viernes, 28 de octubre de 2011

Una de las cosas que más me afectan al estar en estados de melancolía es la pérdida temporal del sentido del gusto. Recuerdo una película, o me parece recordar a un personaje que había perdido la capacidad de degustar la comida. Algo bloquea que recuerde más de la película, aunque me parece que es una que vi hace poco y por recomendación de Mariana. Hoy, mientras desayunaba, miré los gajos de la fruta que ingería y noté que apenas percibía el sabor amargo de la piel. Después, un poco de queso y carnes frías cuyo sabor adiviné por recuerdo, mas no por esfuerzo de mis papilas gustativas. Pocas veces mi estado de melancolía ha influido en el funcionamiento de mis sentidos, pero ha sido el caso, quizá, toda esta semana. Supongo que es una metáfora fisiológica, que necesito recuperar el gusto por cada día para poder disfrutar de algo que me gusta tanto como es comer. Afortunadamente quedan la memoria, la imaginación y el sentido de la vista, que aunque desgastados me pueden ayudar un poco más que cualquier otra cosa en días como estos.

No hay comentarios: