jueves, 12 de febrero de 2009

Fulano de nadie...

El plan de esta noche era simple: trabajar. El plan de mañana era sencillo y gozoso: leer y escribir; trepar algo al blog.
Hoy escribo en horas en las cuales el acceso a internet está descartado, al menos desde casa. Escribo en lugar de trabajar, de apurar las correcciones de un libro que adeudo desde hace semanas, o de mandar ese correo con dudas a un autor que algún día espero escuchar en un salón de clases, o encontrarme en los pasillos del sitio donde quiero laborar.
Escribo y la atmósfera se llena de la suave nostalgia que acompaña el soundtrack de esta noche.
Hace unos días escribí sobre la idea de desaparecer, borrarme de la mente de quienes me conocen. La entrada tuvo algunos comentarios, pero hay uno cuya respuesta he dejado pendiente, porque merece mucho más de tres líneas. Hoy no escribiré esa respuesta aún, sin embargo pienso que lo que pueda salir de mi mente irremediablemente va dirigido al mismo sitio, como si fuera un preámbulo o una explicación de algo que todavía ni siquiera pienso claramente, que sólo vive en mí como una nube sin forma.
Lo que va del año, así como los últimos días o semanas o meses del anterior no he dejado de sentir nostalgia. Los vistazos al pasado que la mayoría de las veces duran un segundo han sido más constantes de lo que eran en lo que podía llamar "mi vida normal". Pero hoy la nostalgia se ha vuelto cotidiana, mi día a día. Y no deja de parecerme curioso que eso suceda justo en esta etapa en la cual estoy construyendo muchas cosas que antes apenas imaginaba, en este momento de mi vida en el que me siento un poco más fuerte, en el que me abrazo más a la felicidad, así sea la de los pequeños milagros que no solemos ver.
Aun así basta una llamada, un correo, un recuerdo, una voz, una frase para remover las aguas calmadas y hacer pequeños remolinos de nostalgia, a veces hasta melancolía.
Para llegar a la respuesta que adeudo, debo seguir una línea cronológica que sea reflejo de mi vida en el aspecto sentimental. Hace ya un par de semanas escribí sobre Brenda y aseguré que no volvería a mencionar su nombre asociándolo al dolor. Eso y un par de conversaciones han parecido parte necesaria en la cauterización, o mejor dicho: olvido. Estoy en paz y este espacio ha terminado de ser mío.
Pero después de ella hubieron otras personas antes de llegar a la mujer con la que vivo mi presente. Un par de historias fugaces, con distintos grados de profundidad. Un requinto de jazz fugaz e improvisado, una imagen en el aire de un pintor apresurado, podría citar para describir a una y a otra. Como muchas otras veces me quedó la duda del hubiera y el sentimiento de las asignaturas pendientes cuyo cambio de estatus en el futuro depende por completo de mi presente.
A veces, al recordar esos extraños meses, los últimos cuatro de 2006 y los primeros de 2007, no puedo sino sonreír, aunque no he descifrado el motivo. (Por aquella época -que a pesar de ser tan cercana se me aparece lejana, muy lejana- comencé el largo camino de regreso a mí mismo, y hasta la fecha sólo he hallado una parte y el resto ha sido construcción nueva, mejor.) En fin, simplemente sonrío, y puede ser, como dije, cualquier cosa la que abra la caja de recuerdos, pero particularmente una canción que tiene nombre y apellido, como muchas otras que también lo tienen aunque no lo diga. Y me resulta peculiar mi comentario, porque sólo aquí he confesado estas cosas que por lo general no comparto. En fin, esa canción es Fulanos de nadie, de Los caballeros de la quema, porque bien dice: siempre se va, lo que nos cura se va, se queda un rato, nos mima, nos miente y después se va, después se va..
Arriba mencioné que me resulta curiosa mi temporada de nostalgia justo ahora, pero creo que estos viajes al pasado son sólo una forma de ver en perspectiva mi presente. Porque sé, por ejemplo, que parte de mi presente no estaría de no haber estado antes ese par de chicas que por una u otra razón no permanecieron. Porque después del hundimiento que viví me tendieron su mano para comenzar el viaje a mí mismo; me rescataron de algún sitio oscuro y húmedo, y sin más me dejaron en la orilla, sano y casi salvo, y se fueron. Su posible regreso o completa despedida son cosas inciertas, de ahí que la nostalgia la interprete como algo para sopesar el presente, y de ahí mi insistencia en que todo depende del mismo.
En fin, no me gusta poner canciones tan seguido, pero esta noche no puedo hacer nada más sino recordar los días aquellos y los inmediatos, como ayer y cada martes, ahora lunes. Mientras tanto, brindemos por lo que viene y se va.



1 comentario:

Iván *El Gato Azulgrana. dijo...

Por lo que nos mima, nos miente y después se va, salud!
Porque el mundo tampoco hace las cosas demasiado bien, salúd!