El domingo dejé que mi mente vagara por casi once años de recuerdos, y ayer llegó un correo de Jorge con el título “nostalgia preparatoriana” y una canción de Ismael Serrano intitulada “La cita”. Cosa rara, uno piensa, o mejor dicho uno no piensa y da por sentado que hay cosas que no cambiarán, personas que permanecerán para siempre, pero un buen día miras hacía los lados y ya no están... o a veces están, pero son personas muy diferentes.
Cuando pienso en mis amigos de la prepa se dividen dos grupos: los amigos con los que en realidad conviví en la prepa y los amigos con los cuales se dio convivencia, digamos extramuros. El segundo grupo lo conforma un grupillo de buenos amigos que eran de una generación anterior a la mía y con quienes la amistad se desarrolló más cuando egresaron. Son algunas de las personas que más frecuento ahora. En cambio, en el primer grupo de amigos ubicaría a Jorge y Paco, como las personas que más destacaron y sin las cuales, seguramente, ni mi vida ni yo seríamos iguales.
El fin de semana tuve una discusión con Paco. Por eso el domingo caminé en sentido contrario al tiempo, recordando otras peleas, borracheras, pláticas y llegué hasta el punto de partida: cuando éramos desconocidos y después nos hicimos amigos. Luego volví al momento actual. No sé en qué momento pasó, pero definitivamente nuestra amistad ha cambiado. No sé si fui yo, si fue él, las circunstancias, la distancia o el tiempo. Obviamente no somos los mismos. Hay ocasiones en que pasan meses sin saber uno del otro. Me gusta pensar que eso es lo normal. Sé que la amistad sigue y continuará por muchos años más. Pero no puedo evitar recordar esos años en los cuales seguramente, ni él ni yo imaginábamos que pasarían meses sin vernos y que habría momentos en los cuales las diferencias de opinión podrían llegar a causar conflictos.
Si el domingo medité mucho al respecto, el lunes vino a golpearme nuevamente el correo de Jorge. Con él la historia es diferente. A veces demasiado iguales para estar cerca uno del otro, quizás en momentos nos resultábamos poco soportables. No obstante, es otra persona que agradezco haber conocido. Siempre diciendo chistes y pendejadas, escuchando trova y faltando a clases porque era mejor sentarse en los pasillos a ver pasar chicas lindas. Imaginando todo tipo de historias de nosotros mismos. Y riendo, siempre riendo. Creo que tampoco pensamos si eso duraría para siempre. Y en todo caso, siendo Jorge tan misántropo como yo, y probablemente mucho más huraño, no me extraña demasiado que también pasen meses sin saber nada uno del otro. Pero a veces pasa, como a él con la canción de Serrano, que llega una nostalgia y un querer volver a estar.
Y fue escuchando lo que me mandó, como pasé buen rato de ayer, incluso de hoy, pensando, meditando, imaginando... A duras penas escribiendo esto porque es demasiado lo que llega a mi mente... Recordando que éramos libres, teníamos 17 años... y preguntándome si dentro de diez más, los tres llegaremos a la cita.
Cuando pienso en mis amigos de la prepa se dividen dos grupos: los amigos con los que en realidad conviví en la prepa y los amigos con los cuales se dio convivencia, digamos extramuros. El segundo grupo lo conforma un grupillo de buenos amigos que eran de una generación anterior a la mía y con quienes la amistad se desarrolló más cuando egresaron. Son algunas de las personas que más frecuento ahora. En cambio, en el primer grupo de amigos ubicaría a Jorge y Paco, como las personas que más destacaron y sin las cuales, seguramente, ni mi vida ni yo seríamos iguales.
El fin de semana tuve una discusión con Paco. Por eso el domingo caminé en sentido contrario al tiempo, recordando otras peleas, borracheras, pláticas y llegué hasta el punto de partida: cuando éramos desconocidos y después nos hicimos amigos. Luego volví al momento actual. No sé en qué momento pasó, pero definitivamente nuestra amistad ha cambiado. No sé si fui yo, si fue él, las circunstancias, la distancia o el tiempo. Obviamente no somos los mismos. Hay ocasiones en que pasan meses sin saber uno del otro. Me gusta pensar que eso es lo normal. Sé que la amistad sigue y continuará por muchos años más. Pero no puedo evitar recordar esos años en los cuales seguramente, ni él ni yo imaginábamos que pasarían meses sin vernos y que habría momentos en los cuales las diferencias de opinión podrían llegar a causar conflictos.
Si el domingo medité mucho al respecto, el lunes vino a golpearme nuevamente el correo de Jorge. Con él la historia es diferente. A veces demasiado iguales para estar cerca uno del otro, quizás en momentos nos resultábamos poco soportables. No obstante, es otra persona que agradezco haber conocido. Siempre diciendo chistes y pendejadas, escuchando trova y faltando a clases porque era mejor sentarse en los pasillos a ver pasar chicas lindas. Imaginando todo tipo de historias de nosotros mismos. Y riendo, siempre riendo. Creo que tampoco pensamos si eso duraría para siempre. Y en todo caso, siendo Jorge tan misántropo como yo, y probablemente mucho más huraño, no me extraña demasiado que también pasen meses sin saber nada uno del otro. Pero a veces pasa, como a él con la canción de Serrano, que llega una nostalgia y un querer volver a estar.
Y fue escuchando lo que me mandó, como pasé buen rato de ayer, incluso de hoy, pensando, meditando, imaginando... A duras penas escribiendo esto porque es demasiado lo que llega a mi mente... Recordando que éramos libres, teníamos 17 años... y preguntándome si dentro de diez más, los tres llegaremos a la cita.
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