viernes, 13 de julio de 2012

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Hace dos días me deshice de una buena cantidad de dinero, cerca del 20 por ciento del total de mi salario anual, a fin de recortar el adeudo que he juntado con el banco. Los motivos que han incrementado la deuda han sido varios, y no vale mucho la pena hablar de ellos porque el punto, la realidad concreta, es que debo ese dinero. Por otra parte, hablar de ese casi 20 por ciento de mi salario anual tampoco implica únicamente hablar de dinero, porque detrás de eso hay horas de trabajo y de soportar diversas frustraciones o situaciones adversas, algunas de las cuales ya he detallado en este espacio con anterioridad. Pues bien, un año más de trabajo y un año más en que mi fondo de ahorro se va tal y como llega. Sin embargo, a diferencia de otras veces, hoy me siento feliz. Reduje a la mitad mi adeudo. No me engaño, aún queda un cacho enorme por saldar al puñetero banco. Pero ya es menos y después de eso no tendré una presión más que agregar al cúmulo de imponderables que me joden de vez en cuando, cada vez menos, algunos días de mi feliz existencia. Hoy me siento un poquito más cerca de ese espacio donde no deberé nada a nada ni a nadie, y eso es motivo de festejo, o por lo menos de alegría. Por eso, hoy me regalo dos canciones, que ya he compartido aquí. Se repiten, lo siento, pero lo mismo ocurre con algunas de las frases que aparecen en este texto y antes han habitado otros textos de esta bitácora. Continúo con la idea que he venido desarrollando desde hace unas semanas: trabajar para mí, buscar la felicidad para mí y no pretender alcanzar sólo una parte de lo que deseo, sino la otra mitad también. Y se siente muy bien. Es probable, casi seguro, que en el camino surjan nuevos baches y despedidas, pero he sobrevivido a cosas duras y es poco lo que me puede robar la calma. Quizá suena mamón y egoísta, y quizá lo sea, pero no puedo ponerlo en otros términos. Me queda el consuelo de saber que mi felicidad no depende de la ausencia de la felicidad en otras personas y de imaginar que a la par de realizar mi búsqueda las personas que estimo también hallarán un pedazo de felicidad, aquella que pueda facilitarles su relación conmigo. De hecho, este texto y estas rolas las comparto en especial para mis amigos, particularmente para los que siguen estando (ellos saben quiénes son...).

Quizá estas canciones definen con mayor claridad mi estado de ánimo, o así lo creo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta canción de Sigur Rós me gusta mucho, porque me pone de buen humor, como si estuviera oliendo un parque recién segado una mañana de invierno libre de contaminación por monóxido de carbono: es decir, la pura paz citadina entrando y saliendo de mis pulmones. Mano, qué bueno que esa deuda hija de la gran puta está menguando. Yo ahorita la ando sufriendo respecto al varo, porque resulta que entraré a trabajar hasta agosto y pues no creo que el casero me espere, jeje. Pero ni hablar, entiendo que su felicidad se basa en mi infelicidad, así que esta simbiosis que tan agudamente te encargaste de señalar en tu texto viene como anillo al dedo. Te mando un abrazote.

Rog

JJ dijo...

Un abrazote, muchacho, y no te preocupes que las cosas así siempre hallan solución, y entre amigos podemos ayudarnos, al menos a pasar los momentos de forma no tan amarga.