martes, 9 de junio de 2009

...

Seize the day es la traducción más común al inglés del carpe diem. La expresión latina, bien a bien, no estoy seguro de que sea ésta, pero la idea es sencilla: aprovechar el día. Es una expresión con la cual he firmado aquí, pero aclaro que la uso por un sinfín de momentos que me evoca, más que por una actitud de referencia cultural, ya sea literaria o cinematográfica.
Ayer, mientras caminaba por la noche, reflexioné sobre el sentido de esta expresión. Iba con mi perro (el único que siempre aguanta todas mis desviaciones mentales) y recordé muchas cosas que no hice. Últimamente (y este últimamente abarca varios meses) he pensado que cada uno debe llegar a un momento en su vida en el que sea completamente honesto consigo mismo y se diga: güey, ya no vas a hacer esto. No es una manera de desánimo, sino todo lo contrario. Pienso que la vida entre más sencilla resulta más feliz. Lo difícil es encontrar la sencillez y no confundirla con simpleza. Poder aceptar que el tiempo no nos alcanza para realizar todo y que lo mejor que podemos hacer es ponderar lo que resulta más importante y trabajar sobre ello. Sin embargo, por fácil que lo escriba, desatarse de ciertas ideas, expectativas y sueños puede dirigirnos directamente hacia el engaño (en el mejor de los casos, el peor no sé cual sea).
Aprovechar el día es importante, dirigir la energía hacia aquello que nos interesa, sea algo comprensible o no para el resto del mundo. Pero aprovechar tampoco significa atragantarse. Yo he estado en los dos extremos: viendo como mi vida pasa por delante y ahogándome en mi euforia por vivir. Ahora trato de hallar esa sencillez. Mi posible ciclotimia hace un poco difícil este proceso. Incluso despegarse los sueños más inverosímiles o de aquellos que el tiempo ha caducado resulta un tanto doloroso, deprimente.
Ayer pude darme cuenta de que no son pocas las cosas que he dejado de hacer, pero tampoco son demasiadas. Quizá lo más duro es darme cuenta de todo el tiempo que perdí en nimiedades, aunque adjetivar el pasado siempre resulta injusto. En ese sentido el juicio debe hacerse en tiempo presente: ya no dispongo del tiempo que disponía antes, pero creo que tengo cierta tranquilidad inédita. Alcanzar el equilibrio entre lo que quiero ahora y lo que quise antes, y entre estas cosas y las que se supone que debería de querer, es cosa difícil.
No sé aún qué espero encontrar, hacer o ser en esta vida. La deconstrucción de mí que estoy llevando a cabo puede dejarme en medio de nada, y paradójicamente la razón de todo es que necesito pisar en firme por primera vez en mi vida. Paso a paso, sin prisa pero sin pausas espero llegar a lo más sencillo... la palabra felicidad, con su halo de inconstancia y brevedad, es una constante ante mis ojos.
Carpe diem

No hay comentarios: