Pasó un año desde la última vez que fui al estadio de CU a ver a los Pumas. Si mal no recuerdo, fue en septiembre del año pasado, en un día no muy agradable, cuando aun intentaba resucitar una relación más que muerta. El hablar nuevamente de esa relación no es gratis, en primera porque uno de estos días quizás vuelva a escribir algo aquí que me hace falta, y en segunda porque fue con ella con quien empecé a ir a los juegos de Pumas. Fue por ella que de alguna forma se generó una suerte de simpatía por el equipo de fútbol. Y la verdad sin esas idas al estadio, quizás hubiera tardado más tiempo en descubrir que muy en el fondo de mi ser, amo a mi Universidad. No quiero entrar en la polémica de la diferencia entre lo que es el equipo y lo que es la institución educativa... mucho menos en las enormes diferencias entre los universitarios de verdad y los trogloditas fanáticos que siguen al equipo... eso es tema para otro día...
En fin, hoy estuve en un juego “histórico”, porque se trató de la segunda mayor goleada en la historia del equipo, ya que vencieron por ocho goles a Veracruz. No festejé los goles, iba con un amigo “tiburón” y en verdad quería verlo feliz. Sin embargo me quedó la idea de que por alguna razón, pareciera que una fuerza misteriosa insiste en hacerme seguidor o hincha de Pumas. Una buena parte de mis amigos le van a ese equipo. Pero más allá, también he estado en el estadio en ocasiones importantes: la goleada de hoy, el 5-0 que perdieron contra Cruz Azul, volteretas importantes contra el Atlas (el equipo que más me simpatiza de 1ª División) en fase de liguilla y la final contra Chivas hace unos años. De hecho, en ese juego, una vez que vencieron por medio de penaltis, durante el festejo, el otrora capitán Joaquín Beltrán arrojó su distintivo, mismo que permanece en mi casa.
Dejé de ir al estadio porque me resultaba difícil. Más allá de los momentos agradables, era un espacio que conocí con ella. Y tenía meses queriendo regresar, porque carajo! hay que terminar de arrojar los puñados de tierra y seguir adelante. Y aunque lo había planeado, nunca se presentó la ocasión, hasta que hace dos días un buen amigo me invitó y hoy no importó nada, ni el cansancio ni la enfermedad respiratoria que sigue pugnando contra mis defensas. Tenía que cerrar ese asunto pendiente, así que fui y valió la pena. Dejando de lado el resultado, que francamente, y con alegría, descubrí que me fue indiferente, fue importante constatar dos cosas: que puedo navegar por cualquier espacio a pesar de los fantasmas que lo habiten y que a pesar de cierta simpatía por los Pumas, mi corazón sigue siendo esmeralda y leal a León, aunque siga demorando su regreso a la primera categoría del fútbol mexicano.
Así que “salud” por mis amigos hinchas de Pumas, claro... pero más “salud” por mi León que sigue siendo líder en su categoría y... quién sabe... en una de esas puedo ir en un año a verlos con serenidad y alegría al estadio en CU...
En fin, hoy estuve en un juego “histórico”, porque se trató de la segunda mayor goleada en la historia del equipo, ya que vencieron por ocho goles a Veracruz. No festejé los goles, iba con un amigo “tiburón” y en verdad quería verlo feliz. Sin embargo me quedó la idea de que por alguna razón, pareciera que una fuerza misteriosa insiste en hacerme seguidor o hincha de Pumas. Una buena parte de mis amigos le van a ese equipo. Pero más allá, también he estado en el estadio en ocasiones importantes: la goleada de hoy, el 5-0 que perdieron contra Cruz Azul, volteretas importantes contra el Atlas (el equipo que más me simpatiza de 1ª División) en fase de liguilla y la final contra Chivas hace unos años. De hecho, en ese juego, una vez que vencieron por medio de penaltis, durante el festejo, el otrora capitán Joaquín Beltrán arrojó su distintivo, mismo que permanece en mi casa.
Dejé de ir al estadio porque me resultaba difícil. Más allá de los momentos agradables, era un espacio que conocí con ella. Y tenía meses queriendo regresar, porque carajo! hay que terminar de arrojar los puñados de tierra y seguir adelante. Y aunque lo había planeado, nunca se presentó la ocasión, hasta que hace dos días un buen amigo me invitó y hoy no importó nada, ni el cansancio ni la enfermedad respiratoria que sigue pugnando contra mis defensas. Tenía que cerrar ese asunto pendiente, así que fui y valió la pena. Dejando de lado el resultado, que francamente, y con alegría, descubrí que me fue indiferente, fue importante constatar dos cosas: que puedo navegar por cualquier espacio a pesar de los fantasmas que lo habiten y que a pesar de cierta simpatía por los Pumas, mi corazón sigue siendo esmeralda y leal a León, aunque siga demorando su regreso a la primera categoría del fútbol mexicano.
Así que “salud” por mis amigos hinchas de Pumas, claro... pero más “salud” por mi León que sigue siendo líder en su categoría y... quién sabe... en una de esas puedo ir en un año a verlos con serenidad y alegría al estadio en CU...
2 comentarios:
así como van las cosas pronto verás un león-veracruz en la primera "a". pero si esta vez no les da miedo subir a primera aquí te espero con mi atlante......porque tal parece que si al veracruz lo sacan de su medio natural que es la "a" se ahogan.
últimamente has estado muy agresivo con mi equipo... pero bueno, no contestaré nada, es mejor callar y más cuando uno conoce esa suerte que obliga a tragar palabras... suerte a tu atlante...
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