lunes, 17 de diciembre de 2007

Hace unos días hablaba aquí sobre la tranquilidad y la calma que ofrece el amargamiento, la pérdida de esperanza. Lo que no dije es que, paradójicamente, esa calma también da un grado de felicidad. El hecho de saber que el mundo siempre será la mierda que es y el reducir los intereses, como en mi caso dije a pasear con mi perro, escribir, leer, volver al aikido, conseguir un trabajo para en unos años ir al mediterraneo... Me siento raramente feliz por el hecho de saber que eso es lo único que me interesa ahorita, lo único con verdadera importancia y sentido. No sé a qué se deba, pero hay un algo de felicidad flotando alrededor mío. No sé si es ese poquito de esperanza que se niega a dejarme. La verdad no quiero preguntarme mucho al respecto. Lo único que importa es que el amargamiento además de calma me ha traído una suerte de felicidad, que por bizarra, contradictoria y extraña que sea, no deja de ser eso: felicidad.

Por mera "casualidad", pensé esto una noche poco antes de escuchar esta canción.

No hay comentarios: