jueves, 8 de septiembre de 2011

Jueves patético

A veces la gente cercana a mí suele decir que soy medio azotado. Puede ser, puede ser que no. Ayer escribí que la mayor parte del tiempo soy feliz, y lo creo. Podré tener muy presente que la vida es una perra, pero eso no equivale a estar mal ni necesariamente frustra el buen ánimo. Por supuesto hay quienes no lo entienden. Supongo que cada quien comprende las cosas según su propia cabeza y que resulta casi imposible alcanzar el entendimiento de lo que sale de aquello que nos parece lógico. No siempre cuando una persona se siente mal o feliz y lo comparte con alguien más necesita que ese alguien diga o reaccione de alguna manera en específico. Es decir, no necesariamente si me quejo de algo estoy buscando un consejo; mucho menos una llamada de atención (que es lo que uno suele recibir agotada la paciencia de los amigos, razón por la cual se tiende al ostracismo, al menos en mi caso). A veces escuchar en silencio basta. Si acaso una opinión, no acerca de la forma en que se puede salir de un conflicto, si no de aquello que lo origina, una mirada que nos permita mirar desde una perspectiva distinta, sin el fantasma de la imposición de opiniones rondando la conversación. Decir nada, o a lo sumo decir poco, y nunca respecto al afectado. A veces se necesita eso. Por supuesto que quienes nos quieren se preocupan y siempre tratarán de decir algo más, a menos que el problema sea tan grande que las palabras se escondan. Ayer conversaba con mi amigo Yolo. Le confesé algo que tenía anudado, que tosía por salir. Su respuesta, simple, fue un "Así somos", y luego una de sus clásicas burradas que más le vale no tenga consecuencias. Por la noche tuve un sueño que me prometí recordar y he olvidado. Luego desperté. Volví a dormir y mi segundo sueño me ha hecho pensar que el destino final de toda relación humana es el fracaso, de uno u otro modo. Así que hoy escucho a Morrissey, porque comparto sus palabras en términos generales. Para quienes critican la música popular y a la gente afecta a buscar discografías, leerse las letras del buen Mozz no les vendría nada mal. Y hablando de sus palabras, no me regodeo en el mal sentir, sólo lo repito hasta que pueda digerirlo... La vida es una porquería tan grande que el mismo hecho de decir que es una porquería ha dejado de tener impacto y ha caído en el nido de los lugares comunes. Decir que la vida es bella, también. Entonces ¿qué nos queda? Callar. Repetir. Toser. Sacar todos los residuos de nuestra humanidad, muestrario en estado puro de lo que es estar aquí. Seguir. Sonreír. Cantar. Vaya, me está quedando más aleccionador de lo programado. Joder. Nadie necesita esto, si acaso yo. Puedo quedar callado y el mundo seguirá girando. ¿Una muestra?: A callar un rato...













2 comentarios:

Rogelio Pineda Rojas dijo...

Compartir miasmas no es lo mismo que solicitar ayuda. Regularmente, la gente que escucha las diatribas entiende que debe aportar una solución. Error grave. Y por eso le tienen tanto miedo a leer a un quejicoso deprimido (me asumo): no quieren interrumpir su ilusoria y cómoda felicidad. Me ha pasado.
Gracias Camus, Fante, Carver, Pedro Juan Gutiérrez, Fadanelli, Luis Zapata, Arenas y Sábato por haber escrito una literatura de la desgarradura. Gracias Juan.

JJ dijo...

Si esto fuera FB daría clic en "Me gusta". Si fuera un mensajero pondría un emoticón con una reverencia al estilo oriental. Como es blogger, me contento con decirte "Gracias, R" y mandarte un abrazo fraternal.
JJ