martes, 22 de mayo de 2007

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1
Ya es costumbre mencionar la música que me acompaña mientras escribo. Hoy no existe mucha relación, o al menos no evidente, entre la canción y lo que quiero decir. Tocó el turno de Iván Noble. Extraño que apenas con unos días de conocerlo, una canción pueda adquirir tanto sentido. No hay casualidades. Todo es parte de un proceso, dijo, después de ver mis ojos y la expresión que contenían, el amigo por el cual conocí a este cantante argentino (se llama también Iván y aunque su apellido no es Noble, quizás no le quedaría mal). Y hoy estoy escuchando “La propina” e imaginando esos “labios de Judas en baby-doll”. Pero esto es todo lo que diré al respecto... sólo me gustó la frase...

2
Hace varios años tuve la mala idea de seguir el consejo de una amiga e ingresar a la escuela escritores de SOGEM. Mi amiga, a quien reencuentro periódicamente una vez cada dos años o más, seguramente me dio el consejo con la mejor intención. Sin embargo, la experiencia no fue muy buena.
En alguna clase Óscar de la Borbolla nos dijo que lo peor que podía sucederle a un escritor era conocer a otro escritor. No sé si será cierto. Espero algún día averiguarlo. Lo que sí sé, a raíz de SOGEM y de algunas experiencias posteriores, es que lo peor que le puede pasar a alguien que pretende convertirse en escritor es conocer a alguien que pretenda ser escritor.
Estar en cualquier parte siempre establece un “ustedes y nosotros” (tomo prestada la expresión de un poema de Benedetti)... y a veces hay también otros... Y no sé si será por mi condición de inconformidad constante, pero en general son pocas las personas con las que suelo comunicarme. Y en SOGEM no fue la excepción. Toda la gente que se montaba su propio disfraz de intelectual... todos los que presumían tener chingo mil lecturas y contando... los varios Hemingway y los miles Cortázar... los he visto repetirse como borregos en talleres y en los pasillos de la Facultad...
(Confieso que para el momento en que ingresé a SOGEM no había leído más de cinco libros. Y confieso que hoy la cuenta no se ha multiplicado tanto como algunos amigos suponen, ni tanto como yo quisiera... pero en fin...)
No sé si sea una incapacidad de mi parte, pero nunca he podido, en algún taller o cosas parecidas, decir por qué no vale la pena un texto. Quizás es herencia o influencia de un maestro de SOGEM, pero más bien busco algo bueno en lo que se lee. Porque siempre hay algo bueno... y de ahí parto para decir lo que pienso. Se trata de una cuestión de actitud. Comentas para construir o comentas para destruir. Y desafortunadamente la mayoría de quienes se pretenden escritores entran en la segunda opción, y creen saber todo aun cuando no sepan nada que no se encuentre en los libros.
Aclaro que no estoy generalizando. En todos lados se puede encontrar gente valiosa y genuina. Y en SOGEM habían algunos, minoría. Y de ellos, pocos que pueda considerar parte de mi nosotros. Y sólo uno que considero mi similar, mi hermano (Baudelaire). (Explicar un poco más sobre quienes entran en mi “nosotros”, es tema para otra ocasión, pero sé que ya algunos me entienden)

3
Desde hace algunas semanas decidí por fin darle una verdadera oportunidad a lo que considero es mi vocación. O en otras palabras, dejar de hacerme pendejo y ponerme a escribir. Y aunque lo escrito aquí en el blog quizás no es lo que pienso algún día publicar, me sirve bastante. Tal vez algunas frases valgan la pena.
Creo que no hay casualidades. Y por alguna razón, después de que en más de cinco años sólo nos vimos más o menos cuatro veces, dos de ellas por casualidad, y las otras dos sin mucha conversación de por medio, me he vuelto a encontrar con Miguel Ángel, quien tiene la idea de ser escritor.
David alguna vez me dijo que cuando dejas de ver a alguien mucho tiempo, en el reencuentro te hallas frente a dos opciones: es un desconocido o un pendejo. Y me considero afortunado porque mis amigos se han convertido casi siempre en desconocidos. Miguel no es la excepción, aunque de una forma u otra nos hemos mantenido en contacto. Pero la circunstancia de cada uno es diferente a esas tardes en SOGEM cuando escribíamos cadáveres exquisitos para matar el aburrimiento de algunas clases; cuando leíamos a Girondo y Huerta, y Miguel lloraba como un cacuy como un cocodrilo y cantaba a su Maria Luisa que era una verdadera pluma, y yo pensaba en mentársela a Kelsen y emprender la fuga decisiva con pasos de tezontle y un hambre endemoniada a la Facultad de a lado, a donde finalmente llegué. Esas tardes en que cada uno evocaba sus ausencias -él terminó casado con ella y yo... ya saben... así las cosas...
Hoy, como creo que siempre ha sido, Miguel me adelanta en lecturas y escrituras. Asiste a dos talleres, escribe una novela y escribió un libro de cuentos que ahora leo. Y a pesar de todo sigue afirmando que no quiere ser una de esas personas que piensan que todo se encuentra en los libros. Sigue sin considerarse escritor y creo que no se ha contaminado de los “ustedes”.
No sé si algún día yo pueda lograr algo similar. Por el momento me alejo de ese medio aunque ahora sí empiezo a escribir. Y me alejo principalmente porque estar cerca de esa gente me produce ronchas literal y literariamente. Pero me da gusto ver a mi amigo siguiendo el camino que ha podido y querido trazarse.
Quizás algún día vuelvan las tardes de cadáveres exquisitos -nunca quitaré “el dedo del renglón”-. Creo que al menos podemos leernos. No lo sé, quizás vuelvan a pasar años antes de verlo de nuevo. Pero por lo pronto, y aunque faltan tres días, sólo quiero decirle “feliz cumpleaños” aun sabiendo las diversas implicaciones que un cumpleaños puede tener para gente tan complicada e inconforme como nosotros.

2 comentarios:

mangelacosta dijo...

Mentiría si dijera que quise llorar al leerte, sin embargo, algo hay que me impide respirar con normalidad (quizá la emoción que se niega a salir del pecho, a lo mejor tus palabras atrapadas entre una sístole y una diástole). Es cierto: hemos pasado la "negra plata de los veinte años", pero afortunadamente no hemos dejado de "de escribir, de maldecir,de orar, llorar, amar".
Gracias por tu amistad.

JJ dijo...

Mi estimado hermano, no agradezcas la amistad... ya sabes, acá andamos siempre, de una u otra forma... A esta entrada del blog no le puse título, esperando que tú lo pongas... ya sabes que eso de intitular nunca se me ha dado...
Ojalá nunca dejemos de escribir y de estar...