domingo, 16 de diciembre de 2007

Lo bueno de tener un blog es que puede hacer las veces de diván.
El viernes, camino a la Universidad, me pregunté qué era lo que hacía justo ese día, a esa hora, diez años atrás. Quizás es una tontería, pero suelo preguntármelo de vez en cuando. El tránsito estaba insoportablemente lento, muchos autos, mucha gente, calor, la ciudad, un choque y un desconocido en el suelo terminaron por desvanecer mis intentos de vencer la resistencia de la memoria. No supe si la persona en el piso estaba desmayada o había sido atropellada. Supuse que lo último, dada la presencia de un taxi y una patrulla de auxilio unam. Tenía a un cúmulo de mirones a su alrededor, unas diez o quince personas, y sólo tres de ellas trataban de ayudarlo. Lo vi a lo lejos, no quise acercarme. Por una parte, ya se encontraba ahí alguien de la Universidad y sé de antemano que es poco lo que pude haber hecho (no estudié medicina ni sé primeros auxilios ni nada). Por otra parte, ver ese tipo de cosas me pone mal. Así que seguí mi camino, conformándome con mandar buena vibra para ese muchacho y a la vez recriminándome esa conformidad.
Pasé un rato con mis amigos, caminé por algunas partes de CU, recordando tantas cosas, alegre y tranquilamente, y después emprendí el regreso a casa. En el pesero comenzó a sonar una canción de Mónica Naranjo que hacía años, más de diez, no escuchaba. Debo confesar que esa canción ha sido uno de mis resbalones musicales, uno de los muchos que tuve cuando iba en secundaria. Después las cosas cambiaron y volvieron a mejorarse. Y bueno, por alguna razón esa canción comenzó un viaje de regreso. Si unas horas antes me preguntaba qué hice diez años antes, el repertorio musical del pesero me llevó no a saber con exactitud mis actos del 14 de diciembre de 1997, pero sí me trajo algunos sentimientos y emociones de varios años atrás. Algunos recuerdos específicos, que ni siquiera sé si alguna vez he compartido con alguien.
Cuando comenzó la canción de M.N. (hasta escribir su nombre aquí me apena) yo no sabía lo que venía. Supongo que era un compilado mp3 con canciones pop “románticas”, de esos que arma quién sabe quién y venden por diez pesos en el metro. La segunda canción fue de Vilma Palma e Vampiros y por completo me instalé en mi época secundariana. Durante esas canciones no tuve recuerdos específicos, simplemente recordé algunas otras “joyas musicales” de las que gusté en aquella etapa de mi vida. Y fue justo al final de la canción de VPEV, que vino algo específico. En el año que esa canción sonó, solía escuchar radio, esperando esa y otras canciones por el simple gusto de recordar a la chica que me gustaba. María Elena, Marielena, ahora no sé, ya no recuerdo cómo se escribía, pero ella me gustaba y solía pensarla mucho tiempo, sobretodo con canciones cursis.
Después vino una canción de Gloria Estefan y me transporté muchos años adelante, a una casa en Pachuca, con un amigo que llamaba por teléfono, y que no hacía sino pensar en la mujer que poco tiempo después se convertiría en su esposa. Un amigo que afortunadamente permanece y espero seguir compartiendo con él muchos años más.
De ahí mis pensamientos se esparcieron entre la preparatoria, los amigos, la secundaria y la escuela de sogem. No sé si pasó otra canción más. No recuerdo mis recuerdos durante cinco minutos. Pero cuando sonó la única canción de Shakira que me ha gustado (sí, sí, ya lo sé y advertí que el repertorio era fatal) no supe qué hacer. Durante años, y hablo de muchos, muchos años, evité escuchar esa canción, cambiando de estación en el radio, alterando mi ruta en las caminatas por el centro. Pero entonces iba en el pesero y aunque antes me hubiera bajado, el viernes tenía tanta demasiada güeva que preferí escucharla. Además, pensé que sería traicionar el momento de evocaciones que me proporcionaba amablemente el conductor. Y escuché, completa, por primera vez en quizás más de diez años, esa canción que me recordaba algo doloroso. Y entonces me di cuenta que en verdad uno de mis mayores temores es perder a la persona que amo y a las personas que quiero en general. Y es que mi vida ha sido una especie de procesión de adioses. Cuando no he tenido que despedirme yo (por circunstancias ajenas a mí, por esa vida cuasinómada que eligieron mis padres), la gente se ha ido. Y esa canción la escuché y me gustó poco tiempo antes de que alguien se fuera. Quizás por eso, como por miedo que se repitieran las cosas, evité escucharla durante muchos años. Por otra parte, la canción, le dice a alguien todo lo que significó, lo mucho que fue, que descubrió lo que es amar y más frases cursilonas, pero a pesar de ello nunca he podido dejar de preguntarme si yo he causado algo así en alguna de las novias que he tenido. Porque todas han sido diferentes, pero se han parecido en que después de cortarme no pasan más de dos meses sin empezar una nueva relación, lo cual me ha hecho sentir completamente olvidable. Y creo que por eso evitaba la canción, porque era ir de nuevo a una etapa de rompimiento que me resultó devastadora, donde no tenía asidero alguno, donde había dudas sin respuesta... En fin, a la luz de los años posteriores ahora sé que ese rompimiento fue un juego de niños.
Escuché la canción, recordé, dudé, me pregunte y de nuevo no tuve respuestas. Pero no importó. Porque seguí pensando y recordando. Y recordé a personas que no he vuelto a ver, como mi mejor amigo del último año de primaria (la vida nómada te hace tener un mejor amigo cada año escolar, por prevención) Iván, y los otros amigos como José Luis y Leonardo. Y como otras veces que he pensado en ellos la memoria vuelve a recaer en Germán. Y el viernes no fue la excepción, pero sí creo que descubrí algo que no había captado.
Germán era un amigo del transporte escolar que por coincidencia conocía a Iván, de hecho fue por él que empecé a llevarme con Iván. Sus padres eran amigos. Dado que la secundaria estaba en otro edificio, los momentos de convivencia con Germán se reducían al regreso a casa y alguna vez en una posada. Así fue durante un año. Cuando salí de la primaria yo quería seguir con mis amigos, pero sabía que iría a parar a una escuela que después odié. Sin embargo esa es otra historia. Cuando eran vacaciones, no recuerdo si ya había entrado a secundaria o no, por lo tanto no recuerdo si fueron vacaciones de verano o de invierno, un día me llamó Iván para decirme que Germán había muerto atropellado. Nunca supe bien lo que pasó, sólo recuerdo que algo me dijo de una camioneta, que Germán iba en bici, que la camioneta se fue. La verdad no recuerdo mucho de esos días, como ya dije no sé si fue en verano o invierno. Mis recuerdos son como pequeñas cápsulas unitarias que de vez en cuando, al recaer la mente en Germán, se abren: una de ellas me lleva a caminar las calles frías, con el aire fuerte pegándome en la cara y los pensamientos en blanco; otra me lleva a la segunda llamada de Iván y la tercera y la nunca realizada visita al panteón; otra me lleva al llanto contenido, la impotencia, el desear para esta navidad que mi amigo no hubiera muerto, y finalmente, la última cápsula se abre para recordarme la furia, las ganas de partirle la madre a un desconocido que se fue dejando a mi amigo tirado, muerto o en agonía.
El viernes descubrí que quizás por ese recuerdo latente es que me afecta tanto ver accidentes como el que vi afuera de CU. Por eso me resulta tan difícil aceptar que no puedo hacer nada para ayudar y reconocer que lo mejor es no estorbar e irme. Pero cada vez que me voy me siento mal, me recrimino una supuesta indiferencia.
La última canción que escuché en el pesero fue de Mecano. Cuando era niño me asustaban sus canciones y videos. Creo que eso merece otro texto en el blog. Baste decir que sirvió para volver a mis espirales de memoria donde el tema fue el miedo al abandono y el contradictorio amor por la absoluta soledad. Paradojas, contradicciones, recuerdos... Al final de todo llegué a casa para darme cuanta que no hay nada que no pueda sobrellevar si cuento con la sonrisa de mi perro, las llamadas de Valeria y mi blog-diván...

2 comentarios:

mangelacosta dijo...

uffffffffff... tantas cosas, tantos hechos, tantos sentimientos contenidos... creo que necesito fumar para asimilar por completo este post...
Ojalá vuelvas a escribir y lo hagas de la forma como redactaste esto... Increíble...

JJ dijo...

Viniendo de ti es algo que me alegra y al mismo tiempo me compromete a seguir intentándolo. Gracias, carnal.