viernes, 2 de diciembre de 2011

De sueños y Parra

Toda esta semana he soñado. Dicen que todos soñamos siempre, pero pocas veces podemos recordarlo. Sé que toda esta semana y parte de la pasada he soñado, aunque sólo recuerdo la mitad de esos sueños. Tengo la certeza porque suelo despertar a las cuatro o cinco de la mañana, mastico un poco lo soñado, siempre con la intención de recordarlo, y luego vuelvo a dormir unos minutos más. Mis sueños se han alternado entre dolorosos y angustiantes un día, y felices, tranquilos y confortantes al día siguiente. Otra característica es que han estado acompañados de su propio soundtrack: ayer desperté con necesidad de escuchar Años luz, de Ultra (compartida aquí hace algún tiempo) y hoy no dejo de escuchar Hounds of love, de The Futureheads. Supongo que es evidente qué día tuve un sueño agradable...
Han sido días de sueños y de literatura. He encontrado algunos artículos muy interesantes de temas diversos. Quizá no he leído la cantidad de cosas que quisiera, mucho menos ha sido lo escrito, sin embargo, ha sido lo suficiente y necesario, con la calidad precisa, para sentirme un poco más feliz de lo que suelo sentirme.
Hoy por la mañana, además, se ha reforzado mi sonrisa al enterarme de que Nicanor Parra, poeta que aprecio y recomiendo ampliamente a cuanta gente se me atraviese, ha sido reconocido con el Premio Cervantes 2011. Acá desde hace mucho he tenido un link permanente a una página de la Universidad de Chile donde se pueden encontrar datos y obra de Parra. Ojalá lo chequen. Por lo pronto, y para no bajar demasiado la guardia, comparto algo de Hojas de Parra.


ANTES ME PARECÍA TODO BIEN

ahora todo me parece mal

un teléfono viejo de campanilla 
bastaba para hacerme el sujeto más feliz de la creación 
un sillón de madera - cualquier cosa

los domingos por la mañana 
me iba al mercado persa
y regresaba con un reloj de pared 
-es decir con la caja del reloj-
y las correspondientes telarañas 
o con una victrola desvencijada 
a mi cabañisima de La Reina 
donde me esperaba el Chamaco 
y su señora madre de aquel entonces

eran días felices
o por lo menos noches sin dolor

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