martes, 14 de abril de 2009

Algunos días despierto con un ánimo que no puedo calificar como malo, pero menos como bueno. Hoy es uno de ellos, por supuesto. Reviso una de mis cuentas de correo electrónico. Aprovecho el ánimo, porque de otra manera seguiría coleccionando correos viejos, añejos, de gente conocida y de desconocidos; algunos, simples saludos que por alguna razón acumulo hasta que llega un día como hoy y los borro todos. Pero la acumulación fue feroz en estos meses, y no pude sino borrar la mitad. En fin, ya vendrán más días como este, eso es seguro.
Recibí la respuesta a un correo que envié a un amigo japonés que conocí hace cuatro años y medio, y con el cual no me escribía desde hace poco más de uno, quizás dos. Me platica que la economía en su país está mal, que el golpe estadounidense fue atroz, muchos despidos, gente desocupada. Me dice, y esto ya lo sabía, que él antes pensaba abandonar su trabajo para poner su propio negocio. Hasta donde me quedé trabajaba en un barco, hasta donde me quedé quería poner un bar en su natal Nagoya. Pero me cuenta que ahora piensa en muchas cosas: el trabajo, su novia, la edad... lo entiendo...
Antes de abrir mi correo, mientras viajaba por el metrobus, hubo algo, no sé qué imagen, olor o destello que me recordó a Canadá y a mi amigo Tona. Él y yo pensábamos algo similar a lo que pensaba Moto: un negocio de comida en Canadá, país al cual Tona migró, pero del cual lo regresaron hace un par de años.
Ayer mi novia, y anteayer y muchos días ya acumulados, ha estado de mal ánimo. Comprendo su cansancio, me he hallado en la misma circunstancia de encontrarme en un lugar donde no quiero estar y sin saber adónde voltear, ya no digamos moverme o huir.
Hoy por la mañana (todavía es de mañana mientras escribo esto) una canción se plantó en mi cabeza: El loco, de Babasónicos. Ha venido conmigo mientras desayuné, mientras me di cuenta de que era ya tarde, mientras viajé por metro y metrobus, con los pensamientos sobre mi novia, con el destello canadiense, con el recuerdo y la interrogante qué demonios hará Tona ahora?, al recorrer las breves lineas que me escribió Moto, al pensar y recordar, al recordar y sólo recordar, evocar, simple y llanamente, sin hálito de nostalgia y sin nada más que una pregunta: ¡¿qué demonios pasó?!


1 comentario:

Anónimo dijo...

Amonos a comer teonanacatl!!!!!