domingo, 5 de agosto de 2007

Whitman contra la desazón

Anoche, en un momento que no sé cuál haya sido, algo pasó y no he encontrado tranquilidad ni inquietud, ni fe ni desesperanza. Y la nada es peor que cualquier estado negativo. Así que, pensando en la semana que inicia, leo a Walt Whitman, el poeta que me ha acompañado desde hace como diez años y nunca me deja sentirme solo. Un poeta de vida, cuyos versos pueden ser un asidero en cualquier tempestad y frente a todo abismo. A este poema en particular he recurrido muchas veces: cuando he sentido que no hay salida, después de las clases de historia latinoamericana, cuando han encarcelado o asesinado a alguien, a veces he recurrido a él en mis divagaciones vagando por la ciudad, o cuando me he hallado como hoy en una especie de vacío. Estos versos siempre tienen un efecto positivo que me impulsa y no puedo dejar de sonreír. Hurra pues, por el maestro que me hace sentir desbordante de vida, ahora, y que no se equivocó al escribir: "Cuando leáis esto, yo que ahora soy visible me habré tornado invisible... Que sea, pues, como si estuviera a vuestro lado (No creáis demasiado que no estaré entonces a vuestro lado)."

A un revolucionario europeo vencido (fragmento)

¡Valor a pesar de todo, hermano o hermana mía!
Obstinaos siempre: la Libertad exige nuestro esfuerzo, suceda lo que suceda;
Poca cosa es quien se doblega ante uno o dos fracasos o ante muchos desastres,
El que se descorazona ante la indiferencia o la ingratitud del pueblo, o ante cualquier deslealtad,
O ante los bandidos, los soldados y los códigos penales.

Aquello en que creemos continúa en invisible y perpetua espera a través de todos los continentes,
No invita a nadie, no promete nada, permanece en la luz o en la sombra, positivo dueño de sí, ajeno al temor y al descorazonamiento,
Aguardando paciente su día y su hora.

No hay comentarios: