martes, 26 de junio de 2007

Manuel Pérez Subirana

José Emilio Pacheco fue la causa de que quisiera convertirme en escritor y, como alguna vez mencioné aquí, Kurt Vonnegut representa la reafirmación total de ese deseo y el dejar a un lado varias dudas que me llevaron a dejar de escribir durante mucho tiempo. Sin embargo, en el ínterin se halla Manuel Pérez Subirana.
Creo que Subirana es uno de los mejores autores jóvenes de España. Sé que mi afirmación es un tanto prematura –sólo tiene dos novelas- y quizás bastante subjetiva por lo que dicho autor representó en varios meses de mi vida, ya que su lectura fue uno de los asideros que encontré para no caer más bajo en mi ánimo.
Con la lectura de sus novelas pasaron dos cosas: primero me dio pánico darme cuenta de que no soy tan original como pensaba y, al mismo tiempo, encontré un incentivo más para escribir.
Resulta difícil, para alguien que pretende convertirse en escritor y que lleva meses dando forma a un proyecto novelesco, encontrarse con que muchas de las cosas de su novela ya están escritas. Y es que en mi supuesto proyecto, el personaje que, de forma nada original, sería alguien como yo pero no yo precisamente, sería un medio para expresar muchas cosas que pienso.
Lo primero que leí de Pérez Subirana fue “Egipto”, finalista del Premio Herralde. Ahí encontré varias cosas que había creído como originales en mi proyecto; varias frases e ideas como las que yo había tenido:

“Y sé que es absurdo, y me enfado conmigo mismo al comprobar que no sé dibujar planes de huida que no me lleven directamente a la irrealidad...”

Y más adelante en un capítulo:

“Soy el que se quedaría en la cama remoloneando entre las sábanas, deslizándose por los sueños, retrasando indefinidamente el momento de despertar a la realidad...
Soy el escritor que no escribe...
Soy el que no se cree al personaje que en él ven sus amigos...
Soy un ser humano extrañado de su propia humanidad...
Soy el que, con treinta y cuatro años y sin haber jugado a fútbol en su vida, todavía espera llegar algún día a ser delantero centro del F.C. Barcelona, por el placer de atravesar la ciudad con el coche, de vuelta a casa, después del partido...
Soy el que renunció por no estar de acuerdo. El que se conforma para quedar al margen.
Soy el que desea con todas sus fuerzas que un día la realidad se despiste.
Soy yo, pero no sé si soy yo”

La lectura por supuesto la disfruté, pero después me dije “Quizás no soy tan original, tal vez hago bien en no escribir”, porque nunca había encontrado en un libro publicado, alguna frase que yo había escrito en algo propio (literal):

“-No sirvo para la vida... es como si no estuviera en este mundo. Todo me resulta demasiado extraño.”

Después de leer eso, vino el choque por la tan buscada originalidad, entre otras cosas. Porque para qué escribir si alguien ya lo hacía, y además mucho mejor que yo. Entonces el pensamiento “Mejor me dedico a leer y ya”. De esa forma, el mismo día que terminé la lectura de “Egipto” salí a librerías en busca de “Lo importante es perder”, primera novela de Pérez Subirana. Después de leerla, el efecto fue similar, ya que me encontré con un personaje bastante parecido al que me hubiera gustado escribir y con una historia que me hubiera gustado inventar. Así que dije, “sí, quizás escribir no es lo mío, mejor leo a Pérez Subirana”
Luego de esas lecturas pasaron algunas cosas importantes: recomendé las novelas de Manuel Pérez Subirana a todo mortal que se me cruzaba, siempre con frases del estilo “ese güey escribe como me gustaría escribir”; en segundo lugar, vino la lectura voraz de novelas, alentada por el ánimo patibulario que me acompañó durante meses. Leí muchos autores, por supuesto leí más de Vonnegut, leí desesperadamente a Paul Auster, Javier Cercas, Enrique Vila-Matas, Joseph Roth, Fabio Morábito y algunos más. De todos ellos espero algún día hablar aquí, porque se convirtieron en el único aliciente una vez que resultaba ya imposible retrasar indefinidamente el momento de despertar a la realidad. Y al leer tantas cosas, me di cuenta que muchas contenían, en mayor o menor medida ideas del, ya entonces abandonado, proyecto de novela. Pero eso no era todo, ya que igual, en mayor o menor medida, varias novelas tenían puntos de encuentro. Y entonces un día dije “Carajo, vamos a intentarlo de verdad!!! Al menos voy a divertirme en el esfuerzo!!!”.
Sí, Manuel Pérez Subirana ha sido importante. Quizás en sus novelas ha pasado algo que podría llamarse transferencia o proyección. No lo sé. Lo cierto es que ha funcionado como impulsor de lo que quiero hacer, dejando a un lado dudas y miedos. Porque hoy, la mentada originalidad no es mi primordial interés. No sé si a otros les ha ocurrido, pero en mi caso, tal vez tenía que enfrentarme a algo así para darme cuenta que lo importante de escribir es escribir y punto. Sí, alguien más escribe como me gustaría hacerlo y además lo hace mejor que yo, pero la idea es algún día lograrlo. Pensando en Subirana, el miedo ha dado paso a cierta tranquilidad y confianza en mis ideas, en todo caso me hace feliz pensar que, al menos como personaje literario, he encontrado similitudes con alguien, y me motiva pensar que lo que pienso podría tener cierto interés.
Finalmente, transcribo algunas partes que me gustan mucho de su primera novela “Lo importante es perder”. Por supuesto, comparto lo expresado por el personaje Alberto.

-¿Pero a qué viene todo esto Alberto? –exclamé yo con irritación-. Has bebido demasiado y estás diciendo tonterías.
Alberto rellenó entonces su vaso y me miró de nuevo con los ojos inyectados.
-Nunca es demasiado, querido amigo, nunca es demasiado. Claro que, cuando se ha alcanzado el éxito, se adquiere un especial sentido de la mesura, ¿no es así? Claro, claro, un respetable abogado debe mantener siempre cierto equilibro. Hay que comportarse, ¿verdad? Pero dime, ¿por qué coño hay que comportarse? ¿Y qué pasa si no me da la gana de comportarme, si quiero beber como un loco y decir lo que me dé la gana? Dime, ¿qué pasa? ¿Te resulta desagradable el espectáculo?
-Pues mira, sí, resulta bastante desagradable –dije yo instintivamente.
-Venga, vamos a cambiar de tema –intercedió ahora Fernando.
-¿Cambiar de tema? ¿Cambiar de tema? –repitió Alberto con asombro-. Yo creía que sólo había un tema, sólo uno: el de vuestra estupidez... Ahora viene éste a decirme que soy ridículo. Y el pobre se ha convertido en un vulgar abogado... Él, que siempre dijo que odiaba el derecho y que haría cualquier cosa antes que ejercer. ¡Por qué poco se vende un hombre! ¿Qué pasa? ¿Te sientes especial con tus absurdos trajes y tus mediocres corbatas? ¿Disfrutas administrando la justicia a personas que ni siquiera conoces? ¿O lo haces sólo por dinero?
-No todos tenemos la suerte de haber nacidos millonarios –dije sin pensar-. No todos podemos pasarnos la vida vagueando por ahí y dilapidando la fortuna familiar.
-Vaya, tenía que salir –exclamó Alberto, haciendo batir las palmas-. Tarde o temprano tenía que salir. La excusa milenaria que a lo largo de la historia les ha servido a los mediocres y cretinos como tú para justificar su propia ruindad. No esperaba que pudieras llegar a caer tan bajo, que tu inteligencia fuera tan limitada. ¿Insinúas que te has hecho abogado por necesidad? te has hecho abogado por lo mismo que éste se dedica a cuidar niños con problemas: para ser alguien a los ojos de los demás, para escapar de tu propia mediocridad y respirar con patético orgullo al final del día... ¡Vaguear...! En otro tiempo creo recordar que no te parecía tan mal eso de vaguear. Pero claro, se supone que has madurado, ¿no? En el fondo sois todos iguales. Satisfacer vuestro narcisismo de pequeñoburgueses: en eso consisten vuestras vidas. Y lo peor es que no soportáis que haya alguien que no se coma esa mierda. ¿Vaguear? ¡Qué sabrás tú lo que significa vaguear!

-¿De verdad quieres saber qué encuentro en estas máquinas? ¿Quieres saber por qué soy capaz de gastarme no seis o siete mil pesetas como has dicho tú, pobre ingenuo, sino doce o trece, y hasta veinte si hace falta? ¿Quieres saberlo? –Dejó la cerveza sobre la barra y acercó un taburete-. Pues porque estoy harto de todo, harto de este mundo, de la gente, de mi vida, harto de todo, de to-do. Si me fuera posible no haría otra cosa. Veinticuatro horas enganchado a una tragaperras, he ahí mi sueño. Sustituir esta mierda de mundo por el circuito electrónico de esta máquina. Deberías probarlo. Aprietas aquí y pones en marcha el universo. Un universo sencillo, comprensible, con reglas fijas. Y pierdes, claro que pierdes, siempre pierdes... De eso se trata precisamente. Jugar para perder, entregarse a la derrota, cumplir con tu destino en un microcosmos perfecto, conocido, asequible, sin trampas ni engaños. Y de vez en cuando caen tres figuras iguales, y entonces se produce el milagro: un espejismo de unidad, de armonía, como si el tiempo se concentrara en un solo punto y en él confluyera todo el maldito misterio de esta puta vida. Y esos instantes, aunque te parezca absurdo o ridículo, son lo único bueno que me queda hoy en día...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tus comentarios... Pero entonces tengo un problema: yo tampoco soy tan original como pensaba, simplemente conseguí publicar antes que tú. Un abrazo desde Barcelona.
M. Pérez Subirana

JJ dijo...

Muchas gracias por leer mi blog y dejarme un comentario. Jamás lo hubiera imaginado y ya tengo una motivación más para seguir escribiendo. Espero algún día publicar algo y que te interese leerlo. Ojalá pudiéramos estar en contacto, mi correo es elcieloconlasmanos@gmail.com.
Un abrazo desde la Ciudad de México

Rocamadour dijo...

Muy paja lo de Manuel Pérez Subirana, y lo que te responde, un tío cojonudo es, yo he leído Egipto y también he sentido bastante empatía, y con respecto a la originalidad, pues yo creo que cada novela que sale debe tomar la posta, el espíritu de las generaciones, y sería de verdad maravilloso toparnos con más novelas que se parezcan a nosotros y hablen más de nosotros, de los que creemos que la suerte es un milagro de tres figuras iguales. En fin, espero que hayas escrito tu novela, cuidate tío, un abrazo.

Totto dijo...

Excelente tu texto sobre Manuel Pérez Subirana. Y aún mejor el hecho de que él se haya tomado el tiempo para leerlo y comentarlo.

Yo también quedé fascinado con sus dos novelas, de hecho las leí en el mismo orden que tú (Egipto y después Lo importantes es perder).

Vi que le diste tu mail, ¿se puso en contacto contigo?; si es así, ¿sabes cuándo saldrá su próxima novela?

Saludos,

Totto.

JJ dijo...

Gracias por el comentario. Desafortunadamente el contacto no se ha logrado, así que no sé para cuándo estará su próxima novela, también yo me lo he preguntado un par de veces.
Saludos

marriasisisi dijo...

Gracias por recordar a Subirana,es un gran escritor,puedo decir que lo conozco personalmente(un poco) y es alguien inteligente,humilde,encantador.Yo también leí por el mismo orden sus novelas.Para mí Egipto es perfecta,literatura pura.Que no se olvide a Subirana ni a los soñadores de quimeras.

JJ dijo...

Que no se olvide. Y que escriba más. Es necesario.
Saludos.