miércoles, 13 de mayo de 2009

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Abril fue un mes difícil. De hecho, ese mismo mes hubiera dicho que fue fatal, pero las cosas cambian de espesura a medida que pasa el tiempo. No puedo afirmar que uno las ve con mayor claridad, en su verdadera dimensión, pero algo cierto es que la perspectiva es diferente. Quizá el tiempo sólo va anulando los efectos, degradándolos, aunque a veces se resisten... muchas cosas se resisten...
En fin, ahora pienso que el mes pasado no fue fatal, sólo difícil. Sin embargo, esa dificultad se ha mostrado aquí. Pocas entradas, la mayoría de música. He tenido el ánimo más jodido que mi bolsillo o que las perspectivas de mi vida, cosa que en sí misma luce amenazante. Fue tan malo mi estado emocional que olvidé el aniversario del blog y tampoco escribí nada acerca de Kurt Vonnegut. Dos años sin uno de mis escritores favoritos; dos años con un diván-salida de escritura que, si bien no me ha llevado adonde imaginé, me ha traído diversas satisfacciones, quizá más interesantes por sorpresivas.
Quisiera decir con más emoción: ¡he vuelto!, pero no quiero joderme a mí mismo (ya saben, el buen amigo Murphy). Y es que cuando pienso que todo va bien, en cuestión de horas algo llega a virar la situación y la lleva a su opuesto total. (El otro día pensaba en las cadenas de correo electrónico, que en general no me molestan porque hay algunas no tan imbéciles, pocas que incluso son hasta interesantes. Y pensé que la amenaza "reenvíalo o tendrás mala suerte" no tiene efecto en un tipo como yo. ¿Mala suerte? ¡No me jodan! ¡Eso sí es tener sentido del humor! Por eso agradezco la comicidad de los amigos que me los envían) Para no aventarme la sal solito, no me emocionaré demasiado por el buen ánimo que tengo ahora, y es que sé que su grado de volatilidad es alto.
En los últimos días, por las tardes, luego de la pesadez del día, únicamente me han quedado ganas para tirarme a ver televisión. ¡Madre TV!, la misma con la que crecí, la que ha compartido más horas conmigo que mi propia familia, sobre todo en la niñez; la misma que me ayuda a no pensar, la misma que desgraciadamente me ha quitado tanto tiempo que puedo contarla entre las razones de seguir siendo el escritor que no escribe. Por supuesto han habido etapas en que me desconecto de ella. Probablemente esta reflexión anteceda una nueva etapa, pero tampoco espero eso. He llegado al punto en que ha desaparecido la credibilidad, ya no tanto en mí ni en mi fortaleza para llevar a cabo mis planes, sino en los baches y obstáculos que aparecen en el camino, dando paso de la credibilidad a la cerdibilidad. Quizá, por el contrario, siga aferrado a la Madre TV como único aliciente de la vida diaria.
Mientras tanto, sin mayor emoción pero con regocijo, he logrado escribir algo aquí de nuevo. Por un rato eso me basta.

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