viernes, 30 de mayo de 2008

Hace dos días tuve varios viajes al pasado. Comenzaron en la mañana, cuando un anunció de refrescos trajo un deslumbramiento y con él un sabor dulce indefinido rodeado de niños corriendo, pasto, plantas, mucho verde... y luz... Después escribí algo sobre la sensación, sobre esos viajes que llegan de vez en cuando sin ser invitados, se presentan y, lo quiera o no, me jalan al pasado en un microsegundo y a la vualta no puedo sino seguir lleno de una atmósfera revivida... es como si mi mente hiciera juegos donde revivo las cosas en un flash de memoria... o quizás realmente pasa.
A medio día, con una amiga, me fui nuevamente hacía mi infancia, pero esta vez de la mano de mi familia. Se aparecieron cosas de las que normalmente no hablo, como la hermana que perdí sin habérmelo propuesto, esa que tiene diez años más que yo, la que me enseñó a dibujar y a tratar de hacer algo bueno cada día, la que también me enseñó a fumar y mentir para salir del paso. Junto a ella se apareció también, ese lado de la familia en el que siempre me he sentido desubicado, como una especie de pasajero, de huésped al que se le brinda la hospitalidad por no dejar, un verdadero extraño. Todo empieza porque esa parte odia o quizás sólo desprecia la otra mitad de mis genes. Y yo no puedo hacer como si no fuera hijo de mi padre, lo siento.
En fin, no hablar más del tema, no vale demasiado y además los mundos no son sólo diferentes sino hasta cierto punto opuestos.
Con esa memoria vinieron otras, la de mi primera novia, por ejemplo. Esa niña de seis años que visitaba el D.F. cada que tenía vacaciones y pasábamos horas jugando, tirados en el pasto del jardín, viendo el edificio donde vivía mi amigo José Abraham. Esa misma niña que dejé de ver tres años por nuestra experiencia hidrocálida y que, al volver a la capital tuve oportunidad de ver, ya diferente, yo con pena y ella no sé, sólo nos vimos en la cocina de su abuela y el silencio explicó todo. Después su abuela se fue a vivir con ellos (Mago y su familia) a Irapuato o no sé dónde y no supe nada más.
Por la noche llegué a casa. En una revista ví un artículo sobre Puerto Rico e inmediatamente recordé a Robi Rosa, ese músico de la isla que no es muy conocido ni valorado en mi país; ese cuyo pasado musical ha bastado para que algunas de las personas con mejor gusto que conozco, se nieguen a escuchar. En fin, desde mi perspectiva Robi Rosa o Robi Draco para otros, es un verdadero artísta. Escuché varias canciones y con ella también se desprendieron imágenes del árbol de recuerdos que soy. Los amigos de la prepa, las eternas borracheras sin sentido, donde lo más importante era la furia, la lenta y voraz furia que me consumió durante tanto tiempo, la misma que hacía que la segunda parte más importante de las borracheras fuera la destrucción. Y sin embargo, siempre algo de mi mismo tratando de salvarme. Y entre esas cosas, a medio camino entre la salvación y la catalización de furia, la música de Robi. La música de Robi cuando me partían el corazón, la música de Robi ante las ausencias familiares, la ausencias presentes en casa, la música de Robi para saber cuál es mi gente, la música de Robi y sus letras como proyección de sentimientos, y una canción para saber que aún no era tiempo de invocar a una Blanca Mujer.
Después hubo silencio. Dejé de escuchar a Robi al mismo tiempo que mi furia fue transformándose, aunque yo la creía desapercida. Y hace dos días, en ésta etapa de mi vida en la que esa furia parece en verdad ir cediendo paso a mejores cosas (incluso a una furia positiva), un simple mal artículo de revista me llevó de nuevo a Robi, como para redondear la atmósfera que se gestó a lo largo de mi día. Por alguna razón, una canción en partícular me hizo pensar en toda la marejada de emociones y creo que de cierta forma refleja lo que fue ese día. La comparto, muy en especial para los amigos de la prepa, aunque no es Cruzando Puertas.
Bueno, para que no me reclamen y porque hoy me doy cuenta que también tiene mucho que ver con lo sentido ese día, dejo esta otra canción.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja lo bueno es que sabes que si no la pones te reclamariamos jajaj

Anónimo dijo...

yo también hubiera reclamado.

Omar

Anónimo dijo...

Cruzando Puertas a mi también me trae recuerdos, todos a lado de ustedes, un abrazo... ya empece con tus recomendaciones, gracias

JJ dijo...

Yoyo y Omar... yo también me hubiera reclamado a final de cuentas...

Daniela, un abrazote, y qué bueno que este espacio pueda darte cosas para que recuerdes a quienes te queremos... pásala cool niña y disfruta Buenos Aires!!!