jueves, 14 de agosto de 2008

Siguiendo este método de reconocimiento que me ha llevado a encontrar y conocer un poco más de mí, hace unos minutos me di cuenta que el JJ que arribó a Toronto el 10 de septiembre de 2004, nunca volvió a la ciudad de México. Sé que ese yo se quedó en algún lado. No sé si se arrojó a la fuerza natural de las cataratas en Niagara, si fue al ver un árbol en Guelph, si se convirtió en un punto cada vez más pequeño mientras el tren avanzaba, si se perdió en los tiempos de Quebec, o al leer un billete de cinco dólares con una inscripción de un autor vivo, o al mirar la escultura de unos niños en su uniforme de hockey, una escultura que refleja una parte de la gente canadiense –sólo una parte, seguro, pero una parte al fin. Lo único que me queda claro es que no llegó conmigo de regreso a México.
Lo raro es que estos días, en los que sin saber por qué me siento fuera de mí, parece que el espíritu de ese yo me viene a visitar. Aunque en apariencia avanzo, por alguna razón me siento estático. (Aparece Zurdok: siempre me encuentro dando vueltas tan rápido, cuando en realidad permanezco estático)
Algunos problemas han cedido, pero me abruma la incertidumbre de que se trate sólo de una retirada para tomar fuerza. Al menos ya tengo una especie de trabajo, esporádico y no seguro, con una paga deficiente, pero un trabajo al fin y al cabo; además, un trabajo que disfruto por los beneficios que me brinda más allá de lo monetario: conocimiento, por ejemplo.
Sí, las cosas mejoran pero siento que siguen sin mejorar. ¿Costumbre? No lo sé. Tampoco estoy para pensar serenamente. Voy y vengo, proyecto y me retraigo, visualizo y me lleno de desesperanza. En fin, soy yo sin ser yo. Soy el JJ proyectado en el futuro, el JJ del pasado, el JJ que nunca fue y no será, el JJ que quise y no pude, pero creo que no soy el JJ que está aquí, que vive y respira, que camina cada día. Ese parece haber intercambiado su lugar con muchos otros. Sé que estoy... pero no estoy... y por supuesto no soy. A pesar de cierta confianza en la vida y en la resistencia de mis sueños, me siento un poco más perdido de lo normal; y más vulnerable que nunca.

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