viernes, 19 de junio de 2009

...

El fin de semana pasado vi una película, Coach Carter, que me gustó mucho por varias razones: es de basquetbol, tiene buena idea y me entretuvo un día donde las opciones no eran demasiadas; como toda película gringa de deportes, cuenta una historia de superación de un personaje o un colectivo, pero me pareció que no cae en los lugares fáciles y comunes de esta clase de cine. Rayando en un mensaje de autoayuda, de esos que en su mayoría me parecen deplorables, hubo un momento de la película en que uno de los personajes le responde a su coach cuál es su mayor miedo. Por lo que he hallado en internet, la cita es de una mujer llamada Marianne Williamson, e incluso encontré la cita completa... Se agradece que en la película hayan omitido la parte religiosa del texto, que, aunque no estorba, no lo realza. Tiene su encanto y por eso lo transcribo a continuación en la variante de la película y hago una traducción al vapor, pero hecha al fin y al cabo para que nadie me reclame.


Our deepest fear is not that we are inadequate. Our deepest fear is that we are powerful beyond measure. It is our light, not our darkness that most frightens us. Your playing small does not serve the world. There is nothing enlightened about shrinking so that other people won't feel insecure around you. We are all meant to shine as children do. It's not just in some of us; it is in everyone. And as we let our own lights shine, we unconsciously give other people permission to do the same. As we are liberated from our own fear, our presence automatically liberates others.


Nuestro miedo más profundo no es ser incapaces. Nuestro miedo más profundo es que tenemos un poder desmesurado. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta. Empequeñecerse no ayuda al mundo. No hay nada inteligente en achicarse para que los demás no se sientan inseguros a tu alrededor. Todos estamos hechos para brillar como lo hacen los niños. Esto no se encuentra sólo en algunos de nosotros, sino en todos. Y mientras dejamos brillar nuestra propia luz inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros.

No hay comentarios: