viernes, 4 de julio de 2008

Perra nostalgia danza

I
Hace dos noches me sorprendí al ver fotos de mi viaje a Canadá, y posteriores. En promedio cuatro años de añejamiento. La última vez que abrí esa caja de recuerdos fue cuando una fuerza interior me hizo desaparecer todas aquellas imágenes que ya no serían más; y hace dos noches me pregunté si la razón de mi reticencia a organizar fotos en álbumes no sería esa certeza de saber que cualquier imagen en foto no será nunca mas. Y es que la certeza se hizo más contundente cuando vi con detenimiento al yo que aparece en ellas; sobretodo al ver la mirada que ya no encuentro, el gesto, la atmósfera facial de simplemente no estar ahí, de estar perdido.
Sé que hoy la circunstancia es distinta, aunque no puedo anteponer el adverbio "totalmente". A veces todavía es como si no estuviera donde estoy, como si viajara a mis pequeñas eternidades, entre ellas esas fotos que reposan, que casi nunca ven la luz del día ni la de otros ojos que no sean los míos (en eso sí soy muy reservado, no sé por qué). Sin embargo, otra veces sé que estoy más aquí, más conmigo y con la confianza de saber que, sin saber cómo, un día llegaré a ese lugar que se aparece entre bruma y niebla, entre fantasmas y promesas, entre compañías y soledad.

II
Mi ánimo en estos días ha sido -a falta de nuevo vocabulario para expresarme-: patibulario. Ha vuelto la nostalgia siguiendo a la desazón, la incertidumbre de los planes aún no concretados. Y por alguna razón en mi cabeza retumba el verso Perra nostalgia danza... una y otra vez.

III
Sin querer, sin saberlo, mi amigo Iván provocó un derrumbe de nostalgia hoy por la mañana. Tuvo a bien enviarme un video a hi5. Un video de un grupo que al parecer yo no conocía. Sin embargo, grande fue la sorpresa y el cúmulo de recuerdos que se desgajaron mientras, más que ver el video, escuchaba la canción. O mejor dicho, fue como si en el video se superpusieran dos secuencias: la propia del video y la de varias escenas de mi vida. Y es que se trata de una canción, de esas que hay muchas en mi soundtrack personal, que alguna vez la inyectaba directo a mis venas para dejarme ir en la nebulosa de melancolía, y me recordaba a un amigo, y quizás, sin saberlo –como he ido descubriendo de muchas cosas-, a mí mismo.

IV
Perra nostalgia danza... Perra nostalgia danza / croa, barrita ladra... Perra nostalgia... Perra, mil veces perra!!!!! El maestro Efraín Huerta... -quizá la única aportación importante que he hecho a la cultura literaria de mi amigo Miguel Ángel (importante según su visión estética, claro)-. Y de él, reproduzco el poema, el único que tiene un viejo boleto de trolebús, con el número 2508160, como separador en ese libro de Poesía Completa que, ¡carajo!, por su anatomía no puede ser mi libro de bolsillo, pero sí de cabecera.


Perra nostalgia

Perra nostalgia danza
croa, barrita, ladra
ancha elefanta pareja
para parar las almas
de cabeza
Cabecear
llamear la cara espalda
de la noviecita santa
en la húmeda banca
de San Sebastián

Decirle me amas y me ama
porque a todos nos ama
carambola dorada
de tres bandas
Amada
falda larga bocaza roja,
brasero en Justo Sierra
y en San Ildefonso
Besada excelsamente
en la matiné del
Goya
luego manoseada
avaramente atrinchilada
abeja reina madre
antorcha adolescente

Estaba el primer libro
de Rafael Solana
el primero de Octavio
Se conspiraba se era pobre
se empurpuraba la poesía
porque queríamos ser
recelar masturbar el viento
aromar la algarabía
al pie de los murales
de Siqueiros y Orozco
Vagar
estudiar
criminalmente

Vagar ahora
vagancia elefanta
cocodrila de dieciséis patas
Cafetear en el café
del chino Alfonso
y sabiamente huir
beber absurdamente
como asnos en celo

Danzar la perra danza
(Preparatoria Nacional)
mentársela a Kelsen
(Escuela de Derecho)
y emprender la fuga
decisiva
con pasos de tezontle
y un hambre endemoniada

La Poesía es una santa
laica
liberalmente emputecida
hasta el cansancio.

19 de febrero de 1971



Nueve años un mes antes de que yo naciera... Y ahora que lo vuelvo a leer y que lo transcribo, un airecillo me erizó la piel. Y parece que esta nostalgia cede, que se va por un momento. Huerta, y algunos otros escritores, tienen ese efecto de potenciar un sentimiento o hacerlo desaparecer, o al menos darle contención y rumbo.

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