sábado, 27 de febrero de 2010

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Ahora que un sismo muy fuerte ha colapsado diversas zonas de Chile, creo que nadie podrá negar las enormes desigualdades que existen, ya no digamos en el mundo, sino en una misma región o subcontinente. Mientras que con el sismo en Haití asistimos a la destrucción de una sociedad y a la ayuda rapiña de los centros de poder (razón por la cual no escribí al respecto, me generaba demasiada tristeza y enojo ver eso en un país fundacional para la libertad de este continente), el sismo en Chile, creo, será una prueba más que superará una sociedad que en lo personal me parece admirable, si bien contradictoria. Durante mis años de estudiante tomé un cariño particular hacia Chile, que hasta la fecha conservo. Principalmente he admirado a Salvador Allende, y creo que no es poco lo que puedo agregar a esta afirmación, pero no es el momento. Me emocioné leyendo acerca de Francisco Bilbao y Santiago Arcos, conociendo el ideario y la vida de Luis Emilio Recabarren. Aún siento una mezcla de tristeza y furia al escuchar las palabras "Moneda" e "Iquique". Sí, la tendencia de lo que he estudiado es clara. Por otra parte, su literatura me parece fundamental, al menos en mi formación, donde son esenciales los apellidos de Neruda, Parra, Lihn, y más para acá Bolaño, Electorat y Zambra, por mencionar algunos. En fin, para no extenderme más resumo que es un lugar donde algún día he de estar. Mientras tanto, hoy me uno a la tristeza de los chilenos (yo también vi mi ciudad destruida hace ya varios años), y desde este espacio, en lo que sirva, envío un saludo fraternal y los mejores deseos. Sé que saldrán adelante, han sobrevivido antes a diversas catástrofes, aunque más bien del tipo social.

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