jueves, 7 de abril de 2011

Versiones de Fogwill

Desde hace algún tiempo he querido leer a Fogwill. Poco a poco me he ido haciendo de textos vía internet, sobre todo en el sitio http://www.fogwill.com.ar, que remite a diversos fragmentos de su obra y a comentarios acerca de la misma. El año pasado murió Fogwill. Entonces sí comenzaron a llegar más obras suyas a México (todas ellas a un precio que por los próximos meses me será inaccesible, pero ya llegará una novelita a mis manos); entonces sí salieron a la luz opiniones de quienes lo habían leído o decían haberlo hecho; entonces sí se habló de él en algunas revistas literarias, impresas y en línea. Aun así considero mejor su difusión a que siga siendo alimento del ego de pseudointelectuales trasnochados.

Hoy me topé con una crónica que ganó el Premio Las Nuevas Plumas. Se trata de un texto bello, porque deja de lado la típica mamonería de quienes se sienten avezados en el campo de las letras: es sólo el autor, Federico Bianchini, y sus encuentros con Fogwill, su versión de él. En la crónica se habla del poema "Versiones del mar", que vino a consolarme en este día que las lágrimas se me han escurrido frente al monitor o los textos en papel por corregir. Lo transcribo íntegro de la versión que hallé en el sitio web citado arriba. Quedan unas frases en mi mente: Solución final: el mar, sin tiempo, acumuló en sus aguas todo el naufragio del universo. Y el mar, sin ti, es el naufragio del universo. Y el mar, sin textos, sería la espuma de un instante.

Versiones del mar, de Fogwill

A Héctor Viel Temperley

El mismo mar nos pierde; nos encuentra y nos pierde. Tema de las olas: se arman, desobedecen, las crea el viento -¿su amor?- y se derrumban para volver a armarse con restos de olas anteriores, idénticas. Historia de amor: la planicie del mar, el viento que la oprime, y todo se levanta para perderse. Y todo tiende a disolverse contra una línea de aguas eternas y sol dilapidado llamada mar. Mar: abundancia de sinsentido humano. Alegorías: mostrar que desde un fondo de mar, marino, vendría la vida. Marina, salina, inmensidad de fuerzas paralizadas. Heráldica: mar inorgánico, mar vegetal, mar animado, mar que envejece en este cuadro. Y mar inmotivado con sus señales y sus sueños. Y mar inmóvil. ¿O no habría un culto de mar, marino...? ¿Con animales que se nutren de su ausencia abisal...? Nutriéndose de aplicaciones y explicaciones humanas: ¿algo se impregna con sabores humanos?Tus manos: ¿traen sabores de mar prohibidos para evocar la prohibición de amar a una materia que se descompone? Cuerpos y ondulaciones de esos cuerpos marcan su breve descomposición. Y sus formas anuncian nuestra leve recomposición. ¿Amar...? Sí: y en ese mar perderse. Llamar perderse a un extravío: mar amarillo, mar amariconado, la mar. La amarga superficie que nos refleja y nos revela plegándose sobre sí, sobre nos. Nuestra pluralidad: en nuestra singularidad plural construimos el nombre mar y el mar para sumarnos a la menuda sociabilidad de sus playas: arena política y falso mar rozando la desnudez de nuestras pieles politizadas. Pieles politizadas, pechos maternos, ceños paternos, ojos policiales, brazos humanos, mano pesada: indispensable, histórica. Como los cuerpos: piesecillos pulidos por el canto de las arenas -roce social- cuerpos sumidos en algún sueño de perfección, sueños marinos, arena temporal, señuelos de una muerte por derivas solares, cierta y a espaldas siempre del mismo mito. Muñón marino, piel depilada, piel lubricada para la humillación solar, ¿y habría un culto de mar, solar? Hagiografías urbanas: pieles de bronce, sonar del bronce de las pasiones chicas y por la gloria. Fraternidad urbana: ¿humana o mera imitación de un mar igualitario y dependiente? El mar semeja, el mar conduce, el mar identifica, el mar es un Estado de la materia. Y el mar crece con la acumulación de poemas de mar. Pero jamás conocerás tu verdadero mar: lo que difiere de los usos humanos del mar. Ni agua es su solución salina. Solución final: el mar, sin tiempo, acumuló en sus aguas todo el naufragio del universo. Y el mar, sin ti, es el naufragio del universo. Y el mar, sin textos, sería la espuma de un instante. Mirá: el mar, ¿no era el reflejo de a-quel sol entrevisto mientras la olas reventaban contra tu cuerpo atónito...? ¿tras los cristales de la espuma...? ¿bajo su manto azul verdoso que se tornaba espuma, ex-agua...? Tu exigua escritura: ¿verías esa mirada o azul o verde, esa mirada falsa bajo el disfraz verdadero de las espumas...? Impresionante, che. Y oral: todo es ficticio en un poema sobre el poema. Y nada en el poema nada. Y en un poema nadas porque todo es oceánico en un poema de mar. ¡Si el mar es solo intermitencia de los cultos humanos! Y los cultos... ¡Piden que el mar occidental sea el sí de los hombres rendidos a sus orillas! ¡Pueblos en bajamar! ¡Patrias perdidas en lo oceánico, en el o-sea del sentido! Vayámonos, perdámonos así en este o-sea donde no hay mar ni nada: ni vos, ni mar, ni oleadas en tu cuerpo, ni ecos de vagas olas, ni obras que registraron navegaciones interiores, ni vientos que suplieron una apariencia de plenitud.
Escuchemos:

hombre
marino
late
tu corazón

y en tu mar padeces el hundimiento de un sueño de intensidad
y en su mar pareces el nacimiento de un sueño de inmensidaddesanudemos:

hombre
marino
late
tu corazón

y su pulso marino te suma y te sume en su mar



sumar:
una extensión inalcanzable
una invención inalcanzable
una intención inalcanzable

el hombre flota sobre sí mismo

flota sobre sí

flota
sobre

4 comentarios:

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Yo me traje sus cuentos completos de Buenos Aires, precisamente porque aquí costaba un ojo de la cara. Hoy, ya no lo encuentras. Si quieres, te lo presto ahora que lo termine. A mí me gusta mucho su estilo, mezcla entre la alta y la baja cultura, y ejercicio metaliterario. Además de una profunda vena poética que es para Día de Fiesta. Algo así como Cabrera Infante conoce a Salvador Elizondo y van a un café en el que Thomas Pynchon está desayunando Zucaritas. jeje.
Un abrazo.

JJ dijo...

Vale, aprovecharé la oferta y la generosidad, a mí me ha agradado mucho lo que le he leído. Me disculparás, pero de las otras referencias, penosamente sólo conozco a Elizondo. De Cabrera y Pynchon no sé gran cosa, si acaso los he oído nombrar, más al primero que al segundo, por aquello de la carrera. Ya habrá tiempo de leerlos y de platicarlos, o de platicarlos para leerlos.
Abrazo.

Laura D. dijo...

Me gustó este blog. Y también soy admiradora de Fogwill :)

Les paso el del colega auor de la nota:

www.medespertoungemido.blogspot.com

JJ dijo...

Laura D.:
¡Felicidad por los fowillomanos! Gracias por tu comentario, y gracias por compartir el blog, ya lo estoy checando :)
¡Saludos!