo que pienso, y en ese acomodo siento que la vida se me va. Lo único que de verdad tengo claro es que quiero ser feliz, y después de eso, que no quiero tener nada que reprocharme nuevamente. Quizá mi punto de partida sea el perdón a mí mismo, olvidar lo que no hice, los lugares donde debería de estar, y plantearme un punto de inicio. La idea ha venido generándose desde hace mucho, pero me sigo resistiendo, por miedo, a los cambios que han de arraigarla. Por lo pronto di un primer paso el fin de semana, sacando ocho grandes bolsas de basura de mi habitación, pero sigo lidiando un poco con el choque que se produjo, con las nostalgias resucitadas (en torno a mi familia, nada más), con que me cuesta demasiado perdonar mis estupideces.

4
Anoche recordé muchas cosas y me eché a domir. Hoy mi mente quizá está un poco más clara, pero no me fío. Mientras meditaba por la mañana recordé esta canción, y siento que no podría haber una mejor para esta entrada, porque por un lado me recuerda la etapa preparatoriana y por otro, metafóricamente, a mí.

Well this place is old 
It feels just like a beat up truck 
I turn the engine, but the engine doesn't turn 
Well it smells of cheap wine & cigarettes 
This place is always such a mess 
Sometimes I think I'd like to watch it burn 
I'm so alone and I feel just like somebody else 
Man, I ain't changed, but I know I ain't the same 
But somewhere here in between the city walls of dyin' dreams 
I think her death it must be killin' me

Hey, come on try a little 
Nothing is forever 
There's got to be something better than 
In the middle

jueves, 4 de febrero de 2010

Winter, de Tori Amos

La primera vez que escuche esta canción me encontraba en el auto, esperando a mi padre, que había entrado a casa de alguien con quien hacía negocios. Afuera llovía de tal manera que era imposible ver algo con claridad. Era una especie de estela blanca incrustada en la noche. Por momentos se alcanzaban a ver trazos de luces intermitentes, nada más. Meses después entré en una etapa depresiva y el disco Little earthquakes fue un asidero a este mundo. Desde entonces asocio esta canción a los días lluviosos y a mis etapas depresivas. Estos días son lluviosos en la ciudad de México, y la maldita enfermedad me causa estragos...

Fragmento

Es difícil mirarse en el espejo y reconocer que, en términos generales, uno es el responsable de su propio desastre. Claro que hay imponderables en la vida, variables que no se pueden controlar, pero cuando sabes que en 98 por ciento eres culpable de tu insatisfacción, es duro mirarte. Más difícil es llegar al estado contemplativo, pero la circunstancia cambia una vez que logras perdonarte, aunque sea medianamente, o quizá como placebo. Entre disculparte medianamente y el efecto placebo debe haber alguna diferencia que desconozco. Yo me perdono como medida de supervivencia, es decir, con efecto placebo. En esos momentos es más sencillo colocar de nuevo los espejos, levantar la mirada en los aparadores, verse en el retrovisor del auto, inspeccionar tu reflejo, inquirirlo, revisar a detalle las arrugas que ahora habitan en el rostro, huellas inequívocas de que el tiempo no se detuvo a esperarte. Después vuelven los momentos de recriminación, de apatía y aversión por uno mismo, de querer desaparecer sin decir ni siquiera adiós. Así, dual, camino como en una espiral que sólo el mismo tiempo impío definirá si es en ascenso o en descenso.

jueves, 28 de enero de 2010

Fragmento

Acorralado por la nostalgia, asesinado por el presente infértil, me presento ante mí sin hallar qué decirme. Trato de seguir mi tenue buena estrella, pero cada paso que doy ella se aleja mucho más. Es difícil mantener un buen ánimo cuando la enfermedad se presenta como una realidad que quizá deba ya de aceptar como cotidiana. A los pocos días de alegría sobrevienen varios de estar-en-ningún-lado-y-moverme-hacia-ninguna-parte, que son los que me generan una pesadumbre espiritual cada vez más aplastante.
Afuera: la sonrisa, el humor (blanco y negro, blanco o negro), el ánimo, la máscara, la persona. Adentro: la mueca de insatisfacción, la tristeza, el desánimo, la realidad, el espíritu agonizante. Pero a veces todo lo anterior es falso. Día con día esta condición dual se hace más frenética, más contundente. Está aquí, y no se va a ir sino conmigo.
Por otro lado la recuperación de la memoria me ofrece espasmos de felicidad, que entre más frecuento también son más sólidos. De niño jugaba a cerrar los ojos y tratar de dominar mi entorno bajo una fingida ceguera. Ahora la enfermedad me presentó el pretexto para volver a hacerlo, para caminar a tientas durante los cinco minutos en los que la solución oftálmica surte un anémico efecto. De niño sabía los pasos necesarios para llegar a la cocina, podía adivinar el punto exacto en el que me encontraba, pero ahora el don de la ubicación parece más que dormido (sí, esto último es metáfora y realidad). Seguiré tratando. La enfermedad me da esta y otras oportunidades.
Dejando fluir a mis recuerdos el otro día también me sorprendí divagando mentalmente durante la noche. Las luces apagadas, los sonidos de la calle y los más íntimos del edificio donde habito, y mi mente se fue mientras armaba escenarios posibles de situaciones también posibles con personajes existentes e inexistentes, de ahora y de hace años. Algo me hizo feliz. No sé si fue el roce con el pasado o la recuperación en el presente, en mi circunstancia actual, de algo que antes, si bien disfrutaba, era más un escape que un verdadero acto lúdico.
Hay una bestia o un ser demasiado bello y puro que no me permite estar cien por ciento conforme. Asoma de vez en cuando, y la escritura demuestra una y otra vez ser el sedante perfecto.
La enfermedad está aquí, y es de las cosas que más alteran a la bestia bella y pura. La enfermedad está aquí presente mientras escribo, golpeándome otorrino, oftálmica y dérmicamente. Afuera la persona seguirá su día, volverá al trabajo, a seguir ese camino que, dicen, es tomar en serio a la vida. La bestia dormirá unas horas, días, meses, minutos más.